ABC MADRID 16-01-1936 página 6
- EdiciónABC, MADRID
- Página6
- Fecha de publicación16/01/1936
- ID0000329354
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PARADOJAS DEL DIVO Y EL El héroe y 3 as masas Ahora resulta que el teatro soviético, como todo lo soviético, da niaicha atrás y se aburguesa. Y, ea vez de someter el héroe a lab mas s, somete las masas al héroe. Por tatito, el teatro de las masas ha sido flor de un día, rosa de Malherbe, heno de la epístola moral. Ame el hecho difcienicial insignes teatrólogos i b teu tan interesante prcblemi. ¿Ha tic prevalecer en las obras el antiguo sistema del ái isino o el moaorno de los conjuntos? Esto es, ¿debe someterse la acción al herce o al coro r El ímputu con que el teatro soviético alacó al divioino paia n lantaor el eonjuntis mo, no pioccde Je ya ic eoícgia artística, sino de su programa social. Y, a su ez, la resistencia con que los teatros europeos- -singularmente el italiano, el francés, el inglés, el mismo polaco- -mar- tienen al protagonista sobre los comparsas, no siurge de un programa social, i MÍO de un k t e i artístico. Como en el vorso virgiliano- -Latet inguis in herba- -ipor debajo del indumento dramático pulula la lucha de clases A este propósito, el más ardiente apóstol del teatro soviético, -traductor y divulgador de sus principales obras- -hemos nombrado al italiano Efctorc Lo Caíto- -pone el dedo en la llaga cuando escribe: La crítica teatral de hoy puede decirse que está limitada a señalar los méritos o los defectos de las nuevas obras, desde el pui o de visita de su ideología. A destacar est orientación conti buj ó notablemente el decreto de SUillin donde se ordena a las entidades literarias, singularmente z. las teatrales, abatir c teatro bmgués. con sus flaquezas, sus vicios, tus corrupciones, sus catástrofes sociales y políticas, en que el pueblo sólo es cornpaisa, y exaltar la audaz epopeya roja, en que no hay más héroe que el pueblo. Toro a esta arremetida contra el hé. oe individual i espondeo dramaturgos tan proceres enmt Bernard Shaw, como Pirandello, como Jules Romains, en cuyas úlíim- is producciones se afirma el individualismo cscéinco. Frente ai Teatro de masas de Vinschcski, de Piscator, de To Jcr, de Elmer Rice, fe alza ol Teatro de héroes, de Táiroí, de Max Reinhardt, de Pkoef, de Eva La GaHie ine, pong- ames por teatrólogos modernísimos. La Idea y! a Máquina Qué es todo ello sino resucitar las viejas luchas griegas entre el Héroe y el Coro? La importancia del Coro griego excede, en mucho, a la de las Masas contemporáneas. Desde las Oceánidas, en el Prometeo, de Esquilo, a los Hortelanos, en La Paz, de Aristófanes, su intervención no sólo es glosa y comentario, sino orientación y doctrina. Por mucho que Piscátor o Vincheskin lo exalten en la escena moderna, nunca podrá alcanzar el imperio emotivo e intelectivo que en los teatro- de la Hélade. Y, sin embargo, en los teatros griegos, el Coro gira en torno al Héroe. Lo que realmente queda en pie, retando a los siglos, no es ciertamente el grupo de tebanos, sino la figura de Edipo. Ni las esclavas argivas, sino Electra. Del mismo modo, Shakespeare no es el coro de cortesanos o de cómicos sino Hamlet. 2 i Calderón la behetría, si 10 Pedro Crespo. Ni Moliere lo- laca os y barbilindos, sino Harp? s; on. Se traía, pues, de novedades viejas. Luchas entre el Héroe y el Coro, ahora entre el Divo y el Conjunto, avivadas, no sólo por la ideología, sino por la escenografía. A la simplicidad escénica del corroo griego, que tiene por todo institrncuto a ca átul; o del Batihoja evüano. que ¡o v el letrero Selva, en lugai de una decornCJjn de Bos- Sudermann en Alemania, como Sem Ber. elli en Italia, no gozaron de la general admiración de sus coetáneos y coterráneos, pero sus obras fueron pronto vertidas a todos los idiomas, 3 los públicos extraños gustaron más 5 C las producciones sudermanI nianas, justificando el castizo refrán espa 1 ño de que nadie es profeta en su tierra. A nuestra lengua v- ermicula están traduc. dos los má- definidores dramas del gran poeta discípulo de Juan Hopfen, con los títulos El rincón de la elicidad, Magda y El hogar. En ellos, además de su pura esencia naturalista late un fuerte espíritu crítico, una despiadada sátira y una arriscada indepenpara La lucha final, de Pagádin- -obras dencia que le produjo disgustos y sinsabores maestras del Teatro de Masas- -la represen- a derecha e izquierda, y que movió a estación de Filoctetess, en las Arenas, de Be- cribir a uno de ios más caracterizados crí. iers, o de Fcdra, en el Anfiteatro, de Ráve- ticos alemanes estas sensatas palabras: Perna- -obras maestras del Teatro de. Héroes- -turbador) audaz en los terrenos de la obborra toda memoria de la maquinaria mo- servación psicológica, demagogo y socialisderna. ta utópico en las tesis político- sociales, que Porque entre la Idea y la Máquina, la campeaban en sus dramas, fue el ídolo de los Idea es siempre r- astro y la Máquina siem- socialistas y rc olucionarios cuando halagaba pre el satélite. Como entre el Héroe y las sus pasiones o ensalzaba sus utopías, pero Masas, las Masas son siempre la Máquina que se apresuraban a ultrajarle ruidosamente