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ABC MADRID 25-11-1934 página 11
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ABC MADRID 25-11-1934 página 11

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página11
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Han salido ya les negros cielos envarillados de los armarios, de esas cajas grai des donde el invierno pasa el verano entre naftalina y alcanfor. Allí estaban, algunos en los ataúdes de sus estuches flaquísimos, esperando la lluvia que encharca los jardines que los poetas sueñan. Pocos fueron comprados por sus actuales poseedores. La falta de imaginación de las gentes llega a su colmo regalando palos con vitela y sin ella: paraguas y bastones. Otros adquieren cédula posesoria de mala manera: por el olvido de unos; por el cambiazo descarado ue da el fresco de paraguas de ocho pesetas al paraguas del médico con puño de platll y de oro; por milagro también, porque el paraguas florece espontáneamente en la. mano, y alguna vez se trae a casa un paraguas misterioso que diñare que los ángeles de la lluvia nos dejaron caer del cielo sin que lo advirtiésemos siquiera. El paraguas, especie dé sombrilla de lu: to, nos orientalfea un poco a todos y nos vuelve equilibristas de esta cuerda floja que. es la vida pasada por agua. Discurre la Humanidad con el paraguas por el caracol urbano, sorteando faroj s, enganchándose con Jas cosas menos onganchabíes del mundo y viviendo también yj vida, una vida muy injustamente olvidada, o mejor, aun desconocida. Distraído hace falta ser, en efecto, para no notar que existen paraguas machos y paraguas hembras. Y hasta paraguas indecisos. De otro modo no se explica ese codeo que se traen Jos paraguas, y esas pasiones violentas quejlevan a un paraguas a prenderse a otro, e incluso a herir a su rival clavándole Jas uñas en la tela hasta desgarrarlo, mientras el dueño, víctima, exclama como el dueño del perro mordido por otro perro que va sin bozal: ¡Caramba, ya podía usted tener cuidado con su paraguas! El paraguas está perdiendo adeptos día por día, invierno por invierno. Va corriendo de las ciudades a las aldeas, y acabará su vida recostado en las puertas de esas tiendas de los pueblos pequeños, donde se venden garbanzos, alpargatas, sellos de Correo, jabón, jamón, etc. mientras juegan al dominó los hombres que dejan; el paraguas cómo la caballería. Personaje, de la vijia española, él paraguas tiene también razas y tipos. Del para- guas aldeano del bueji cura párroco al paraguas del americanín del Norte, traído de las Indias ultramarinas: del paraguas ciudadano de mujer al paraguas enorme de los abrecoches y porteros de hotel; del paraguas de la criada que parece forrado cotí seda de rnedig. gorda al paraguas del caballero, fin de siglo, con hotigo color café, hay una verdadera etnología complicada y sutil. Por último, después del juego que dan los paraguas para la superstición, es justo mostrarles cierto agradecimiento en nombre del amor. Nada menos Ovidio, en su arte de amar, no hubiera olvidado el paraguas de haber existido, como magnifico pretexto de abordaje a la mujer que nos interesa unos cuantos años máa tarde deY Ovidio, el paraguas empieza a ser un tema frivolo de la vida musical, desde El amif g Melquíades hasta la preocupación del cine sonoro, en el que los paraguas tienen un puesto de (honor, casi ca. fii corrió la planta rara de ur a naturaleza muerta que riega el cielo. Rsto sin contar con el buen resultado que í iempre han dado en los vauHeviUes. cuando los elementos se ponen de acuerdo para abreviar las despedidas. Los hay melancólicos, como los paraguas del hombre enfermo, que tose debajo de la cúpula negra, haciendo temblar todas gotas, haciendo llover de nuevo. Los hay alegres y juguetones y los hay vagabundos y pelmazos, paraguas que huyen de sus dueños y hay que llevarlos a esos asilos de paraguas, golfos que hay en las grandes ciudades. Por último, si nace, en Madrid por la Puerta del Sol y Carretas principalmente, envejece, sufre operaciones quirúrgicas y muere. Sin contar con ía locura que padecen de vez en cuando. ¿No han visto ustedes ese paragtias impúdico que se levanta las faldas poniendo en un compromiso a su dueño, que no sabe qué hacer con el paraguas vuelto y enloquecido? Sinsombrerístas y sinparagüistas andan, transformando la fisonomía de la ciudad. Si abandonamos al paraguas, ¿cómo van a hacerse esas fotografías impresionantes de los entierros de los grandes hombres en los que la lluvia se asocia al duelo? Picaresco y sentimental, patético y cómico el paraguas está pidiendo a voces la rehabilitaCióa dé su importancia sobre nuestra indiferencia. CESAR X 1 ÚUZALEZ- RUÁXÓ Techo amable y discreto para las parejas, sirve para ocultarse y para resistir unos minutos más rv lapuerta de la casa de ella

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