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ABC MADRID 24-04-1931 página 50
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ABC MADRID 24-04-1931 página 50

  • EdiciónABC, MADRID
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a la manera de construir la cúpula, coraza. o cobertura, los músculos, a ntes que fortalecer su corazón, sus. pulmones, su- estómairiago, sus ríñones, su cerebro y cerebelo y demás visceras, fundamento del edificio humano; sin estos elementos fortalecidos el atletismo no puede ser estable; con estos elementos fortalecidos el atletismo se convierte en elixir de infinita juventud, en la pér lección integral humana, en la felicidad individual, fundamento de la prosperidad social, y esto se consigue fácilmente con mi Método de educación natural sobre la carrera a pie de fondo aplicado a la humana juventud, de que vengo llamando la atención de la Patria desde las excelsas colum nas de este cosmopolita: diario. Este es, pues, el- -ideal (de- la- educación física) del deportismo, por el del atletismo, verdadero y natural, que es el atletismo helénico, el clásico atletismo (por mí conducido a su cumbre. somos los herederos de la culta Atenas. ¡Estado español, Gobiernos, Universidades, Academias, Ateneos, Clubs deportivos, Confederación de Atletismo, Federaciones regionales: Ya sabéis dónde está él verbo del deportismo! -Dieao Várela Romero. Colomera. España en Grecia. Vaya una catástrofe. No hay dereclio a íjue una nación vaya a dejar en ridículo nuestro nombre. Creo que hoy día la única entidad capaz de impedir tales desmanes es el Comité Olímpico. ¿Cómo deja que salgan de Barcelona una colección de señores a darse un paseo por el Mediterráneo, y, aprovechándose del nombre de España, acepten un encuentro de atletismo- ¡Vaya unos turistas! No hay derecho. Efn esta sección, única para desahogar sanas; iras, hago protesta enérgica del ridículo que hemos hecho en Grecia. El atletismo nacional no tiene prestigio, y estas cosas le restan el poco que pudiera quedarle. ¿Quién va a proteger er atletismo conociendo que el dinero sé lo gastan en cruceros mediterráneos? Qué organismo va a protegerlo cuando sepa que son una partida de ambiciosos, que, sin dudar, consienten en dejar en ridículo a su nación por un billete de ida y vuelta? No, pidan los atléticos nada, porque con sus procedimientos nada merecen ni a nadie les merecen garantías. No hablen ni reclamen mientras, además de estarse constantemente tirando los trastos a. la cabeza, se les crea discutir por un plato de lentejas. Por todo esto soy partidario de la manera de pensar de la Federación Castellana: trabajar mucho en Madrid y ganarse la estimación de las gentes. Y nada de viajes a ninguna parte mientras haya que pedir limosnas y se vaya a hacer el. indio. No quiero nada con la organización atlética de España. mientras esté orientada hacia el turismo. No hacen más que pedir... y dé dar. viajecitos al Pireo. Muy bonito Rafael tó la constitución de la Federación Atlética de Castilla- León. Con tal fin se celebraron unas reuniones en el domicilio del Real Valladolid Deportivo y se acordó nombrar provisionalmente una comisión, que se encargó de gestionar el ingreso de la naciente E edéracióh en la Confederación Nacional de Atletismo. Para atender a los primeros gastos los Clubs que integrarían la Federación contribuyeron con. cierta cantidad, cuya cantidad se devolvería a los Clubs si no se lograse el propósito de federarse. Como, a pesar de haber transcurrido ocho meses, no hay la menor noticia respecto a. este asunto, ¿podrían indicarme los señores que forman la comisión qué hay de la futura Federación At lética de Castilla- León? Pedro CantarinOj- Valladolid. Sobre el jugador Murube. Varias son las opiniones publicadas sobre el jugador Murube; la mía es la que sigue: Dicho jugador tiene muy buenas condiciones, pero no las suficientes para ocupar un puesto en un equipo de la categoría del Real Madrid. Lo que sí puede suceder es que con un buen entrenador (como el que tiene el Real Madrid) y unos cuantos meses de preparación pudiera llegar a ser un buen suplente de Pachuco (Prats) Otros de los puntos de dicho jugador es que tiene un poco de prudencia pero yo creo que jugando bien, aunque sea prudente, se ganan los partidos, y si no el caso Rubio. -Eugenio Jiménez, Toledo. Fernández- Can. El atletismo en Valladolid. En el pasado verano- -allá por el mes de agosto- -un grupo de deportistas