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ABC MADRID 15-04-1936 página 49
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ABC MADRID 15-04-1936 página 49

  • EdiciónABC, MADRID
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EL SEÑOR DE BEMBIBRE (CONTINUACIÓN NOVELA POR ENRIQUE GIL Y CARRASCO tivo menos piadoso, los caballeros y aspirantes esquivaban su encierran. Crecían al borde mismo del agua encinas corpulentas conversación. y de ramas pendientes, parecidas a los sauces que aun hoy se Paseábase, pues, solo en uno de los torreones que miraban conservan, chopos altos y doblegadizos como mimbres, que se. hacia Poniente, cuando divisó con sil vista de águila, y acos- mecían al menor soplo del viento, y castaños robustos y de retumbrada a distinguir los objetos a largas distancias en los donda copa. De cuando en cuando una bandada de lavancos y, vastos desiertos de la Siria, a nuestro caballero, que con su gallinetas de agua revolaba por encima describiendo espaciosos paje de lanza iban subiendo a buen paso el agrio repecho que círculos, y luego se precipitaba en los espadáñales de la orilla, conducía y conduce al castillo. Bajo, pues, a la puerta misma o, levantando el vuelo, desaparecía detrás de los encarnados pia recibirlo, no sólo con la cortesía propia- de su clase, sino tam- cachos de las médulas. btén con la. sincera cordialidad que siempre le inspiraba aquel Saldaña tenía clavados los ojos en el lago, mientras don gffllardo mancebo. Alvaro, siguiendo con la vista las orillas del Cua, procuraba ¿De dónde bueno tan temprano? -le dijo abrazándole es- en vano descubrir el monasterio de Villabuena, oculto por un trechamente. recodo de- los montes. -De mi castillo de Bembibre- -respondió el caballero. ¡Dichosas orillas del mar Muerto! -prorrumpió por fin ¡De Bembibre! -contestó el comendador como admira- con un suspiro el. anciano comendador- ¡Cuánto más agradables do- Quiere decir que habéis andado de noche y que vuestra y benditas eran para mí sus arenas que la frescura y lozanía prisa debe de ser muy grande y ejecutiva. que engalanan aquestas orillas t Don Alvaro hizo una señal de afirmación con Ja cabeza, y Aquella repentina exclamación, que revelaba el sentido de el anciano, después de examinarle atentamente, le dijo: sus largas meditaciones, arrancó de su distracción a don Alvaro. Acercóse entonces al templario y le dijo: -i Por el Santo Sepulcro, que tenéis el mismo semblante que teníamos los templarios el día que nos embarcamos para Euro- ¿No confiáis en que los caballos del Temple vuelvan a pa! ¿Qué os ha pasado en este mes, en que no hemos podido beber las aguas del Cedrón? sa echaros la V t. encima? ¡Que si no confío! -exclamó el caballero con una voz se- -Ni yo mismo sabría decíroslo- -respondió don Alvaro- y mejante a la de una trompeta- ¿Y quién sino esta confianza sobre todo aquí- -añadió echando una mirada alrededor, mantiene la hoguera de mi juventud bajo la nieve de estas- -Sí, sí, tenéjs razón- -contestó Saldaña; y asiéndose de su canas? ¿Por qué conservóla mi lado esta espada, si no es por brazo, subió con él al mismo torreón en que antes estaba. la esperanza de lavarla en el Jordán, del orín, de la mengua y j- ¿Qvié és lo que pasa? -preguntó de nuevo el comendador. del vencimiento? El joven; por única respuesta, sacó del seno la carta detona- -Os confieso- -contestó don Alvaro- -que al ver la tormenBeatriz- y se la. entregó. Como era tan breve, el comeridador la ta que parece formarse contra vuestra Orden, algunas veces recorrió de una sola ojeada, y dijo frunciendo el entrecejo de he llegado a dudar de vuestras glorias futuras, y hasta de vuestra una manera casi feroz, aunque en voz baja: existencia. ¡Ira de Dios, señores villanos! ¿Conque queréis acorra- Sí- -replícó él. templario con amargura- ése es: el prelarnos y destrozar además el pecho de gentes que valen algo mio que da Felipe en Francia a. los que le salvaron e, las garras más que vosotros? ¿Y qué habéis pensado? -repuso. volvién- de, un populacho amotinado. Es, sin duda, el que nos prepara dose a don Alvaro. el rey don Jaime por haber criado en nuestro nido el águila- -He pensado arrancarla del convento, aunque hubiese de que con un vuelo glorioso fue a posarse en las mezquitas de romper por medio de todas las lanzas de Castilla; pero llevar- Valencia y las. montañas de Mallorca. Ese tal vez el que don la a mi castillo ofrece muchos riesgos para ella, y venía a pe- Fernando el IV guarda a los únicos caballeros que entre los. diros ayuda y consejo. lobos