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ABC MADRID 29-03-1934 página 8
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ABC MADRID 29-03-1934 página 8

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página8
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V- -Jesús- ya ha muerto. Kr T ji p r P b? El c r í r n adveró la verdad que decía y- osé. -Potícío se extrañaba. r- -Si. tardan en morir en la cruz algunos días... El esclavo, habló también a su amo, de. rodillas; ¡Al morir, el velo del templo se ha rasgaio en dos! ¡Se han abierto muchos sepstens... P o U á ó un. grito, apretándose con los puños I pecho. -j. -ra un dios! ¡Daba testimonio de la v- -ufad! ¡La verdad! -comentó Poncio sonriendo- Al oírle en el pretorio: Todo aquel que pertenece a la verdad, escucha mi voz yo le he preguntado: J O ¿es la verdad... Y él no me ha respondido, IV -N o se puede comprender a este nuevo dios con la mente- -se decía Porcia- hay que Cnrnr renfVrle con el corazón. Es una doctrina 1 la- soya para sentirla. Sus esclavas se esmeraban en el tocado, p u í s i t ó H s amifros de Vitelio eran: persóii. j s di- tipiH- ís. Las cajitas de cedro y mar y los twr os -de ónix y alabastro, haJi wn facilitado sus cerradas esencias y cíénias olea. as, y sus arates laurino y mepralio, los V os de cuerao de r i t i é r o n te y los u. Rfr ¡bstst- nns de vibrio. Porcia nó se iv; r- ba cn el- éspeio de metal, abstraída en c i t a c i o n e s mientras sus esclavas manipuKb n su cuerpo. -Ní -stros dioses son como nosotros; Cuando morimos, la vi t r Nuestra némesís es ver la ii nnrt Jl 4- 4 y no poder alcanzarla. ¡OV, sr ci eruél s- í. 5 í. tros dJí es! En- s hra A; pf áan Isa e s c i t a el espínter fioT rri -i ur i serpiente de seis vueltas y. son r s t s? üetes de oro. -En sus orejas, s. rT Xn as e Egipto, dos escambajos de rubíes. En su cuello, el collar de esmeraldas imi a. Ti o- l.o jas 1 de vid, alternadas, con chapiia ¿e p! ía, máscaras de silenos. En los dos. f -irios ffismos de- cada, mano, sortijas de cr S 2 tas, y wir. S aritás blancas, la. presea mis es S 5; Ve Roma. En sus tobillos, ajorcas de s? -ííá vcas y amatistas. -p; S ea ruestros dioses como en personas d 1 a fir- íiia. que puc, i. n ser s agradakles o Iryr- j s, movidas por envidias placares y recc s. La doctnna de ese crucificado, cono p- xa ambrosía, enciende y re esca, aclara qp T os p zf rtn. vRfotos, fá? tbntáiidolós. Y nrw ¡ra h í o a arnjba. -w ás de paloma. Ya estaba vestida v prendían sobre su túnica la ed. ola azul y anudaban sus CT 4 S d J b! é suvJa. Porcia, esforzándose por apa réqer traD q- uila, se dirigió a: la exedra. En un ánpilo, el triclinio de tres lechos. Poncio presidía y los otros dos comensales eñtrctéíiíah la espera, con el pretor, pellizcando aperitivos: huevos en salmuera, aceitunas y cides avinagradas. Saludaron a Porcia con sonoras salves, y ésta se sentó junto a su: esposo. Las esclavas les ciñeron coronas, de hojas de tilo entretejidas de rosas de Jéricó y les anudaron las mapas al cuello. Otras, con abanicos de pavo real, agitaban el pesa: do airé para moderar el calor. Hasta la hora nona habían durado las tinieblas y. por precaución, alumbraba una fila de siervos, elevando las- excedidas antorchas resinosas para- que el humo saliese por Tas fenestras. Porcia- hablaba apenas, -agitada por