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ABC MADRID 18-04-1936 página 3
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ABC MADRID 18-04-1936 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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j) jAgíO ILUSTRADO. ANO TRI GESIMOSEGUNDO. 15 CTS NUMERO DIARJÓ G SI MÓSEGU N D ÉJ 15 FUNDADO EL i. DE JUNIO DE 1905 POR D. TQRCUATO LUCA DE TENA O P 1 N 1 ON E S F E M E i: NINAS La b e l l e z a Hace, algún tiempo, tuve ocasión de, visi tar, j i; asiloV; devhuérfanos. I pcas; cosás i He yistp i. eíi mi vida- tan interesantes. Aquellas inocentes, fcriatüfas, privadas del- cariño. íy protepEípn. de sfts padres Cn o puédéñ nienos 1 dé inspirarinfinita compasión. Con exquisita amabilidad, la superiora me fue mostrando todas las dependencias, los dpr. rnitprios, las clases, los baños y cuartos de aseo. Por uno de los balcones entraba fuerte. gritería. -Los niños están en el recreo. ¿Quiere v u s t e d i í v l e a- j o s Abrió- una -puerta y vi sobre un amplio y soféá- do patio un enjambre de niños que jugaban lanzando agudos chillidos. Les contemplé iun. instante, y, cuando ya iba a retira ¿rne, acerté a: ver, allá en el fondo, senta- da éSi üñ batíco, a una- anciana señora tocada de mantilla y modestamente vestida, a quién rodeaba un grupo de chicos, con los cuales departía alegremente. ¿Quién es aquella señora? -pregunté a la- monja. -r. Esi una que, por caridad, viene a ayudarnos Á pesar de sus años, es una trabajadora incansable. Por. su paciencia y amabilidad, los niños la adoran. Cuando algún- áía ílejade venir, la éc han mucho de menos; j Me interesaron estas palabras, y le pregunté si me permitía acercarme, a ella. Con su venia, me fui aproximando al banco de la vieja. Esta levantp la cabeza, meimiró fijamente y me saludó amablemente. -Buenas tardes, Sr. Palacio Valdés. Me conoce, usted? -Si, señor, y usted tal vez me. conozca a mí. -No; r e c u e r d o -Me- llamo Angeles Medina. Quedé un instante suspenso. -Conocí en otro tiempo a una Angeles Medina hija del general Medina. -ÍT- -Pues esa soy yo. 1.3. estupefacción y el asombro se pintaron de tal modo en mis ojos, que la pobre Hiujer bajó los suyos ruborizada. v Angeles Medina había sido la belleza más espléndida de Madrid en mis años juveniles. Cuandoi en la conversación se citábala los nombres, cíe las mujeres! bonitas, la primera que salía a relucir era Angeles Medina. Sobre nosotros, los jóvenes; ejercía verdadera fascinación. En el teatro, los ojos no se apartaban dé ella: en el paseo, la seguía siempre: una escolta de admiradores. Su padre, qué había sido capitán general en va ¡rias provincias, ocupaba a la sazón un alto cargo militar en Madrid. Recordaba que un teniente de húsares se. había, dado un tiro en la frente por ella, suceso: que había hecho mucho ruido en. Madrid. Yo la había encontrado algunas, veces en casa de unos amigos. y me sentía tan atolondrado en su presencia, que ella sonreía maliciosamente adivinando y compadeciendo mi debilidad. JDios niío, qué. estoy viendo! -me decía contemplando aquel vejestorio- escuálido, defor me. Dónde está aquel rostro nacarado, aquellos ojos deslumbradores, aquella es pléndícla cabellera dorada, aquellas manos divinas? Usted no me reconocería, ¿verdad? -me dijo- levantando al fin los ojos- Pues yo sí le he reconocido sin. necesidad ideólas fo- tografías de los: periódicos. El tiempo, es más piadoso con ustedes; que. con nosotras. A nosotras nos; destroza, nos deja con yer- Recuerdo, con profundo (ar, répéntimie, nto, tidas en una piltrafa como la que usted una breves excusas que presente en estas pámira en este momento. ginas, sin autorización formal de los inte- -No exagere usted, señora- -repliqué resados, en nombre de los señores ladrones compadecido. de museos, por los días en que se- cometí -No exagero; usted lo sabe bien. Nuesel, robo en la Catedral de Pamplona. Sucetra suerte es más desgraciada que la de us dió que, impulsado por la- buena -intención tedes. Los hombres, cuando envejecen, ga- de mi alegato, hablé, como todos los defennan más que pierden. No debe importarles sores lo hacen, en primera persona, cuando mucho perder su. juventud y sus gracias, 1 relatan el asesinato cori; robo yíftactura cpporque la compensación es muy fina. U, n metido por sus clientes. Y, sin embargo, ni hombre siempre representa más de viejo estos señores han degollado jamás a nadie, que de joven. Un militar, al hacerse viejo, ni: yo me he llevado gran cosa de ningún llega a general; un abogado a magistrado, museo. senador o ministro, un negociante se hace Ahora ya no me inspiran grandes simparico, uñ literato se hace célebre. A. todos