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ABC MADRID 05-04-1936 página 8
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ABC MADRID 05-04-1936 página 8

  • EdiciónABC, MADRID
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fcí DON RAMÓN LÁZARO DE DON, PRIMER PRESIDENTE DE LAS CORTES EN l 8 l O pues de pasar por la tortura de tres días de capilla- -gracias a la enérgica intervención del embajador de Inglaterra. Un romántico tan decidido y tenaz, que sin perseguir gloria ni provecho, sacrificó su tranquilidad y arriesgó la vida tan gallardamente en la defensa de un ideal, bien merece que se le recuerde con respeto y admiración. A los cinco meses de funcionar las Cortes, cedió la enfermedad que había azotado a la isla gaditana, y el 20 de febrero de 1811 se trasladaron aquellos valientes legisladores a la capital, eligiendo para continuar sus patrióticas tareas la hermosa iglesia de San Felipe Neri, digno albergue de quienes simbolizaban una de las empresas más gloriosas de la historia de. España. Fue preparado el referido templo en condiciones decorosas, aunque sin lujo ni Ostentación. Se dispusieron galerías- -tribunas, de orden que llamamos ahora -y en el arranque de la media naranja se instaló la destinada para el público, que fue teatro de luchas alborotadas y violentas entre blancos y negros- -así se denominaban absolutistas y constitucionales, respectivamente- -que traían a la memoria las verdaderas tempestades que estallaban en la grada de los teatros de la antigua Roma y que alcanzaban tales proporciones, qus los historiadores del Imperio dicen que sólo era comparable su ruido, al que producían los vientos al agitar las arboledas del monte Gargano. Los bancos para los diputados fueron tapizados con terciopelo rojo, color que ha perdurado en el salón de sesiones hasta las Cortes actuales. En aquella nave augusta, cuna de nuestras libertades, nació la oratoria parlamentaria, española. Allí resplandecieron la palabra brillante y persuasiva de Arguelles, que por su espléndido verbo mereció el justo calificativo de divino; la austera y sólida elocuencia de Calatrava, y el entusiasmo ardiente y juvenil del conde de Toreno; en noble competencia con la unción evangélica compatible con su acendrado amor a la libertad, de Muñoz Torrero, la fantasía emocionante y conmovedora de Nicasio Gallego, y la firmeza de convicciones y acerado carácter de Joaquín Lorenzo Villanueva, sacerdotes ejemplares, que fueron de los más denodados y fervorosos mantenedores del principio de la Soberanía nacional. La oposición, que sostenía las doctrinas reaccionarias, tuvo también paladines esforzados en el seglar Gutiérrez de la Huerta y en los eclesiásticos Jaime Creux, Pedro Inguanzo y Alonso. Cañedo, que combatieron hasta el último reducto la obra constitucional. La Diputación americana, acaudillada por el ilustre y cultísimo José Megía Lequerica, al que secundaban briosamente Fernández de Leiva, Gutiérrez de Terán, Ramos Arispe, Gordoa y Larrazábal, realizó también una campaña benemérita y digna de ser recordada. Continuó la labor de las Cortes, sitiado Cádiz por mar y tierra, con un tesón y una tenacidad que admiró al mundo entero, y al año siguiente, el 19 de marzo de 1812, fecha memorable, quedó aprobada la Constitución y solemnemente promulgada por la Regencia, que presidía el honorable D. Cayetano Valdés. Transcurrido un año, vencido Napoleón en España y limpio Madrid de la ocupación francesa, el Gobierno resolvió trasladarse a la capital de la Monarquía. Ya no tenía razón de ser la residencia de las Cortes en Cádiz, y volvieron a establecerse en San Fernando, prefiriendo para aposentarse el convento de carmelitas descalzos, lugar modesto y pobre, en el que no se hicieron más alteraciones que las indispensables para proseguir su funcionamiento. La irregularidad que significaba que el Poder ejecutivo morase en Madrid y el legislativo en un extremo de la Península, decidió a la Regencia a disponer, al finalizar el año 1813, que la Asamblea soberana se instalase definitivamente en la Corte, en el teatro de los Caños del Peral, que se habilitó provisionalmente. Celebraron allí las pocas sesiones que restaban para terminar la primera legislatura en 19. de febrero de 1814, y para inaugurar la segunda en primero de marzo se preparó debidamente el convento de Agustinos calzados de Doña María de Aragón, convertido después en palacio del Senado. Las sesiones tenían lugar en la iglesia del monasterio, y las oficinas y dependencias funcionaban en el piso bajo del inmediato e d i fi ció del Almirantazgo, que en tiempos de Carlos III fue residencia del primer secretario del despacho, después domicilio del Príncipe de la Paz y más tarde, hasta que fue demolido, ministerio de Marina. El 2 de mayo de 1 8 1 4 conmemoraron las Cortes, con gran solemnidad y férvido entusiasmo, el aniversario de las víctimas que perdieron la vida en aquella gloriosa y heroica jornada, y pocos días después, reintegrado al Trono Fernando VII por el esfuerzo y heroísmo de aquellos hombres inmortales, cometió la felonía, jamás perdonada, de disolver el Parlamento, arrestar a todos los diptuados que votaron la Constitución y después de infligirles vejámenes y hacer que en la prisión les trataran como criminales, les condenó a ser recluidos en los presidios de África. De aquella página deshonrosa y vil, dio cuenta en un interesante libro Joaquín Lorenzo Villanueva, virtuoso sacerdote e insigne diputado, que con viril entereza y cristiana resignación padeció los rigores deaquella persecución infame. NATALIO CONVENTO DE CARMELITAS DESCALZOS, DE SAN FERNiWDQ, DONDE LAS CORTES SE TRASLADARON EN 1 8 1 3 RIVAS

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