sus pens. wiientos. Los comensales eran, locuaces e instruidos, un griego y un sumerio. El griéw era joven, dado a la oratoria. Se escuchaba, complacido, al hablar. El sumerio tenía cuidado de su barba, copiosa y rizada, a la costumbre asiría, en ondulaciones de fssí csí. caurita. Convéntaba; él- gnego el asunta ífi r- s. saii ¡q Üe aquella exedra. En rojo, blanco y negro, estaba figurada la eñ frevi r o (V -QÓ y T í úsiav cuando los difüotoV e a, rti cen en! cl fo- o del, Erebo, -i v ¿0 is de lá resurrección (y dé la yif! a; f: i rsMéP -ítjúrrogó Porcia a sus huéspedas- Es, una meditación qúe. mé priva d eI. fr ¡anqu. i1 d. El su ono respondió el primero: -Ea, p- -lio del abismo, ar íra en su torbel! io f. lo lo que sobrenada. Nosotros so 1 1 i Vi 3 h a que el abisnio nos sepulta fn; I ñ s r. -i No J. ro volverá ser, no existir ya nunca... -rer- e- n Porcia- Entonces, ¿qué sentido tisné 1 V íá? -Es la pregunta que debió hacerse la Reina. Süh rl. -Yo vengo de la ciudad e- Ur. Y c ió a Porcia la be b otorii de la Reina S- ad, la que fue enterrada con todo su ajuar, con sus cofres de rooá y su tablero de ajedrez; -con su concha de ti va verdosa para, las ojeras y: la 1 miniatura de la barca r al. Y todas las amigas y la: servidumbre Mitraron- en su sepulcro y tómai- on ha eh y quedaron muertas, para acompaííar a la Reina Subad a los países de ultratumba: las damas de honor, con sus diademas, la arpista con su arpa de oro sobre el seno. ¿I- Jabr éa résueitado? -preguntó ansiosamente P ria. A -Quizá, como Osiris. En Egipto está el mito dé 4o í -Je te atormettta, sefi. í ra. Al dios Osiris le corló su hermano Seth en catorce pedazos. Y la piadosa Isis, su hermana, pereg í nópara reunirlos, y por medio de conjuros, le. devolvió la vida. -Eran dbses- -objetó Porcia- ¿Y nosotros, los; mcr ¿Jes? -El- faraón- -amplió amablemente el sumerio- -resucita a. la vi dad cuando está Porcia ápénas: tócaba los platos, -pájaros rellenos d; uvas y pecados f e Tiberiades- Procuraba encontrar argumentos que destruyeran su di da. -Tiene el- towor a morir del ítodo, ¡porque, en esta re? ó; i aK n l s creyentes en otra! ráuera: delirante de vida, que se gana p or el desorecio de ésta. iHoy hemos ajusticiado a uno de esos visionarios que; tanto perturban. Poncio lo relataba como, para justificarse a sí mJ -mo. -Serán órficos- -dijo el sumerio- -o locos. E l gri? ío a ñ s d ó -Zehón de KíPóri dividía a los hombres en dos clases: sabios y locis. Snip el sab q es virtuoso. El loco es una s nja de ni iía- des hasta que se coi rf. e a la sabiduriaí- ¿Y cual es la sa na? -Noble Porcia, tarrfo -n Zenón nos lo enseria. No creer más q en la rp Jsdád. Pue? to que s o lo cew? wal es pereo ible por los sent 4o s, s ¿Jó lo corporal es real. ¿Y el eí. pí ift. -No hay más que cuerpos y sus rhá: niféstacionfts. ¿Y no creéis que un dios p 4 a revelarnos un ciüo y ú Vr r blé y liacernos resucitar después de it r? -Si se reali- tra, el mundo empezaría ahora; su vrfh- ítexB. v da. Porcia, úl S- di? dx, r o notó que se hacían las illí wf S lib? it es en honor de los lares. La ppd utería de a jjj IJos hambres cultos, su s íc jif a y su w w U d cordial- avivaban sas aScioí s a la d- -ií TMra juf da paz y rc í ¿í w a. Todos tomaban aguamanos en el j agotado. E. o significa la fiesta de la sed. El dad, el tronco- desnudo, ttebe