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ABC MADRID 02-05-1933 página 12
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ABC MADRID 02-05-1933 página 12

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página12
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efecto, vino Hitler. Le abrió, como a mí, el dueño de la vivienda. Desde el despacho, cuya puerta comunicaba directamente con el pequeño hall de entrada, pude ver cómo Cómo era Adolfo Hitler Ilitkr saludaba militarmente al almirante, El azar me deparó, en mis andanzas de y cómo éste le correspondía tal un jefe con periodista, ocasión de conocer a Adolfo Hit- un subalterno. Hitler tenía movimientos brusleí. Fue en Munich, y de aquella entrevista cos, agitados, diríase que hubiese venido di referencias en estas páginas de A B C. corriendo. Se desembarazó de una gabardiPero entonces muy pocas personas, o quizá na, colgó el sombrero negro y, para u i nadie, conocían ¡a personalidad que, andan- sorpresa, se quitó un cinturóu del que pendo el tiempo, había de ser arbitro de Ale- día la pistola enfundada para colgarla en mania. Las noticias que di sobre él apenas el perchero, con la misma naturalidad que debieron interesar poco al lector español, un simple ciudadano habría dejado el paque por primera vez oía hablar de un perso- 1 aguas. naje cuya actuación política era tan limiEntró Hitler. Nos presentaron. El, siemtada. Ahora, cuando es principal actor del pre agitado, con gestos y ademanes que padrama en tan vasto escenario, acaso despier- recían obedecer a resortes mecánicos sin ten curiosidad estas notas retrospectivas. control. -El almirante, entre admirativo y Mis amigos redactores de la Neucste Mún- paternal. Yo, curioso y nada más. Hitler chener Nachnchten me informaron de que eslía pantalón a rayas y chaqueta negra, existía Hitler. Quise conocerle. El jefe de ambas prendas bastantes ufadas. Un mela sección de Política extranjera, un anti- chón de cabellos le cubría dos tercios de la guo almirante de la Armada alemana, se frente. La nariz roma y el bigote recortado ofreció a facilitarme la entrevista. No era sin la exageración con que ahora aparece empresa sencilla: Hitler era refractario a en las fotografías. Los ojos vivos, mirada los diálogos con periodistas, andaba perse- desconfiada, inquieta. Iíucatido, tosco, fuerte. guido, prefería las sombras. Además, es Comenzó Hitler el diálogo con el almibastante atrabiliario me dijo mi futuro in- rante, olvidando el objeto de nuestra entroductor. Pasaron algunos días, y cuando trevista. En realidad, yo no tenía nada que yo creí deber renunciar al conocimiento con preguntarle. Estaba tan lejos de suponer Hitler, me llegó recado de que en tal lugar el futuro Hitler... Escuchaba sus quejas. y a tal hora se cumpliría mi deseo. El lugar Sí, se quejaba de que 1 0 le daban bastante 1 fue la propia casa del almirante- periodista. dinero. ¿Quién cerraba la bolsa a Hitler? La hora, el atardecer de un día de la pri- No lo sabía entonces; hoy, sí. mavera de 1921. -Necesito dinero (ocid) -insistía HitFui puntual. El almirante me abrió per- ler- Me es indispensable, si he de hacer sonalmente la puerta de su casa, una mo- lo que quieren. desta villa en los alrededores de Munich, El almirante intentaba acallarle. Aquecreo que no muy lejos de la que habitaba llas peticiones le parecían inoportunas en Ludendorff. Tuve la impresión de que na- mi presencia. Probó a cambiar el tema de die más estaba en la casa. Hubimos de aguar- conversación, hizo guiños que recomendaban dar algún tiempo, pero el almirante me ase- discreción, pero todo era inútil. Hitler inguró que Hitler no faltaría a la cita. En sistía testarudo: TEMAS ACTUALES Geld, ich braiiche geld... (Dinero, necesito dinero. El almirante. con nervosismo acentuado por instantes, le prometía, burlando mi conocimiento del alemán, que todo se arreglaría. Hitler no se calmaba, ni aceptó fácilmente la promesa. -O hite geld, nichts su machen. (Sin dinero no se puede hacer nada. Entonces el almirante se dedicó a poner término a la entrevista. De pie, alargó la mano a en señal de despedida, abrió la puerta del despacho... Hitler, al tiempo que se incorporaba, y mientras marchaba hacia la puerta, no cesó de reclamar: Ich branche das qald. Y cuando se ceñía el cir. turón con la pistola: Ohne geld, nichts cu machen. Se marchó Hitler, y el almirante volvió a mí desolado, como hombre víctima de una grave desgracia. Trató de borrar la impresión que me hubiera dejado Hitler con sus reclamaciones de dinero. Yo fingí que no había entendido gran cosa del diálogo entre ambos. Esto le tranquilizó un poco. Pero, todavía poco seguro, me dijo: -Necesita fondos para su periódico, un periódico sin importancia... Me despedí del almirante, y en el camino reía del hombre agitado, un poco cómico, que necesitaba dinero con tanta urgencia. Entonces no sabía para qué pedía dinero; más tarde, sí. Algunos días después vi anunciada una conferencia de Hitler en cierta cervecería de Munich. Sentí curiosidad por lo que pudiera decir en público el hombre que, en privado, no supo sino pedir dinero. Y fui a la conferencia. El aspecto de la sala no dejaba prever que hubiera mucho entusiasmo. Señores con aspecto de funcionario, profesor de Instituto o algo así, acompañados de sus esposas, estudiantes con las mi- Sroan Lenox Ra Borlinghom Mike Kelly Director: Roben Z. Leonard Greta Garbo Clark Goble J e 3 n Hersholt j o hn Miljan Alan Hale Hale Hamilton

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