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ABC MADRID 08-04-1936 página 17
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ABC MADRID 08-04-1936 página 17

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C. MIÉRCOLES 8 DE ABRÍL DÉ 1936. EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 17, solvió ilegítimamente? Pues si es así, es ilegítima esa mayoría. ¿Cree S. S. que disolvió legítimamente? Pues no puede ser destituido. Lo que sucede- -siguió diciendo- -es que la mayoría no quiere seguir el camino del artículo 81 de la Constitución porque no tiene quorum y porque tiení temor a la consulta al país. Pero cuando se adoptan estas resoluciones hay que ir a ellas con arrogancia. Vamos a elegir los compromisarios, pero con garantías para todos y con respeto absoluto a la voluntad popular. Los argumentos empleados por el Sr. Prieto son artificiosos. La C. E. D. A. no votará porque quiere que la responsabilidad caiga por entero sobre los que van a vulnerar en su espíritu la esencia de la Constitución y van a liquidar con su acto una República democrática. inlormaciones y noticias culminantes del presente número Págs. La Cámara aprueba, por 238 votos contra cinco, la proposición del Frente Popular, declarando que no era necesario el decreto de disolución de las Cortes anteriores La destitución del Sr. Alcalá Zamora de la presidencia de la República, que ocupa interinamente el presidente de las Cortes, Sr. Martínez Barrio Esta mañana se reúne en Ginebra el Comité de los Trece (de Conciliación) El Ecuador lia levantado las sanciones contra Italia El Negus decreta la movilización general Estalla una bomba en uñ piso de una casa de la calle de Rafael Calvo, en Madrid Detalles de la muerte violenta de un soldado en la Jefatura de Transportes Militares 15 18 33 34 35 47 47 A continuación, el Sr. Maura se enfrentó con la mayoría para decirle que emprendía un camino tortuoso y arrojaba una- mancha sobre el Parlamento, pretendiendo retorcer y tergiversar el alcance del artículo 81 de la Constitución. Un comunista hubo de decirle al Sr. Maura que rielera republicano. Fue un momento dramático para el Sr. Maura, porque en aquel momento una mayoría destituía al señor Alcalá Zamora, y de la misma mayoría salían voces que le negaban a él su carácter de republicano; lo que quiere decir que los dos autores de la República se veían negados por los que se llaman a sí mismos auténticos republicanos. La firmeza de los apostrofes del señor Maura a la mayoría provocaron grandes y prolongados aplausos de la C. E. D. A. que fueron muy comentados luego en los pasillos. Intervienen Jos Sres. Ventosa y Pórtela El Sr. Ventosa pronunció a continuación un magnífico discurso, en el que reprodujo Dor extenso los argumentos que empleó en a la sesión del pasado viernes. La aplicación del artículo 81, en el sentido que le daba la proposición discutida, era arbitraria y significaba una desviación o una superchería. El camino claro era el del artículo 82. La minoría regionalista no podía ni quería compartir la responsabilidad que implicaba la proposición socialista. El Sr. Pórtela debió pasar ayer momentos muy amargos. Combatido por la derecha y por la izquierda, se levantó para declarar que aceptaba el fallo del Parlamento, ya que todos los Poderes emanan del pueblo, y para reconocer su responsabilidad en la disolución de las rxisadas Cortes, porque la pidió y tuvo la iniciativa del decreto del presidente de la República. En cuanto a su no comparecencia en el anterior Parlamento para responder al voto de censura, la explicó de un modo pueril, ya que dijo que aquella Cámara le era adversa. El Sr. Pórtela padeció de nuevo el error de afirmar que el refrendo presidencial sólo afecta a la parte dispositiva de un decreto, lo que provocó grandes rumores. Termina el debate y se produce Ja votación Hablaron después los Sres. Cid, Fernández Castillejos y Pestaña. El primero para denunciar la improcedencia de ló que intentaba la Cámara; el segundo, para dirigir rudos ataques a la mayoría, y el tercero, para buscar una justificación de conciencia al voto afirmativo que pensaba emitir. Se procedió inmediatamente a la votación nominal. Abandonaron el salón de sesiones la C. E. D. A. los monárquicos, los independientes, los progresistas, los radicales, los nacionalistas vascos y los agrarios. Quedaron en el salón todas las minorías que integran el Frente popular y los centristas. Por 238 votos en pro y cinco en contra, éstos dei Sr. Pórtela y cuatro de sus amigos, quedó aprobada la proposición socialista y destituido el presidente de la República. El resultado de la votación fue recibido con vítores y aplausos por los diputados del Frente popular. El Gobierno, mientras tanto, se hallaba en su despacho. El presidente de la Cámara, Sr. Martínez Barrio, había abandonado el sillón presidencial en el momento de comenzar la votación. El