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ABC MADRID 19-06-1932 página 16
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ABC MADRID 19-06-1932 página 16

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página16
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su vida, se cree que falleció en Deva, el za incótnparable, y en Iá plaza llegaba, casi 13 de febrero de iisoo, v a la lucha cuerpo. a cuerpo con el. toro, erCuando Martincko se creía dueño del quivando el peligro con un arte tan so 5 público, qué aplaudía enardecido sus bruberano que hasta sus mismos compañero tales atrevimientos, aparece José Cándido quedaban sorprendidos ante bregas tan extraord narias y prodigiosas. dispuesto a competir con él y disputarle ví tores y ovaciones. No consiguió desplaDuro su. actuación unos diez años, durante los cuales tuvo eclipsados a todos. los zarlo en el terreno del valor, porque eso era lidiadores, a pesar dé. que figuraba entre imposible; pero le superó en agilidad y ellos Costillares, estrella de primera magadornó los lances con gracia y cTistinción, nitud, que precisamente había recibido. de sin dejar por eso de lucir su intrepidtez sus manos la alternativa. en suertes que creó y qué merecieron la La muchedumbre, ávida y ganosa- de emoadmiración de cuantos las presenciaron. ciones fuertes, aplaudía delirante y entuAunque practicaba bien la de- recibir, era siasmada los varoniles arrojos de el Africatal su deseo de distinguirse, que cuenta el no con preferencia a las primorosas y. delicompetente escritor D. José de la Tijera cadas labores artísticas del inventor del voque se presentó én Cádiz un limeño anunlapié. ciando que mataría los toros? citándolos, Hombre pundonoroso, no quiso descendándoles salida con la mano- izquierda, sin der de la altura en que su trabajo le había más engaño que un sombrero ancho, como colocado, y antes que sus poderosas faculahora se hace con la. muleta, y, al realizar tades Saquearan se retiró en pleno éxito, el encuentro, clavarles un puñal en el sisin esperar a que se iniciara el desvío de tío del descabello. La plaza se llenó de una sus admiradores. muchedumbre ansiosa de ver tan rara noNadie creía que Bellón pudiera tener su- vedad; pero el americano fue cogido y atrocesión, y sin embargo, surgió en la persona pellado al intentar consumarla; Cándido, que de Martín Barcáiztegui Martincko) Gui- se hallaba, entre los espectadores, y que japuzcoano de nacimiento; aunque algunos más había tenido noticias de aquella mahan afirmado que era navarro, pasó en el nera extraña de matar, cogió el sombrero MANUEL, BELLOK (EL AFRICANO) campo gran parte. de su juventud, siendo y el puñal y la ejecutós con soberana limpastor de jytnadó manso y bravo en la gapieza... La repitió muchas veces, porque, a nadería de D. Antonio Mendialdua. solo, sino que al revolverse el cornúpetb pesar de que con ello infringía l s que ya buscando el bulto, Martincho, con un ca- se podían considerar como cánones del arte, De tipo más rústico que el Africano, era, como él, fuerte, acerado, vigorosísimo y pote, lo engañaba, trastornándole con re- r la. gente, entusiasmada, la solicitaba con innervudo. Aunque parezca exagerado, le ga- cortes y quiebros, hasta hacerle caer tan sistencia. naba en arrojo y temeridad. Nació en la jadeante y rendido qué podía sentarse soOtra suerte, pero ésta ya inventada por dehesa, y desde n ño fue el pastoreo su úni- bre él impunemente. No hay que decir el él, como algunqs afirman, por más de que ca ocupación, viviendo siempre entre el ga- frenesí y la locura que se apoderaba del el erudito conde de las Navas consigna que nado vacuno. Andaba alrededor de los to- público cuando contemplaba tan brutales la aprendió de su maestro Lorenzo Manuel ros bravos con la misnia confianza que le arrestos. También parece cosa de cuento la mane- (Lor endito) agrandó su celebridad. Me reinspiraban los mansos. sin que la idea del fiero al salto del testuz, ra que tenia de acometer la suerte suprema, un efecto i sorprendente. que debía ser de peligro pasara nunca por su pensamiento. y mucho más fabuloso aún que jamás fue Y así transcurrieron los años, hasta que En los medios, y a una distancia de quinun día llegaron al cerrado unos toreros, ra alcanzado al realizarla. Sentado en una entre loa cuales iba José Legurea; u: (el silla, con los pies sujetos con grillos, y sin ce o veinte pasos del toro, lo alegraba para Pamplonés) que era entonces de los más más defensa