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ABC MADRID 21-01-1936 página 51
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ABC MADRID 21-01-1936 página 51

  • EdiciónABC, MADRID
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ce minutos llega el nuevo goal, tercero de Austria, que produce un nuevo empate. La jugada se ha producido con esa precisión que es característica del fútbol de los maestros vieneses. Partió el avance del centro medio, Smistik, quien pasó la pelota a Bican, el delantero centro. Este, acompañado de Binder, dribló a los defensas, y cerca del marco engañó con un tiro flojo a Eizaguirre, quien se lanzó al lado contrario del por el que entró la pelota. El tanto forjado lentamente se ha visto venir entre el público, y las gentes se preguntan cómo no es substituído el guardameta, que tiene una tarde desafortunada. Ventolrá Es grato y significativo que el personaje del equipo español que destacó sobre todos sus compañeros fuera el catalán Ventolrá. En otras ocasiones, el extremo derecha del equipo azulgrana se ha superado a sí mismo, y, frente a Italia, fue, en Bolonia, el forjador de la victoria española más vibrante, más preciada y más decisiva, porque acaeció en la temporada de los éxitos irrefrenables de la squadra azurra Frente a los austríacos, en esa vanguardia maravillosa que burló cinco veces a los centrales (un goal injustamente anulado por el arbitro) Ventolrá fue el extremo- maravilla, capaz de dar lecciones a Zischek, que, enfrente, creó los mayores peligros para nuestra meta. Tal jugador y tales merecimientos bien merecen ser destacados con fuerza a la hora en que la derrota ha de explicarse por el desfondamiento de varios compañeros, que ni recibieron los golpes con que sañudamente persiguieron a Ventolrá, ni se emplearon con el derroche de ímpetus de que el catalán hizo gala desde el comienzo, en una fusión maravillosa de esfuerzos con sus compañeros de línea. fuerzo sobrehumano para contener el encaje de los virtuosos enemigos. Se juega además muy duramente y Lángara sufre los rigores de los defensas. Los medios austríacos se imponen definitivamente y el equipo español da una deplorable impresión de falta de energías. Está completamente desfondado y el dominio de los extranjeros es apretado y peligrosísimo. En estos momentos, Ciríaco y Zabalo juegan, pero la pesadez de movimientos de aquél no sirven para contrarrestar una precisión de juego como la de los atacantes blancos frente a los que Zabalo es el único valladar. Y a los treinta minutos de juego llega el goal de la victoria austríaca, que también se produce de modo irregular. Escapa el extremo Zischek que fue siempre el más peligroso de su bando, y el centro produce una jugada confusa ante el marco de Eizaguirre, donde los defensas están descolocados, y los medios... perdidos. Bican le cede la pelota a Halhcmann, cae Eizaguirre y Zabalo que está también caído en la misma línea de la meta, detiene la pelota y a duras penas la rechaza. Pero el arbitro que contempla la jugada desde cerca concede el goal y afirma su validez, asegurando que Zabalo estaba dentro del marco cuando rechazó la pelota. Así fue el discutible tanto de la victoria. Después, aún es peor, por falta de línea de medios. Dominan los austríacos que están cerca de marcar un sexto goal en jugadas emocionantes, no por la cíase, sino por la angustia con que se desarrollan. Cuando los delanteros rojos atrapan la pelota, y para ello tienen que descender hasta el centro del campo, todavía llevan nuevos pe 1i gros a Platzner; y aún se lanzan dos comers que producen instantes de emoción, porque Lángara y Ventolrá se lanzan con denuedo al remate, Pero el tiempo transcurre y el bel- ga silba el final con el triunfo de Austria, por cinco goals a cuatro. Un triunfo, que es el fracaso de medio equipo nacional, en una exhibición que fue el mayor éxito del otro medio equipo. -JUAN DEPORTISTA. Notas de un escéptico Habrá que reconocer que los austríacos no solamente nos han ganado al fútbol; también nos han ganado al pronóstico Esperamos que ahora anticipaban en público de España, qué razones se con tanto deleite a nos expliquen los que una victoria segura tenían para entregarla cuchufleta. Los delanteros rojos reaccionan y marcan otra vez A pesar del naufragio de la línea de medios españoles, los delanteros siguen empleándose con enormes entusiasmos, y el ala derecha crea constantes peligros para Aust r i a a los que coopera Lángara, mientras el