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ABC MADRID 11-04-1936 página 4
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ABC MADRID 11-04-1936 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C EN LONDRES Tinglado Más agradable sería escribir con entusiasmo sobre ei resultado de las deliberaciones recientes del Consejo de la Liga, o decir cosas optimistas del fruto de sus reuniones próximas, pero la realidad es que ni los hechos pasados ni las perspectivas lejanas, admiten esta clase de sentimientos. Vuelve a ponerse en evidencia que la Sociedad de las Naciones, instrumento incomparable de cooperación internacional para asuntos técnicos, no políticos, adolece de fundamentales deficiencias para tratar los problemas graves que surgen en las- relaciones entre los pueblos. Hasta tal punto, que la mejor esperanza de solución para éstos estriba en que la Liga se desentienda de ellos por completo, o los abandone tan pronto como sea posible, después de iniciar su examen, a l menos quede localizado el conflicto, como ocurrió en el caso Japón- Mnnchukuo, y cuando la guerra boliviana- paraguaya. El problema italo- ctiope ha mejorado también, en su aspecto internacional más amplio, desde que el Consejo de la Liga y el Comité e los Cinco, y el de los Trece, y las restantes comisiones creadas para evitarlo, suavizarlo o terminarlo, fracasaron en cada uno de estos intentos, y comprendieron que lo más prudente era abandonar la dirección de la guerra, así como su detalle y procedimiento, a los combatientes- entre los cuales se desarrollaba con creciente furia. Rusia, es cierto, siguió haeiendb cuanto estaba de su parte para extender el conflicto, echando leña á! fuego con el noble propósito de darle un carácter mundial. Lo- s representantes del Soviet también ha; hecho lo posible por enconar el problema legal motivado por la ocupación militar del Rhin, v en este cn- o los móviles que les animan son todavía más claros. Al Sr. Lítvinoíf le importa tan poco la invic- hbiiidad de los tratados, incluido eí de Ycrsaliss, co- mo la existencia de Etiopía; p- sro, ademas de desear la caída de Hitlcr tanto como la de Mussolini, y de aprovechar cada oportunidad para complicar las relaciones entre las potencias occidentales, le interesa que el clamoreo alrededor de la infracción cometida por el fiihrcr apague las protestas alemanas contra el espíritu, aun más que la letra, del reciente acuerdo francorruso. Especialmente intenta echar arena- -pimienta, si es posible- -en ojos de los ingleses, para que el pueblo británico deje de ver lo que tan claro vio en un principio: que Alemania tiene la razón de su parte, aunque no pueda apoyarla sobre el derecho y que Francia no corre mayor peligro al restablecerse la soberanía alemana sobre una parte importante del territorio germánico. Si la política internacional de determinadas naciones- -varias de las cuales sostienen desde hace años incesante pugna por rodear a Alemania de inteligencias y amenazas, suficientes para tener ganada la guerra sin declararla y por ende para mantener a dicha nación en estado de perpetua inferioridad- -fuese tan diáfana y tan sencilla como la de la misma Alemania, o como la de Italia, la seguridad europea aumentaría, aun sin ser tan colectiva como algunos pretenden. Esto explica la repugnancia de los ingleses ante los acuerdos que en el Oriente de Europa se vienen forjando desde 1919, siempre con el mismo propósito, y de los que suele ser- partícipe la nación occidental que más necesita la amistad inglesa, y más pronto recurre a ella al menor indicio de peligro. De un lado ve el pueblo británico a países sin colonias, sin primeras materias, pujantes de vitalidad, pero inferiores por decreto, que buscan su salvación por procedimientos muy parecidos a lo? que siguió Inglaterra en otro tiempo, y se guiría otra vez en caso necesario; y, de otro, insistencia en la seguridad colectiva Pactos y alianzas cien veces 1 multiplicados política y actitudes inspiradas por el rece lo, fluctuantes. corregidas cada vez que sur ge un nuevo Gabinete en la lista sin fin d (gabinetes. Es posible que los ministros ingleses de Negocios Extranjeros, animados de los mejores propósitos, pero expuestos a resbalar en terreno tan escurridizo, acaben por cobrarle a estos asuntos el mismo asco que de modo creciente le va tomando el pueblo inglés. Hasta es posible que respiren con alivio ante una actitud tan clara como es la de Hitlcr. cuando ocupa el Rhin, y afirma que del Rhin no sale ni por la fuerza; o cuando el pueblo alemán arroja sus votos en favor del canciller con mayoría tan aplastante que equivale a Unanimidad completa, Así, al menos, no hay dudas; aquí, siquiera, no estamos ante ningún tinglado, sino ante realidades muy sólidas. No es probable que la política exterior de este país varíe después de sus elecciones generales; antes bien, lo que aquí hacen las elecciones es confirmar lo que ya antes era sabido. Esto es mucho, aunque las posturas sear a veces, algo esquinadas, algo tercas. Perqué el peligro mayor de lo otro, de eso. qu. cambia, y sospecha, y teme, y amenaza, y pide socorro, es que acaba por caer bajo la influencia de Rusia, que acecha y espera, y sabe esperar, hasta que encuentra la ocasión de enturbiar las aguas y hacer que los del Oeste olviden que su verdadero enemigo es ella, porque va contra la historia y la civilización, y el porvenir de los pueblos que aun no son del todo revolucionarios víctimas definitivas del odio y la revolución. Luis ANTONIO BOLÍN Londres, 1936. Saldistas, atún, Có calamares Productos pescados en la mejor época del año, las frescas conservas RIBAS son inconfundibles por su sabor; En aceite, al limón, trufadas... Pruébelas: siempre exquisitas CUPÓN PARA EL RECETARIO GRATIS S r e s J Ri b a s e H i ¡os, Ld a. Á p a r t a d 0 17 9 VI GO Sírvanse enviarme gratis su Recetario de platos de pescado SABOR DE MAR Nombre: Dirección:

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