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ABC MADRID 22-04-1936 página 4
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ABC MADRID 22-04-1936 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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Otras notas gráficas de la feria de Sevilla. He aquí el aspecto a- chtal del paseo de la feria, bien distinto del de antaño por la invasión de las automóviles, pero siempre único p- or su animación y por la gracia que le prestan las mujeres sevillanas. (Foto Serrano. Vista panorámica del mercado de ganados en la feria de Sevilla. (Foto Serrano. ¡Llov dejaba hacer o, mejor dicho, deshaber cuanto querían los centros revolucionarios. No contento con esto, destituía fulminante ¡mente a los grandes jefes del Ejército o a los funcionarios de la Policía sospechosos de tibieza hacia el nuevo régimen, destruyendo así las reservas del Estado frente a mn ataque a fondo de los marxistas. Las ¡consecuencias fueron inmediatas y catastróficas. El campo y la ciudad ca. yeron en ple- r na anarquía. Todos los servicios públicos se desorganizaron y las exigencias de los sindicatos obreros se hicieron cada vez más apremiantes. Las huelgas se sucedían unas tras otras. Los soldados abandonaban el frente de la guerra para engrosar las masas rebeldes que, en Petrogrado y en Moscú, desfilaban con banderas rojas o entraban bajo cualquier pretexto en el Parlamento para hacer reclamaciones a sus jefes. Aquello no era una república democrática ni avanzada, sino, sencillamente, el caos. Fue el momento psicológico que eligió Lenín para llegar a Petrogrado, siendo reJcibido con entusiasmo por los obreros, ma: Tinos y soldados rojos. Lenín era el espíritu ei dadero de la revolución rusa. Venía a, dn ígirse a las masas a predicar la paz sin ¿condiciones, a acusar al Gobierno de ser ffl instrumento de los Estados burgueses y caitalistas a anunciarle al pueblo el reparto e la tierra y de la riqueza. El Gobierno, en vez de detener en el acto a Lenín, le dejó instalarse en plena capital con su estado Jmayor bolchevique, y organizar sus comi tés de obreros y soldados j Desde aquel momento ya nada fue capaz Jde detener la vertiginosa trayectoria de la ¿revolución. En vano la Entente consiguió j que el propio Kerensky presidiera un nuevo Gobierno a fin de continuar la guerra al lado de los países occidentales. Todo fue inútil. Fallaban los resortes del mando a los demócratas republicanos, ante el. empuje arrollador deJos marxistas. Kerensky veía con estupor palidecer su efímera popularidad. La í primera intentona bplcheyique pudo ahogarla a tiempo y salvar definitivamente a Rusia del desastre. Pero dejó que los caudillos y el primero, Lenín, se le escaparan. Por lo visto, ya Rusia no tenía remedio, y el levantamiento militar del general Korniloff fracasó, por la traición y el pánico de los- -que debieron auxiliarle, poniendo fin a las esperanzas de un posible resurgimiento nacional. A los pocos meses volvían los bolcheviques emigrados, haciéndose dueños de la capital. En una sola noche, gracias al golpe de audacia de Trotzky, se apoderaban de Petrogrado, asaltaban el Palacio de Invierno, y obligaban al nefasto Kerensky a huir al extranjero. La República rusa había dejado de existir- sepultada bajo sus fracasos y con el advenimiento de Lenín, se inauguraba la dictadura más sangrienta y exterminadora que ha conocido el mundo. ALVARO ALCALÁ GALIANO

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