gue un sombrero castoreño en que arrancase, y cuando el animal tiraba el famosos matadores. Los vio torear de capa, la mano izquierda y una daga corta en la derrote, creyendo llevarse el bulto por deseñalar banderillas, marcar estocadas y prac- derecha, citaba al toro, ¿y, vaciándolo con lante, Cándido daba el salto de cabeza a ticar un tan largo repertorio de suertes en absoluta limpieza. le metía la espada en los rabo, apoyando ligeramente el. pie en el las que el hombre esquivaba la cogida, bur- rubios, consumando en condiciones tan te- testuz. Claro que esto no podía hacerse más lando los hachazos, íjue su admiración y rribles una suerte que en circunstancias que con toros enteros, recién salidos del toril, codicia extraordinarias, sorpresa no tuvo límites. Cuando volvió a normales y con reses castigadas por las y quede bravura y en carrera vertiginosa. verse en la soledad campestre a que su des- puyas y banderillas es de tan complicada Ignoro embistieran ha habido algún torero si después tino le tenía condenado su instinto le d: ctó ejecución- Y como siempre salía ileso de riesgo tan que haya pretendido imitarlo; lo que sí que él podría afrontar los mismos peligros he encontrado cita y salir triunfante en tan arriesgados empe- inminente, llegó a infundir tal seguridad y aseguro es que noque he tenido ocasión allibros de ños. Y como la voluntad, cuando es entera, confianza, que parecía- que animales tan bra- guna en los vence todas las dificultades, resolvió ser to- vos y feroces, más que al valor y al arte, consultar. En cuarteos, recortes y quiebros fue rero, no sólo porque a ello le empujaba una obedecían a un conjuro mágico y mistevqcación que él mismo no se llegaba a ex- rioso. Goya, que fue su gran amigo y ca- maestro inteligentísimo, haciendo compatiplicar, sino también porque presagiaba en marada, hasta el extremo que en varias ble el desprecio al peligro en rasgos de el porvenir provechos honradamente adqui- épocas vivieron bajo el mismo techo, in- pujante valentía, con el gracioso y eleganridos que le redimieran de la esclavitud mortalizó con sus pinceles hazañas tan he te porte que tanto embellece la brega tauroicas. y portentosas, que, de no estar de- rina. presente. Una verdadér. a fatalidad le ocasionó la Pleno cle. ilusiones, corrió en busca de bidamente verificadas, se reputarían legen muerte. Toreaba en el puerto de Santa MaLeguregui, el cual, encantado de la resolu- darias. No he podido saber a punto fijo la fecha ri el 23 de junio de 1771. Al salir el sexto ción del animoso vaquero, decidió ayudarle, y, si reunía condiciones adecuadas para la de su retirada; pero debió ser hacia el y entrar en la suerte, de varas acometió con difícil profesión, incorporarle a su caá- año I79 S, cuando ya eran dueños de tá furioso empuje al. picador Juan Barranco, voluntad del púWico y estaban en el cénit a 1 que, después de haberle puesto una magdrilla. Pronto comprendió el maestro que el neó- Pfd o Romero, Pepe- Hilh y ferónimo José nífica puya, le persiguió rápidamente, sin fito superaba a cuanto; de él pudiera deman- Cándido, y, aunque no existen noticias com dar tiempo al quite. Cándido se interpuso y dar el más exigente. Con increíble rapidez, probadas que hablen de los úUimos años de lo sacó con la capa; pero en la carrera resbaló en un. charco de sangré que no sólo dominó todas las suertes aún no. habían limpiado ios are jue eran mual. es en el arte, sino neros, y dio tan fuerte golpe al qué creó dos tan audaces y pecaer qué perdió el sentido. El ligrosas que hasta ahora no ha toro se revolvió ligero, y antes habido quien haya osado ni side que pudieran ílegar en su quiera intentarlas. ayuda los toreros el infortunado Los que no lo hemos presenespada fue corneado horrible- ciado no podemos creer que un mente. Todos los auxilios faculhombre con pesados grillos en tativos que se le prestaron fueron los pies, puesto sobre una mesa estériles, falleciendo en la noche colocada en el cerero de la pladel mismo día. Aquel hombre, que za espere impávido y sereno la triunfó constantemente en los acometida de la fiera, midiendo trances supremos, encontró su fin los tiempos con exactitud tan al realizar el más- sencillo y vulmatemática que coincida el salgar de los lances de capa. to con el derrote, quedando salvado el diestro v continuando el NATALIO RIVAS MARTINCHO EN LA SUERTE DE RECIBIR toro su viaje. Pero no es esto COYA n 111. 1.1 innm

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