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ABC MADRID 22-04-1936 página 6
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ABC MADRID 22-04-1936 página 6

  • EdiciónABC, MADRID
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Postales de Roma o ios amigos de Madrid, El mapa del Imperio romano en tiempo de Trujano. Si porque otros lo hicieran antes, con voz, oído y sentimiento, no pudiera a estas horas un nuevo viajero escribir, cantar, contar lo que los ojos de sus sentidos ven en Roma la actual y miran en Roma la eterna, seria cosa de darse femeninamente al desmayo y la muerte, puesto que antes otros vivieron, vieron y fueron y si no hay nada nuevo bajo el sol, tampoco bajo la luna quedan sueños nuevos que soñar. Aquí estoy, en mi primero y en mi segundo día de Roma como una espada ibérica templándome en las fuentes de la ciudad. Si el agua es universal, la cultura del agua su conquista y su forma, hecha suspiro arquitectónico, es gracia estrictamente romana. Roma cogió la música del agua y la dio letra de intransferible acento. El agua en piedra, es romana, cesárea, more- na, imperial. Hay tres rumores en Roma que se apoderan del oído extranjero. El rumor civil, el rumor fascista y el rumor imperial. El rumor civil está motorizado con los autobuses. El rumor imperial está en las fuentes. Cuando la gracia exacta de las campanas en concilio llueve bronces templados sobre la ciudad, como lluvia sonora caída del cielo, entonces un cuarto rumor lo absorbería todo si no siguieran voceando la Prensa; el rumor clerical. El santo rumor clerical. Uno se acuerda entonces de las dos torres simbólicas del arte gótico: la Iglesia y el Estado. Así Roma sostiene un. cielo intacto (dosel de esas mujeres de belleza parada y solemne que sólo en Roma pueden encontrarse) en dos bases seguras. Tenemos los países dos embajadores en Roma. Uno para las cosas, del cielo y otro para las cosas de la tierra. Y aún faltan. La fe en un hombre ha salvado a todos los millones de hombres de la nación italiana. Gomo la pobre España que vagamente recuerda, rascando miserias al sol, que el sol de su grandeza no se ponía jamás en sus dominios, así la Italia de la derrota interior, la de los liberales anarcoides, Ja de los socialistas interesados en el negocio de la revolución, la de los trabajadores que arruinaban con huelgas sus propios hogares, no podía sino harapienta- y miserable, llorar con. los últimos ojos cargados de vergüenza, el recuerdo confuso de su marca imperial al borde estremecido de sus ruinas solemnes. no es una pretensión sobre Abisinia que puedan interpretar unos hombres reunidos en Suiza. En Suiza, que también fuá ro mana. ¡Pero está fe, esta fe, esta fe! ¿Dónde que tío fuera en Alemania he visto yo esta; fe? ¿Dónde, a lo ancho y a lo largo del mundo nadie ha visto nunca en un pueblo una fe semejante en un! solo hombre? Un jefe nacional es solo aquel; -modeste aviso a los navegantes- -que hace historia para su patria. No se puede concebir la historia, filosóficamente, sino como afirmación; la historia negativa no existe: es patología. Jefe nacional es solo aquel que continúa con grandeza la historia de una patria grande. Grandeza rio puede ser servidumbre. La postura de Hitlér reclamando la igualdad- ¿qué menos, puede pedir una nación superior? -de derechos para Alemania tiene en buena parte de Europa el mismo recelo sordo que tiene la postura de Mussolini enviando el águila del Imperio Romano sobre Abisinia, con lo que no crea sino que simplemente continúa un destino imperial en África. Pero es, amigos míos, el pueblo entero el que acompaña a estos hombres. Yo vengo ahora a comprobarlo personalmente a Italia, como lo comprobé en Alemania durante más de medio año. Mientras algunos pobres diarios zurdos españoles seguían hablando de la tiranía hitleriana, yo pude comprobar que jamás el pueblo germano tuvo una aíe; ría de ser como cuando Auolto Hitler tomó ias riendas del Estado impidiendo con un gesto. que era cirugía de urgencia, la muerte total de una nación agónica entre las garras del Ahora los estancos aparecen llenos cíe postales. Una de esas postales representa a Roma, en un círculo blanco, apenas imperceptible, ocho siglos antes de Jesucristo. Otra, representa el dominio romano 146 años antes de Jesucristo, extendiéndose al Sur de Europa, de Macedohia, aparte de la Iberia, con la mancha africana de Cartago. La tercera postal nos presenta el mapa del Imperio en tiempo de Trajano de Asiria y la Mesopotamia por el Asia Menor, por la Tracia, la Dacia y la Dalmacia. c la Galia y la Spagna. De la Germania nórdica por la Liguria y el mar a la Tingitania, la Mauritania, el África Proconsular, el África Cireriaica, La Libia y el Egipto. Como dos enormes y disformes labios, la boca imperial rodea el mar Mediterráneo de Antioquía a Cádiz. El destino imperial de Italia en África,

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