y el Héroe siempre la Idea. siempre que satirizaba sus abusos o criticaba sus desmanes, como en su drama Der CRISTÓBAL DE CASTRO Sturmqesclle Sócrates. Como Benavente, nq gustaba de que le encasillasen en un matiz, y así, pese a sus preferencias izquierdistas y socializantes, él supo mejor que nadie, porque les conocía, Sudermann, o ei dramaturgo cos- decirles verdades arrargas unas veces, y otras les alentó con entusiasmo. tumbrista Su naturalismo violento y su sectarismo chocó muchas veces con la censura, que Cuando murió Sudermann. en Berlín, en rara vez consintió la representación íntegra 1928, poco tenía ya de aquella crespa y ende sus dramas, y algunas veces suspendió marañada cabellera de su juventud inquieta y difícil, de su mirada aguda y penetran- las funciones promoviéndose violentos este, bajo espesas cejas, tan negras y pobla- cándalos y discusiones que culminaron con el estreno de El fin de Gomorra, que sidas como su luenga barba, y de su prestigio, lentamente oscurecido al punto que hizo ex- guió inmediatamente a El honor, y que diclamar al crítico francés Piquet: Debió mo- idió al público en dos bandos enconadírir en 1906 refiriéndose a su época es- simos, partidarios unos de la censura, y otros de la libertad del teatro. plendorosa. Tanto en El honor como en El fin de Y, sin embargo, Sudermann representa en Gomorra, la dramática alemana uno de los más fuer- la sociedadSudcimann ataca violentamente a y llegando tes baluartes escénicos de la tendencia na- a expresiones costumbres berlinesas, tono dede violencia y a un turalista y ocupó uno de los más destacauna mordacidad insospechada. dos puestos en la escena universal. No llegó, moledor deescribió Litzmann a este propórazón de modo fácil ni rápido. Su carrera lite- Con estas justas y definidoras palabras: Suraria fue penuriosa, y la vocación surgió un sito puesto al descubierto poco tarde. Hijo de unos anabaptistas oriun- dermann ha civilización alemana el cáncer de nuestra moderna, dos de Holanda, nacido en Matzicken, en la aquel que padecen precisamente los represenverde Prusia Oriental, muy pronto se dedicó tantes más poderosos y los más influyentes a los estudios y cursó Historia, Liltcratura de la fortuna pública. y Filología, en las Universidades de Kónigs- de la inteligenciaa ysus contemporáneos ese El ber y Berlín. Por entonces sintió deseos de mal ha mostrado entrañas y que todos los que roe las propagar sus sentimientos en forma escrita que se interesan por el bien moral de nuesy se dedicó al periodismo. No obstante su Lro pueblo ven crecer y desenvolverse cada entusiasmo y cultura universitaria, su labor vez más. Su obra es una medicina. Pero íué gris, y aunque publicó muchos cuentos, ¡ay! que aquellos a el drama su nombre era desconocido y su labor ano- ba cerraron los ojosquienes, negaron aatacase voldina. En aquella época escribió una novela verlos a abrir porquey el amargo remedio v algunos dramas que nadie quiso repre- no les agradaba. sentar. Sudermann, el Sardou germánico, como le Hasta 1888, su nombre oscuro carecía de ecos propios. En este año púsose en escena motejaron varios comentaristas teatrales, aunque estudió y combatió las costumbres u Ehre, que constituyó un éxito tan extraordinario que su nombre, de una vez, con- berlinesas, supo dar a su teatro cierto sensiguió la admiración de las gentes, y al tido de universalidad de humanismo hondo is ual que Pirandeilo, muchos años después, míe le sirvió para traspalar sus fronteras y el público y la crítica empezó a gustar de triunfal en naíses remólos, a pesar de otras psicologías y sentimientos. us creaciones novelísticas y de sus cuentos, Su obra dramática tiene indubitable inen los que antes no había reparado, siendo fluencia extranjera. Adler señaló con persFrau Sorge de las narraciones más celepicacia y acierto, notorias coincidencia enbradas. tre su drama Nora, y La casa de- muñecas, de Ibscn, autor que más influyó en Sudermann, aunque también se advierten las de Dumas y Óscar Wilde, cuya Salomé tanta huella marco en el autor de Magda. kf SBWm raiLfaK- k 3 S. 3 seta p a s t i l l a Otra vez vuelve a reconquistar, después Venta en todas droguerías y despachos de Plata Menesos de Espeña. Barcelona: Fer- de muerto, el puesto que merece por su esnando, 19; Bilbao: Bidebarrieta, 12; Valen- píritu y sus condiciones y capacidad de dramatu- go recio y seguro en sus const- ríjeciocia: Paz, o; Sevilla: Francos, 16. nes escénicas, que resisten bien jas incleMOTORES X MATERIAL ELÉCTRICO mencias críticas de íta? tiempos transcurridos y a I r modas teatrales luego y ahora más en boga... MADK 1 -MARQUES DE CUBAS, 5 E. ESTEVEZ- ORTEGA que, suceden hoy las maquinarias del Pigalle, en París, con cañones auténticos; o las del Deustcher Theater, de Berlín, con las quince góndolas de Ótelo; o las del Teatro de la Revolución, de Moscú, con los doscientos soldados rojos de Rubanóvich. Pero, en este inventario escenográfico, se olvida un formidable hecho diferencial a saber: que toda maravillosa maquinaria montada para el Teatro de Masas, tan moderno, es cosa precaria y mezquina junto a la maquinaria que exigen las obras antiguas, el Teatro de Héroe. MASCARA EXÓTICA