hambrientos de Castilla no han embestido su mal guar- -Ni uno ni otro os faltarán. Habéis obrado como discreto, dado rebaño. Pero nosotros saldremos de las sombras de la porque si a vuestro castillo os la llevaseis, o tendríais que abrir calumnia como el sol de las tinieblas de la noche; nosotros de grado sus puertas a quien fuese a buscarla, o se encendería abatiremos a los soberbios y levantaremos a los humildes; nosal punto la guerra, cosa que daría gran pesar a vuestro tío y otros reuniremos al mundo al pie del Calvario, y allí comena nadie traería ventaja por ahora. zara para él la Era nueva. -Si yo pudiera esconderla en las cercanías- -repuso don- ¿Habéis oído alguna vez las reflexiones de mi tío? Alvaro- -hasta que pasase el primer alboroto, la pondría des- -Vuestro tío es una estrella limpia y sin manciha en el Cielo pués en un convento de la Puebla de Sanabria, donde es abadesa de nuestra Orden- -replicó el comendador- y tal vez dice veruna parienta mía. dad; pero ¡vuestfb tío se olvida- -añadió con orgulloso entu- -Pues en ese caso -replicó Saldaña- -tfaedla a Cornatel, siasmo- -que el primer don del cielo es él valor, que todavía haporque si a: buscarla vinieren, a fe que no la encontrarán. Junto bita en el corazón de los templarios como en. su tabernáculo saal arroyo, y cubierta con malezas, al lado de una cruz de grado. Acaso es cierto que el orgullo nos h corrompido; piedra; está la mina del astillo, y por allí podéis introducirla. pero ¿quién ha vertido más sangre por la causa de Dios? En mis aposentos no entra nadie, y nadie de consiguiente la ¿Dónde estaban para nosotros el cariñoso calor del hogar doverá, Pero a lo que dice la carta, mucha diligencia habéis me- méstico, el noble ardor de la ciencia y el reposo del claustro? nester para impedir un suceso que ha de quedar concluido pa- ¿Qué nos quedaba sino el poder y la gloria? Cualquiera que sado mañana. sea nuestra culpa, con nuestra sangre la volveremos a lavar y- -Y tanta. -respondió don Alvaro- que esta misma noche con nuestras lágrimas en las ruinas del palacio de David. Pero pienso dar cima a la empresa- -y en seguida, le contó la visita de ¿quiénes son esos gusanos viles que han dejado el Sepulcro de Martina y la traza concertada, que al comendador le pareció Cristo en poder de los perros de Mahoma para juzgarnos a muy bien. nosotros, a quien todo el poder del cielo y del infierno apenas Quedáronse entonces entrambos en silencio, como embebe- fue bastante a arrojar de aquellas riberas? cidos en la contemplación del soberbio punto de viste que ofrecía Calló entonces por un rato, y después, tomando la mano de aquel alcázar reducido y estrecho, pero que, semejante al nido su compañero, le dijo con un acento casi enternecido: de las águilas, dominaba la llanura. Por la parte de Oriente y- -Don Alvaro, vuestra alma es noble y no hay cosa que no Norte le cercaban los precipicio y derrumbaderos horribles) por comprenda; pero vos no sabéis lo que es haber sido dueños cuyo fondo corría el riachuelo que acababa de. pasar don Al- de agüella tierra milagrosa y haberla perdido. Vos no podéis varo, con un ruido sordo y lejano que parecía un continuo ge- imaginaros a Jerusalén en medio de su gloria y majestad. Y mido. Entre Norte y Ocaso se divisaba un trozo de la cercana ahora- -continuó con los ojos casi bañados en lágrimas- ahoribera del Sil, lleno de árboles y verdura, más allá del cual se ra está sentada en la soledad, llorando hilo a hilo en la noche, extendía el gran llano del Bierzo, poblado entonces de monte y sus lágrimas en sus mejillas. El laúd de los trovadores ha cay dehesas, y terminado por las montañas que forman aquel her- llado como las arpas de los profetas, y ambos gimen al son del moso y feraz anfiteatro. El Cua, encubierto por las intermina- viento, colgados de los sauces de Babilonia. Pero nosotros volbles arboledas y sotos de sus orilla? corría por la izquierda al veremos del destierro- -añadió con un tono casi triunfante- -y pie de la cordillera, besando la falda del antiguo Bergidum, y levantaremos otra vez sus murallas con ta espada en una mano bañando el monasterio de Carracedo. Y hacia el Poniente, por y la Uaná en la otra, y entonaremos en sus muros el cántico de fin, el lago azul y transparente de Caarracedp, harto, más xten Moisés- 3 pie de la crnz eti- que murió el Hijo del hombre, tíido que en el día, parecía servir de espejo a los lugares que adornan sus orillas y los montes de suavísimo declive que le, (Continuará) -15

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