renacer. -Es el faraón, y es divino. Pero nosotros... -Mi esposa está preocupada, obsesa, con el vivir eterno, con un vf r deificado- -dijo Poncio. -Lo que te he relatado, noble Porcia, son. mitos, fábulasi. historias, ceremonias. -Pero la verdad... -La; verdad- -respondió, el. griego- -está en nuestra razón. No hay plasmador inteligente dd universo. Percepción y sensación están c nd; Vionadas por el pensar. El vtea, por conséjente, es una fuerza u n i iudisolubiem nte unida al cuerpo. -Y al perecer el cuerpo, perece el alma. -Yo sigo. esa doctrina de Estrabón de Lámpsaco, que nadie ha podido refutar. Comían wes de cerda impregnadas en manteca y, h 4 n vino, de Seíia, agotando los calatos, üf: ík ftlavas. -i No crees, ¡mi sto que eres griego, en la resurrección d Aríonis, de Chipre? Su juventud vivifica la naturaleza- -observó Porcia. -Perdona mi escepticismo aflie lo irrazonable. -Peto los misterios de Eleusis... -Pitágoras los silenció- -rechazaba el V -Bienaventurados los puros de rora porque ellos v rJ a Dios. q All lk di Crucif cw! o 1. s re- Aquellas 5 r? í rv a petían l s d- 1 s escudiarle. P mr- n so- día La r 4 fiíu raya n w njic ibá lário it separit lo las El t ir is. 1 f íc sü conciencia lo revelaba el r- ystro, niíirchilo y fatig- ado. -No puedo creer si no cumple su promesa. Eí dijo qus resucitaría, nía; orí esposó ha giiafdH al sépu c ró p iTi evitáí el fraarfe. El j r l w l.i x dicho: ¡IV. mundo podría cmpíiwr aV- wa su v dadera vida! Fl prodigio- pn c rr- A -zj- r pero ¡cuál no será nuesír (V 1? i también ahora somos eng. -i. fi: vl s! V claramente. o, e lo verdadei o e- lo po oinpren- sible, rj jrae está filfa y iní. ¡a! a nos- otros. ¿íí? e? t V q: ie c SÍ cía l t fe. ¡Rabí, dañe- U- innir- i -l. sncia t- 1 b? 7 re fe mi alma fe fávtr tu írlo. ia iiñf j iis- iiítada, inmox ¡Ilumina la tiüV Ja rae rodea est? i s t i r! Aigimoi esclavos, con ÍÍT ÜS de la- ciu- da d, corrvw hacia Pnreia. ¡El Gusto ha res t, vio -la gritaban griego con acento de fina. burla- Vas a desde Hjos. explicarlos tú? ¡Un espíritu de fuego resplavu cc a como- -El. sentimiento puede explicar lo incomascuas sohre. el sepiílcro! prensible. -Mina Magdalena le habló. -Sólo el pensamiento es inconmovible, ¡Los muertos vuelven entre nosotros! afirmaba Sócrates. Y Anaxá. r s demosíró Porcia ech e aírñs ante u a aparición, que todas las cualidades son eternas y i exangüe que av asrabj lenta, impl ca ble. ia ellas no hav devenir. mirada vacia, los. labios blaiicos. Las vendas de. su suda: io se deshacía! queda- ban en- reguero- detrás. ¡Yo atestiguo al Hijo dé Dio HELADOS CHE Su voz era cerno trcn; peia de piLta. II! pone en conoci- gentío creciente no se atrev- a a tocar al. m i e a í o de su flisti n g u i S a resucitado. -i Era el Hijo de Dios y Dios misffia! clientela de ¡El Porcia, anhelante, desfallecida de angusEscorial y del público en general que ha puesto a la venta en Madrid; sus Huevos do tia, henchida su esperanza, sintió ta obscuPascua eon el- nombre de HUEVOS HEEia- ridad de su mente inundada de ¡na repenBOS CHE. No. dejort de probar los Huevos tina, luz vivísima. Cayó desvanecida cíe de Pascua preparados en esta nueva forma. a l e g r í a Pídanlos en todas las buenas confiterías, y en MONTECABI O, Glorieta fté BiTiap, 7. V- S TOMÁS BORRAS

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