tías, y no me encargaría de; su defensa, aunse les reverencia sin reparar en sus arruque me ofrecieran la mitad en su ñegoq j. gas y su calva. El mundo dobla la cabeza Se han puesto machacones, y esto no resuíra. ante ustedes... Pero una müj. érjbonita, cuan- gracioso nunca; les ha sucedido como, a las do envejeceí. y deja de ser bonita, ¿qué re- criaturas que saben decir palabrotas. La pripresentaren, la i sociedad? Es ¿un objeto de mera vez... ¡Bien está por la primera vez! burla, de irrisión. Pero nonios, alentemos ccfn vnuestra sonrisa. -Está usted equivocada. Una mujer se, Generalmente, estos individuos que; operan casa y se convierte en una respetable maen los museos españoles no son compatriotas dre de familia. nuestros. Vienen desde otros países, en viaje- -Es cierto, pero a condición, de que per- de exploración artística y, como en todos- los 5 viajes de exploración, se llevan lo que puemanezca en- la obscuridad. Cuando una casaden a sus amadas patrias. El investigador da hermOsa. se obstina en brillar, usted sabe bien que sé la mira con desprecio. ¿Pero, del África vuelve cóñ jirafas, Vcolriiillós de las solteras? Yo lie podido casarme, aunque elefantes y un par de jovéheitas negras; el explorador que atraviesa España, reco c dide. unmpdo poco... apetecible. -No tenía fortuna y lqs hombres son tímidos. con las po- bujos de Durero y arquetas árabes. Perpi tenemos derecho a no- cr- eérnos región virbres. Yo fui una figurita de mírame y no gen y a suponer que esas misiones enviadas me toques -Recuerdo que un teniente de húsares por. los críticos de arte de otros países- son i se ha suicidado por usted. El suceso hizo de correspondencia, de intercambio intelectual como tantas otras, lo que nos autoriza mucho ruido en Madrid. a mandar a nuestra. vez, caballeros; inteligen- -Ya lo sé; Dios haya perdonado a aquel infeliz que tenía bien poca, cabeza. Pero no tes y de buen gusto, que- ños prppprdipnen i podía ni debía casarme con él. El tenía so- placer de admirar en España lás- -o- brís más. importantes de los museos extranjérGis. lamente sü paga. Yo no tenía nada. ¿Cómo podríamos vivir? Por otra parte ¡se lo Aún perdida toda benevolencia con que confieso, nunca estuve enamorada de él. pudimos, mirar, y. aun admirar- gn. -día, la- -Esa es la razón verdadera. Casarse con obra de estos señores, na llegamps- a creer un rico sin estar enamorada se comprende que se. trate del kdrón vulgaiv q e- roba en porque hay compensación, pero con un po- un hotel para transformar en- xalderilla o bre, es incomprensible. plata las ropas y alhajas que ik, proporcionó- -Mi padre nunca tuyo gran, fortuna, pe- su trabajo. N o el ladrón d niúseo sabe ro tenía algo y lo perdió en una especula- que estas cosas, por- muy conocidas, tienen ción ruinosa. Los militares no suelen ser Venta difícil. Son, -pudiéramos decirlo así, buenos financieros, y menos aún los héroes compradores sin dinero; adquieren- el objeto como mi padre. Así es que no ha podido para su solaz y no para su beneficio pecudejarme más que una orfandad con la cual niario. Pero también puede sucecícr que sea vivó estrechísiniamente. Y aquí me tiene un áfárupatriótico de revancha: porque bueusted esperando tranquilamente la muerte: y na parte de los museos se llenaron con el trabajando, para, ganar unas. migajas de ca- producto de saqueos y conguistas, -y Jos lariño -p. pr- parte. de estos niños. drones de museos pueden poner tan alto El grupo de ellos que teníamos ceixa nos ejemplo cómo- excusa y justificasílívxle sus contemplaba inmóviles, silenciosos, con los robos. -En este caso, no se ha. dé. tachar de ojos muy abiertos. aventurada mi teoría, ntes expuesta. de la Me sentí conmovido. y apretándole la ma- m sión artística de exploración y tléscübrino la dije: m i e n t o í X I- -Escuche usted- Angeles. En otro tiempo Porque, por humildad, y por. saber- que ja. la he admirado a. usted muchísimo, pero aho- más han puesto atenciáiíjos ¡fee fros oficia ra la respeto, ló cual importa más. les a las t midas indicacionep. mías, no. me- ¡Gracias, muchas gracias! -respondió a, trevo a suponer que ese robo de Segoyia con voz ahogada volviendo la cabeza para tSéa- una, contestación a- ftii. jMíiñ- it) artículoj. ocultar sus lágrimas. sobré el túrismpry. íprincipií) íí. na genial campaña para atracción de forasteros. ¿SI ARMANDO PALACIO VALDES fuera as ppmp no me aventuro a sospechar, sería magnificó! Creaqüe yendí an jos ex 1 tranjer. flSj. eáyíejibrmés, catiti íá 4 -pef. O haLea usted bría qí e anunciarlo ¿éficazrnente en grandes mañana carteles colocados en todas las estaciones ferr. oviarlas del mundo. LADRONES DE

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