Sr. Jiménez Asúa, que presidía, declaró suspendida la sesión hasta tanto qu; se cumplieran los trámites a que inmediatamente daría lugar la proposición que acabát a de aprobarse. Esta suspensión habría de ser por menos de dos horas. El Sr. Calvo Sotelo, en un gran discurso, señala Ja gravedad del precedente y anuncia el vasallaje del nuevo jefe del Estado a Jas fuerzas políticas de la Cámara Muy dueño de su palabra y de su pensamiento, el Sr. Calvo Sotelo, en el gran discurso que ayer pronunció, situó el problema en sus términos verdaderos. Hasta entonces ningún orador había aludido al hecho insólito de que el Gobierno estuviera ausente del debate. El ilustre tribuno monárquico expuso el hecho para que de ello quedara constancia, y, por lo pronto, se afirmó en cuando dijo en las propagandas electorales respecto a la gestión del presidente de la República. El decreto de disolución de las pasadas Cortes fue innecesario; pero eso lo podía decir él y lo podían decir las derechas, pero no la mayoría. El jefe del Estado no extrajo las debidas consecuencias de las Cortes del 33. El decreto de 7 de enero que las disolvió estuvo mal dictado y mal entregado por la forma en que se entregó y por la persona a quien se entregó. Ese decreto debió ser atribuido al partido que gobernaba o a la oposición, que es la única forma en que este problema político puede substanciarse, pero se le dio a quien no tenía partido ni era diputado siquiera. El problema había tomado un aspecto grave, por la insólita proposición socialista. Esa propuesta formulaba un voto de censu- ra al presidente de la República, sin el valor de presentarlo con los trámites legales. La destitución que figura en el artículo 81 es específica, electoral, y por eso la Constitución da facilidades para que se aplique. La otra, la del artículo 82, es más difícil y más complicada, y la mayoría se aparta de ella por comodidad. A continuación, el Sr. Calvo Sotelo hizo una crítica magnífica del actual sistema constitucional, que se presenta lleno de incongruencias, con falta de estabilidad, siguiendo siempre por caminos intermedios, que son los afrentosos. Había que decir simplemente esto: si la disolución de las pasadas Cortes fue necesaria o no. Afirmar o negar será siempre un concepto subjetivo, pero ese concepto tiene que formularse en vista de un hecho: el de las nuevas Cortes. ¿Se daba cuenta la Cámara de la gravedad del acuerdo que iba a adoptar momentos después? Las nuevas Cortes decían que el decreto qut disolvió las anteriores no fue necesario, y, sin embargo, ellas vivían con su representación de izquierdas precisamente por haberse dictado ese decreto. El acuerdo era propio de una convención, porque el argumento del señor Prieto de que la primera proposición abría las puertas a la indisolubilidad de las Cortes, era impresionante, pero carecía de realidad. Un golpe de la mayoría derribaba al presidente de la República. El nuevo presidente obraría siempre bajo un justificado temor y con la conciencia de su vasallaje a las fuerzas políticas de la Cámara. Comentarios No hay para qué subrayar la, efervescencia que se notaba en la Cámara, terminada la votación. Los diputados comentaban el trascendental debate y su resultado, en grandes grupos que se formaron n los pasillos y en el salón de conferencias. En el pasillo de ministros no se podía dar un paso. En él se concentró la atención de todos, porque se deseaba saber qué opinaba el Gobierno y de qué forma iba a darse cumplimiento al acuerdo adaptado por las Cortes. No obstante la trascendencia del acuerdo, los diputados del Frente popular se mostraban satisfechísimos del mismo. Decían que el Parlamento era soberano y que amparado por la Constitución, había resuelto e consonancia con el anhelo de la mayoría. Los diputados de derecha se mostraban asimismo muy complacidos de la jornada. Reconocían que el acuerdo era una extralimitación constitucional, pero entendían que la jornada, políticamente, le había sido favorable a todos los grupos parlamentarios de derecha. Como la razón estaba de su parte y habían sabido exponerla cotí ¡brillantez y con entereza, podían apuntarse este tanto a su favor. Hacían resaltar que la mayoría y el Gobierno habían permanecido en silench, como si estuvieran convencidos del atro- El Sr. Maura apostrofa a la mayoría y dice que va a echar una mancha indeleble sobre la Cámara El Sr. Maura, encarándose con el señor Pórtela, le recordó la escena ocurrida en la Cámara presidencial, hallándose él presente, cuando surgió la crisis del Gobierno Chapaprieta, y aludió al compromiso solemne que adquirió e! Sr. Pórtela de declarar que la disolución de aquellas Cortes era la primera disolución decretada por el jefe del Es- tado, afirmación que provocó largos rumores y que dio al discurso del Sr, Maura un tono de interés extraordinario,

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