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ABC MADRID 05-02-1936 página 14
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ABC MADRID 05-02-1936 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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te, fin o, sencillo, espiritual) Luego llegó el cine parlante, Y entonces se vio claramente para lo que Feyder había ido a Hollywood: para hacer versiones extranjeras de algunos Francia, 1920. En los boulevards de París films yanquis: Si el emperador lo supiera... se encienden todas las noches infinidad de El espectro verde, y una traducción alemana nombres eléctricos. Intermintencias deslum- de Amia Christie, que sólo llegaba a recorbradoras y tenaces dejan perplejos a los dar el original, maravilloso, de Clarence sencillos paseantes nocturnos, y les incitan Brown. Claro está, que pronto se acabaron las a internarse en la oscuridad de cualquier cinematógrafo. Es, simplemente, que en la versiones. ¿Afortunadamente? Afortunadanoche del mundo brillan ya las estrellas del mente para todos, menos para Jacques Feycinema. Sus mágicos destellos llegan de Ita- der. Ramón Novarro le esperaba con sus lia, de Norteamérica, da Alemania, y... ¿de canciones empalagosas y sus suspiros de Francia? Sí: también brillan en Francia, y colegial ruboroso. Y el resultado de esta cocon más intensidad que en ninguna otra, las laboración entre el animador francés y el estrellas del cinema francés. Pero en el mun- salan mejicano fue El hi ¡o del destino y do su presencia pasa casi inadvertida, por- Al despertar. Dos monumentos de cursilería. que Francia no consigue realizar sus pelícu- Feyder, por lo visto, no quería ser menos que las con el equilibrio artístico y comercial su antiguo compañero Abel Gance que, por que exige la exportación. De los estudios de entonces, hacía deshojar margaritas a una París salen obras de arte o melodramas ab- dama enlutada en Matcr Doloroso. surdos y pueriles. No hay término medio. Jean Epstein o León Mathot. Luis Delluc IV o Henry Fescourt. El arte por el arte, o el No necesidad espectáculo por el negocio. Todo esto, claro insistircreemos que haya ahora por qué de en la explicación de los está, es en 1920. Luego... yanquis, cuando ven algún enemigo an los Abel Gance, Marcel L Herbier y Jacques Feyder. La rueda, El Dorado y Grainqueville. El arte llega al espectáculo, y el cine francés llegd al mundo. 1 AC 0 UES FEYDER II No hay crítico ni tan valorizador ni tan objetivo como el tiempo. Cuando Gance, L Herbier y Feyder dieron al cinema francés una de sus mejores épocas, todos se empeñaron en englobar su obra y en trazarle la misma ruta. Equivocadamente, por cierto. ¿Dónde están hoy Gance y L Herbier? Mater Doloroso, y La dama de una noche, nos dan la más elocuente y triste de las respuestas. A Jacques Feyder, en cambio, hay que buscarlo en La kermesse heroica, sin duda, la cumbre más alta de su labor. Por esto, al hablar de Feyder, conviene olvidarse un poco de los demás realizadores de su generación e individualizar su figura. Entre los muchos films que Feyder realizó en la época del cine sin palabras, siete han grabado ya en la historia una huella decisiva e imborrable. De ellos, los más conocidos en España son La Atlántida y Carmen. El primero encierra toda la emoción poética y aventurera del libro de Benoit, que inútilmente buscó Pabst diez años más tarde. Y el segundo nos ofrece una España vigorosa, colorista y con perfiles de raza auténticos, sobre la que se derrama la luz de nuestro sol crudo y luminoso. Pero Feyder, a juzgar por la crítica francesa, tiene films mu os más interesantes y 1 de mayor trascendencia artística. Lucia Derain, por ejemplo, señala Therese Roquín como una de sus películas más decisivas. León Moussinac, en cambio, se decida por L Image. Y otros comentaristas de gemela autoridad, inclinan su preferencia por Visages d enfants o Les nouveaux Messieurs, último film silencioso que animó en Francia. Porque Feyder, como tantos otros directores europeos, también ha tenido un intermedio en Hollywood. IIÍ Jacques Feyder fue a Hollywood para dirigir a Greta Garbo. ¿Qué más podía desear? Hollywood guarda para el artista el gran secreto de la popularidad. En sus naves inmensas se fabrican sueños para todos los habitantes del mundo, que elevan a