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ABC MADRID 16-01-1936 página 9
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ABC MADRID 16-01-1936 página 9

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página9
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ver este apacible capitán de fragata, sólo preocupado con poner en su punto el lente cíel prismático, con el héroe del casco de acero que aparece en esta otra foto, cuya mirada desafía y traspasa los mayores obstáculos? Juzgad, lectores, del acierto de tal apreciación: he aquí dichas fotografías... y dan fe. Días después vuelo hacia la plaza de Venecia: Mussolini va hablar a sus masas. La totalidad de la plaza, las avenidas laderas, los monumentos colindantes, las casas del rededor están cubiertos por compacta, fanática muchedumbre. Ábrese bruscamente la ventanilla sobre el único balconcillo hecho- ¿exprofeso? -para tribuna del duce. Sale Mussolini entre ovaciones. Camisa negra, mandíbulas poderosas, exageradas, insaciables; ojos de relámpago, cráneo de bloque de hierro... Habla, y la voz que oí melodiosa es metálica. Sus palabras son acero; sus gestos, poder; sus deseos, ambición; su elogio, obediencia; su mando, electricidad. ¿A dónde está el verso de Verlaine o Lamartine? La poesía, ahora, son esas masas. ¿La música? La Gtovanetta- -su himno- ¿El deporte? Los Bolillas. ¿La literatura? Dictadura. El suave pacifista logra testa de. César, por la exteriorización de su inquebrantable energía. Este es el triunfador, el merecedor de la inmortalidad por un capitulito en la Historia y, en la ciudad de Ronia, por el Estadio Mussolini de profusas estatuas, que aun puede cambiar de nombre un día, y por aquel famoso monolite sobre el que letras gigantescas rezan: Mussolini, Duce como pudieran rezar: Mussolini, Rex ¿Lo confesaré? Sufrí dolorosa desilusión: me parece superior el otro HILDA DE TOLEDANO ría o Ineficaz. Los hé v. istbj llorar, al despedir tropas en las estaciones; pero ninguno, ni el que marchase o el ¡que permaneciera en la tierra- madre, dudaba; ni un momento que está guerra es un hecho irremediable e inaplazable para el bien de su patria. Su fe- -ciega- -imponía respeto... i por lo menos. A punto estaba de pedirle la opinión sobre el particular a mi aniáble interlocutor: el respetable filósofo a quién vengo refiriéndomeJ Ahora declama en francés y a mi honor, un verso de Verlainej, otro de Lamartine. i -No hables de poIítica- 4- me advierte muy a tiempo, al oído, el españjoL De la poesía, desvía de próntoi la conversación hacia la música, el deporte el periodismo, manifestando el extraño personaje éxtraon diarios conocimientos en cada uno de los detalles de esta pequeña enciclopedia. Fuera del vulgo, completamente se me antojaba él sujeto. Fijándome en su rostro, quiero recordar de un parecido, ¡pero, ¿con quién, Dios mío? Esas facciones ¡las he visto mil voces, pero vigorizadas, aceradas, se dijera esculpidas, en una fuerza y una voluntad que este hombre no posee, indudablemente. Levántase y dispuesto para marchar, básame la mano. Cuando tía desaparecido, comento con alguna ligereza: -Muy interesante es ese! caballero... ¿Quién es? Estrepitosas carcajadas y! miradas redondas de asombro contestan; mi pregunta. Amable la dueña de la casa que pone rápido término a mi perplejidad. -Es Mussolini... Sí, el djice en persona, pero no le extrañe a usted su confusión: ¡es tan distinto el amigo quieto y reposado del caudillo eternamente atormentado por la preocupación de su patria ¡M i r e usted esta foto: aquí está asistiendo a; ima ¡fiesta marítima a orillas del Adriático; ¿Qué tiene que

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