Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 30-10-1934 página 20
ABC MADRID 30-10-1934 página 20
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 30-10-1934 página 20

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página20
Más información

Descripción

A B C. MARTES 30 DE- OCTUBRE B E I 9 3 4 EDICIÓN DE LA MAÑANA. PAG. 20. SesapsSecidq durante los sucesos; ayer qui- simos visitar su casa, a la que nos encaminamcs en compañía de un bonachón y rústico r a de aldea, a quien sorprendieron. aquí. los acontecimientos y cuya amistad fácil y pegadiza como el olor del tomillo del monte prendió en seguida en nuestro espíritu. Duraste el camino, nuestro acompañante relató, sin callarse, la vida entre los rapaces de supueblo, enclavado en el monte y lejano del tren. Ante la amenaza revolucionaría se desipertó su sagacidad y vino a Oviedo con sus últimas 50 pesetas en el bolsillo. Nada cobró en un año y. apenas espera nada y ni. siquiera los 8 b céntimos diarios que le corresponden del: retiro oficial. ¿Triste miseria de sotana! Y no obstante, el odio ametralló a 10 ó 12 infelices páirrocos, como este hombre desventurado. He aquí la casa del canónigo, un piso tercero de la calle- de. Santa Ana. Portal desconchado, escalera obscura, carcomidos. y estrechos peldaños; alcanzamos el piso fatigados, y al sonido de la campanilla, apagado y débil, acude. la sobrina, que abre la puerta con rostro de terror. Con la presencia de dos desconocidos, un cura y un seglar, cree, hallarse ante la confirmación de la. noticia del asesinato. No hay saludos ni casi palabras, a penas apagada cortesía de la pobre mujer, entre lágrimas y sollozos. -El lunes 8- -nos relata al fin, llanamente y con voz apretada, pero sin ninguna afecta- ci. ón de su dolor- -entró en la casa un rapaz, diciendo que era menester abandonarla, por- que la Catedral iba a ser bombardeada. El canónigo y- provisor de la diócesis, D. Juan. Puertes, que residía solo en el Palacio del. Obispo, había acudido a ref ugiarse en casa de D. Aurelio, y todos tres, la sobrina y los... dos sacerdotes, permanecieron allí dos días en silencio y con el corazón angustiado. A las tres de la tarde oyeron en la escalera pasos y frases en voz alta; -después, una fuerte llamada de la campanilla. Acudió la sobrina. Seis o siete hombres armados de fusiles y con pistolas en las manos invadieron el estrecho y- obscuro pasillo, decorado con un papel grasiento y desgarrado a trozos. Uno de ellos preguntó 1: ¿Dog Aurelio Gago? Eh curarse lenvántó lentamente de, la. silla en que íes. peraba hacía tantas horas. -Serviqpr- T- contestó simplemente. -Venga con nosotros- Don: Aurelio se incorporó; í- Guando se lo llevaron- -dice la sobrina, agitada por la angustia del relato- -vestía un chaleco de punto que yo le hice, de color gris. Aúálconservo de él: un poco de. lana... Laí americana era de rayas amarillas, que dióle e! -vecino de abajo, los pantalones con piezucas que púsele. yo y que reconocería en el acto si me lo presentaran para identificarlo. Para mí fue siempre un padre, señor, y yo era igualr que su hija; era lo único que uno y otro teníamos en el mundo. Salieron los dos curas, D. Aurelio delante y cogida a su brazo la sobrina, demudada, sin querer soltarle, con pena nerviosa. Detrás, el Sr. Puertes, también de paisano, con andar resignado y baja la; cabeza. -No les fiagan: daño- mecía, acongojada, la. mujer, que no hicieron nunca mal a nadie; miren que sólo hicieron estudiar... ¡Ah! Éí profesor del Seminario, el padre Gago, no tuyo en su vida, en efecto, más que sus pobres, libros. En unos desvencijados estantes están alineados ahté nosotros, en la habitación inmediata. A su lado, una. mesita, con más libros, periódicos y cuartillas escritas. Alíorá todo está en reposo, y se observa que aquel aislamiento consuniió una vida. -Mire, señor: Así dejp su cuarto. No hacía mangue estudiar. Todo el día estudiaba en esos libros que ahora están ahí esperando, como los dejó. Cuentan algunas nif- jeres que vieron llegar a los dos curas entre sus guardianes, frente a la calle. de CimadeviHa. Don Aurelio Gago, ya en ¡a escalera; se- Á parado rudamente de Su sobrina que oyó la amenaza brutal de morir con un agujero de bala en el vientre, debió sentir la: falta de la débil ayuda: -Sobrina, no mé abandones. ¡Tío! ¡Tío! ¡Adiós, sobrina! ¡adiós, Manolina! ¡Nunca nos volveremos a ver. -i No les hagan daño, que son muy buenos! Miren que no se ocuparon de nada más que para estudiar; ¡no les hagan daño. t No 1 les hagan daño... En CimadeviHa. se perdió ya el rastro. Violes una mujer llegar hasta, cerca dé Collado. La calle estaba llena de hombres con fusiles, y los disparos eran incesantes. La casa del cura quedó callada, con una especie de quietud eterna; muertos los libros y extinguida aquella paz de los atardeceres en que la sobrina que veía caer, la luz haciendo punto, de lana, oía rechinar en tiempos felices el llavín de la puerta, y en el pasillo se. dibujaba la. sombra confusa de la sotana de su tío el cura. Todo, esto, ya, no es. La revolución acabó con D. Aurelio, que mantenía aquel hogar, un poco helado, con sus ocho -duros mensuales de la cátedra del Seminario, y los treinta o cuarenta que podría recoger entre todas sus restantes actividades, porque con la luz de su saber- -magno respeto para las almas -nobles- -había logrado el acomodo correspondiente a la tercera dignidad del Obispado, aunque su peculio fuese inferior al- de un peón de mozo de las minas. La revolución acabó con D. Aurelio y con su compañero, el provisor, que siguir El ilustre doctor A. Presta, presi dente de la Comisión directiva de los Dispensarios del Patronato de Catalu Sa para la Jjucha. contra la Tirtiércm loéis, lia emitido el certificado si- guíente; Que de los numerosísimos ensayos, practicados durante años en los enfermos concurrentes a los mismos, con el producto farmacéutico Histógeno Llopis se desprende la alta utiliáatl del mismo en el tratamiento de dichos enfermos, de manifiesta eficacia en los issapeteníes y depauperados.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.