ala izquierda ha descendido un poco. Sobre todo el extremo catalán no desperdicia jugada y sufre los rigores de ser marcado con una violencia qjie no hace mella en el ánimo de Langenus, al que el público protesta algunas veces. Han transcurrido veinte minutos cuando Ipiña hace un buen cambio de juego y Ventolrá arranca a correr, y ácspués de bordar una jugada pasa retras? So a Luis Regueiro, que empalma un tiro fantástico. Ese goal que ningún guardameta puede parar, y Platzner tampoco. Y así el marcador se pone en cuatro- tres, con nueva ventaja española, trabajada a pulso. Todavía los delanteros rojos siguen demostrando que componen una línea extraordinaria y acechan el marco rival. En una combinación, Ventolrá- Lángara, éste dribla cerca del marco y dispara demasiado fuerte, cuando con empujar la pelota parecía logrado el tanto; y en el público estalla un ¡oh! de desilusión. Cesa de llover y el cansancio de los medios rojos se complica con el nuevo esfuerzo de los medios y delanteros austríacos, que ahora atacan con renovados empeños. Sus pases matemáticos desbordan a nuestras líneas y los peligros son inminentes. Cae lesionado nuevamente Ventolrá, y se retira unos instantes, pero luego vuelve al campo. El público también creía que íbamos a ganar; pero el público no tiene la culpa: al público se lo habían firmado Equipo de España: Vantolrá, Regueiro, Lángara, Eviilín y la no man s land Iraragorri, Por muy ex- wundertcam que sea el wunderteain no se le puede presentar un cinco Con un poco de Ipiña y otro poco de Zabalo... Nos negamos a seguir siendo generosos. Es una injusticia que, cuando llueve sobre un campo, el campo sólo esté encharcado y resbaladizo para los que pierden. Sospechamos que una de las causas que influyeron en la derrota del equipo de España, fue el equipo de Austria. ¡Hombre, si resulta que los austríacos juega i al fútbol Detrás de los atacantes españoles, naide y después de naide ni siquiera el Fuentes. Cuando contemplábanlos las disparatadas salidas de Platser, el portero austríaco, nos consolábamos un poco... No es año de porteros, por lo vista Ahora ya sabemos quién ha enseñado a Alberty a correr la pólvora. De Budapest a Viena apenas hay distancia. Lo mejor de Langenus, ganador en celerífero del primer Burdeos- París año 1890) fue stí estatuaria al ordenar un castigo. Petrificaba una elegante figura de minué. En realidad, lo mejor de Langenus son sus famosas piernas de, jugador de dominó. Pero eso es aparte. Cosas que se oían hace dos o tres días: Los austríacos son lentísimos. í: A los austríacos les dejas llegar a un metro del marco, y ¡nada! Es que no chutan. Con Langenus o es posible perder. ¡Verás qué tío más castizo! No hay como entender mucho de fútbol para ser- feliz. Bueno, ya nos dirá algún día el verás qué tío más castizo por qué anuló aquel goal de Luis Regueiro al final del primer tiempo. Porque nosotros, a la distancia del lugar del suceso en que nos encontrábamos, no vimos nada. Lanqenus podría contestarnos que él no tiene la culpa de que los espectadores estuvieran siempre a gran distancia de todos los lugares de los sucesos. La parte de diluvio fue preciosa. Las alabardas de la lluvia enjaularon a los combatientes, que se batieron entonces cot. w leones. Pero Langenus no sacó sus numeroses medallas de domador y nos estropeó la imagen. Dominio austríaco y empate a cuatro Los medios españoles están borrados; tan sólo algunas veces se ve a Pedro Regueiro, que tiene el extremo menos peligroso a su cargo. Pero por el lado de Ipiña, el agujero es enorme, de tal suerte que Zabalo no sabe a quién atender, y en la duda de acudir al extremo o al interior, los peligros arrecian. Hasta que a los veintisiete minutos, en una internada por el lado de Zischek, Zabalo cede un comer, y aunque este defensa aleja momentáneamente el peligro el extremo recoge la pelota y Bican, bien colocado, remata desde muy cerca, sin que Eizaguirre, despistado, haga nada por detener la pelota. El empate a cuatro goals causa la natural decepción, sobre todo por la desoladora falta de portero. El goal de la victoria de Austria y el naufragio de España Todavía se lanzan al ataque los delanteros con la esperanza de lograr el tanto de la victoria; pero ya los austríacos están con la vista fija en el cronómetro y además físicamente se conservan mucho mejor que los nuestros, cuya línea media está borrada y- donde la defensa tiene que hacer un es-

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