ídolos a sus creadores. Greta Garbo, además, era entonces- -y casi lo es ahora- -el símbolo, arrollador y victorioso, del triunfo universal del cine. ¿Qué más podía desear Jacques Feyder? Según confesión propia, una so a cosa: hacer cine. Porque él, a pesar de lo que decía contrato, no fue a Hollywood solamente a dirigir a la Garbo. El la dirigió en El beso. (Un buen film, indudablemente, pero que no tenía ningún punto de contacto con toda su obra aterior. La mecánica maravi- J. oretta Yonnq y Jack Oakie. compañeros de llosa de Hollywood había desbordado su ar- Clark Gablc en La llamada de la selv a estudios europeos, le ofrecen un buen contrato para hundirle en la mediocridad y en el fracaso. Por esto, hasta que en Hollywood no comprendieron que el prestigioso pasado de Feyder había sido anulado por la vulgaridad de su presente, -no creyeron oportuno devolverle a Europa. Lo mismo habían hecho anteriormente con Dupont, Robison y Berger, consiguiendo plenamente su propósito. Pero alguna vez tenía que aparecer la excepción. Y la excepción, en este caso, ha sido Jacques Feyder. Su primer film, al volver de Hollywood, fue El signo de la muerte. (Después de una etapa de concesiones, la reivindicación. El drama, atormentador y complejo, de un legionario que intenta, inútilmente, huir de su vida. Y un ambiente africano, denso y agobiador como nunca) Más tarde, Pensión limosas, película de la que no ha llegado a España más que el eco de sus triunfos internacionales. Y finalmente, cuando el cinema francés atraviesa una de sus crisis más peligrosas, cuando toda la labor depuradora e innovadora de Rene Clair ha sido arrollada por una ola de sucia frivolidad, Feyder nos da La kermesse heroica. Algo más que una obra maestra. (Flandes bajo el imperio de España. Un pueblecito luminoso arrimado a un pequeño canal. Luminoso y triste al mismo tiempo, porque los hombres se olvidan del amor. Y un día, unos jinetes cruzan veloces el pueblo, dejando en las esquinas ráfagas de mil aventuras, para anunciar la llegada de unos hombres que vienen del Sur, donde el sol da brillo eterno a la mirada y exalta todas las pasiones... El último film de Feyder, es. por tanto, algo más que una obra de arte. Es una ruta nueva, el principio de un estilo alegre, desenfadado, humano, lleno de emoción... La gran trayectoria del cinema francés, que inició Luis Delluc, que continuó Clair, desviándola y elevándola, no se trunca ahora, cuando parecía inevitable, gracias a Jacques Feyder. Historiadores: ¡tenedlo ea cuenta! RAFAEL GIL HOMENAIE L m á A LA Recibimos la siguiente convocatoria: En estahora alegre y fecunda de la cinematografía nacional, cuando nuestras películas triunfan plenamente ante propios y extraños, lograda ya una calidad técnica y artística que es segura esperanza para el porvenir de la producción española; en febril actividad productores y estudios, más numerosos cada día, con gran beneficio de la economía nacional y de nuestra cultura, surge espontáneamente, como imperativo de justicia la idea de rendirle homenaje de simpatía a C. E. A. (Cinematografía Española Americana) tan popular, tan querida y tan admirada por todos, que, al levantar sus Estudios de Ciudad Lineal, cuando nadie o muy pocos creían en el film sonoro nacional y sus primeros intentos parecían condenados irremediablemente al fracaso, puso la verdadera piedra angular de la cinematografía española. La C. E. A. ha sido estímulo, ejemplo y escuela para todos. La C. E. A. y su más frme puntal Rafael Salgado, con desinterés y la abnegación puestos al ser icio de un alto ideal, le marcó y le abrió al cinema español el único camino posible: el de la calidad. De los Estudios de la C. E. A. han salido esas producciones nacionales que llenan a diario en toda España salas y teatros, las que ya recorren triunfalmente los países hermanos de América y empiezan a difundirse por Europa. En sus Estudios han logrado sus mejores obras nuestros directores y productores y allí se están formando diariamente- -verdadera Universidad del cinema español- -técnicos y artistas que habrán de ser los conquistadores del porvenir. Al reunirnos en cordial banquete alrededor de D. Rafael Salgado, alma y coiazón de la C. E. A. a quien se acaba de otorgar la Medalla de

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