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ABC MADRID 29-04-1933 página 41
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  • EdiciónABC, MADRID
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A B C SÁBADO 29 DE ABRIL DE 1933. EDICIÓN DE LA- MAÑANA. PAG. 41. TEATROS, CINEMATÓGRAFOS Y CONCIERTOS EN ESPAÑA Y EN EL EXTRANJERO Informaciones teatrales El susto Su Majestad el atracador Informaciones musicales. Guía dd espectador. Cartelera madrileña. chas La señora Satorres y Montserrat Blanch, en una doncellita muy finolis completaron acertadamente el reparto. Los autores, requeridos por los gustosos aplausos de la concurrencia, se personaron en el proscenio ii finalizar todos los actos. -1 Informaciones y noticias teatrales En Madrid Fontalba: El susto Casi siempre, en las comedias de los Quintero, hablan la realidad misma, el hecho conocido y comentado, un dulce secretillo que escapa del corazón, la anécdota que ha e salido a la calis, y, cuando no, es lo imaginado, que aclquieie visos ele una verdad; pero cuanto observan, sorprenden o inventan de su propia Minerva le visten con las primorosas galas de su ingenio en un diálogo limpio y fragante, que jamás peca de plebeyo o licencioso, y se adorna siempre con una flor en el ojal. Se les suele reprochar el hiperbólico optimismo de su ángulo visual, y ésta es precisamente la razón de su fuerza y de su privanza en el público, porque extraen de la vida lo que hay en ella de bueno, de agradable y de eufórico, que la objetividad quinteriana no puede enraizarse nunca en lo pesimista. La Humanidad por ellos creada es de otro barro. Ellos modelan sus criaturas, dotándolas de cuantas perfecciones morales acreditan el lema quinteriano de ¡Alegrémonos de haber nacido! que resume todo su teatro. Su comedia El suslo, hecha para la talla de Carmen Díaz, abunda en este empedernido optimismo. No sacude el ánimo ni cala en sentimientos hondos; pero todo se nos ofrece allí con gracia fácil y fluida, en ese tono medio tan discrecional que razona sus obras y se presenta con detallista pintura en los tipos. Sólo las hábiles manos de los Quintero pueden dar proporciones de comedia a cosa de tan reducida volumen como El susto, poco más de un entremés, si bien se mira, y convertir en materia deleitable un episodio vulgar. Es, en suma, el juego de una mujer, que por todos los medios imaginables pretende despertar en su marido el avivador de los celos. Lo que es en él tranquilidad, confianza en las virtudes de su esposa, es para ella desamor, mortificante indiferencia. Este hombre impasible, glacial, que no reacciona por nada ni por nadie, ante el que fallan todas las graciosas falencias discurridas por la desairada cónyuge, que supone ser falta de cariño lo que es seguridad en su honesta conducta y firme convicción de su amor, la exaspera y llega a punto de comprometer estúpidamente su reputación. Mas todo se pone en claro, y aquella figura de un imaginario adulterio se desvanece, y el ejemplo sirve de prudente lección a uno y a otro. Carmen Díaz, que celebraba anoche su fiesta grande, se desenvolvía en un tipo de mujer andaluza que se acompasa justamente a sil temperamento y a su manera interpretativa. El arte de la actriz sevillana se apoya en dos cosas fundamentales: la simpatía y xa gracia. Ella, que conoce muy bien la aguja de marear, es gran captadora de voluntades y no hay espectador que se resista a sus hechiceros dones. Así El susto fue para su éxito una prueba más de lo que decimos. Simó Raso compuso y caracterizó deliciosamente el tipo de papá Rafael Soler personificó con plausible sobriedad el papel de aquella especie de ave fría que tiene su cqrazoncito, y Ponzano puso mucho gracejo en su siempre inoportuno personaje coleccionista de las más ridiculas plan- Fuencarral: Su Majestad el Atracador Así, a primera vista, parece que esta obra va a ser una farsa, en la que se satirice al atracador como personaje omnipotente o como personaje símbolo de nuestra época. Luego, al desarrollarse la comedia, se ve que los atracadores- -porque son varios- no pasan de ser unos infelices sin valor alguno representativo y que la sátira puede recaer sobre todo menos sobre esa majestad aludida en el titulo. La obra, que el autor define como crónica caricaturesca escenificada quiere ser glosa de costumbres actuales y burla de vicios sociales y políticos contemporáneos. El propósito no deja de ser benemérito, y cuanto recoge esa crónica caricaturesca está muy puesto en razón y con ello se pudiera hacer una cosa escenificada que interesase al público. Lo que pasa es que D. Julián Moyrón, autor de Su Majestad el Atracador, planea bien la obra, ve los diferentes asuntos que en ella han de enlazarse y el proceso de los incidentes que han de mantener viva la atención del espectador hasta que llegue el desenlace. Pex- o cuando ha de trabar y urdir esos elementos cae en obscura confusión y se arma un pequeño lío. Y hay temas que surgen sin preparación ni aviso, y otros que se avisan y preparan cuidadosamente, sin que luego surjan con la intensidad que ofrecían los anuncios. Los incidentes, por su parte, se acumulan; más bien, se atrepellan, perjudicándose unos a otros. Así, en el primer acto se inicia un conflicto sentimental de una soltera 1 que ha tenido un hijo, y este conflicto se enlaza con los manejos de un terrorista que hace prosélitos entre los trabajadores, y con los embustes de un muchacho calavera, y con las fatigas conyugales de una mal casada, y con la sátira de un alcalde bruto que necesita un alguacil- intérprete. Y en los actos siguientes la soltera- mamá CARMEN DÍAZ, VICSNTE EOI EB T RICARDO SIMO- RASOj PROTAGONISTAS DE- EL SUSTO ESTRENADA ANOCjHE EN EL TEATRO FONTALBA.

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