proyec- usa RICARDO ZAMORA 1 RECUERDOS DE MI VIDA ciudad- que no me. quitaba ojo en ningún instante, y a mí, sentirme espiado de aquella suerte a todas horas, me producía una impresión molestísima. El sábado, cuando por la- mañana bajé al hall, ya estaba allí, sonriente y afectuoso, mi buen banquero, que me saludó con una ceremonia cumplidísima. Entonces le observé más detenidamente y me convencí de que era un buen hombre, al que la chifladura le había dado por mi admiración como futbolista. Representaba unos cincuenta años y era verdaderamente elegante. Otra vez me hizo el ofrecimiento de su coche, que estaba adornado con unas banderitas con los. colores nacionales, y, acompañado de algunos del equipo, fuimos a recorrer cuanto de bello e interesante encierra la capital vienesa. Por la tarde, por la noche, a la mañana siguiente, después del. partido y el lunes a todas horas, en fin, hasta que salimos de Viena, aquel hombre fue mi sombra, siempre con su automóvil magnífico, propio de un gran duque. Gracias a él puedo decir que conozco hasta el último rincón de la maravillosa ciudad y que aquel viaje fue de gran turismo. La manía de los autógrafos estaba en todo su apo 7 geo en los ex imperios centrales, y fue para nosotros una verdadera tortura. A todas horas llegaban al hotel o nos detenían en plena calle aficionados, curiosos y muchachitas que, nos pedían una firma en una postal, en un libro o sencillamente en un papel. Para las muchachas no había dificultades: nos hacían indicación de lo que deseaban e inmediatamente nos pagaban con un beso la. firma que les poníamos en la cartulina, y así no había resistencia posible. El argumento por lo demás, era de una espontaneidad tal que ya llegamos a acostumbrarnos, y la sorpresa dejó de serlo en cuanto estuvimos habituados a semejante régimen. Aunque no entendíamos lo que de nosotros se decía en los periódicos, era fácil comprender que la visita del equipo español constituía el acontecimiento del momento. Titulares grandes en los diarios nos indicaban la importancia que le concedían al match ifiíérnacional. El domingo recibimos a primera hora, varios telegramas de España invitándonos a hacer un gran í Renuncio á hacer descripciones del viaje, porque ni soy literato ni sabría decir otra posa sino que fuimos descubriendo una serie de paisajes maravillosos que nos llevaron, por lo menos a mí, a un mundo nuevo, espléndido, impresionante. Nuestra llegada a Viena era esperada con verdadera expectación. En la amplia estación había numerosas personas de la colonia española: el. cónsul, la presentación diplomática, y un montón de curiosos. Allí mismo, en la estación, un señor con grandes barbas que hablaba un españolmúy raro me gresenV tó a un tal Gutenberg, austríaco, que no sabía una palabra de. francés y mucho menos de español. De él me dijo que era un admirador mío, aun sin haberme visto nunca, y que se trataba de persona de importante calidad en Viena. Por señas. éste me invitó a tomar asiento en su automóvil, un coche de gran lujo que esperaba en la puerta de la estación; y después de indicarles a los demás compañeros que me iba con aquel, caballero, acepté el puesto y salimos hacia el hotel. Intenté, por señas siempre, entenderme con aquél hombre en el camino y me fue imposible. Además, me azaraba terriblemente, porque, cuando con- disimulo le observaba, noté que el hombre no dejaba de contemplarme como un bicho raro. Hice propositó de despedirme de él en cuanto llegara al hotel y. no acordarme más de semejante admirador; pero las cosas no resultan a veces como uno las piensa. Después de asearnos un poco, salimos a dar una Vuelta por las calles céntricas, y al atravesar él hall del hotel me encontré a mi amigo el casi desconocido Gutenberg, que me esperaba a pie firmé y que Mo se había marchado, porque... no sé iría nunca. L saludé con indiferencia, y el hombre, dirigiera dose a un compatriota que pudiera traducirnos su idioma, repitió la invitación de poner a nuestra disposición su coche para recorrer la ciudad de punta a cabo. Me aproveché del ofrecimiento y, acompañado de Samitier, dimos un paseo maravilloso por un par jue que tiene bastante parecido con el Bosque de Bolonia de París. Pero aquel paseo, tanto como los -Siguientes, tenían para mí una cosa azarantísima: la; rnuda admiración de aquel banquero- -luego me dijeron gue era unq de los banqueros más fuertes de la

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