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ABC MADRID 13-10-1929 página 15
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ABC MADRID 13-10-1929 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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los cetros y coronas de los Reyes cual juguetes de niño rodarán. ¡Hurra! ¡Volad a hartar nuestros deseos! Las EL CANTO DEL COSACO y nomás hermosas nos darán su ¿mor, hallarán nuestros semblantes feos, Donde sienta mi caballo los pies que siempre brilla hermoso el vencedor. ¡Hurra, cosacos del desierto no vuelve a nacer hierba. (Palabras de, Atila. -Desgarraremos la vencida Europa cual tigres que devoran su ración; ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra! en sangre empaparemos nuestra ropa cual rojo manto de imperial señor. La Europa os brinda espléndido botín; sangrienta charca sus campiñas sean, Nuestros nobles caballos, relinchando, regias habitaciones morarán; le los grajos su Ejército festín. (Hurra! ¡A caballo, hijos de la niebla! cien esclavos, sus frentes inclinando, al mover nuestros ojos temblarán. Suelta la rienda, a combatir volad. ¡Hurra, cosacos del desierto! ¿Veis esas tierras fértiles? Las puebla gente opulenta, afeminada ya. Venid, volad, guerreros del desierto, Casas, palacios, campos y jardines, como nubes en negra confusión; todo es hermoso y refulgente allí: todos suelto el bridón, el ojo incierto; son sus hembras- celestes serafines; todos atropellándoos en montón. su sol alumbra un cielo de- zafir. Id en la espesa niebla confundidos ¡Hurra, cosacos del desierto! cual tromba que arrebata el huracán, cual témpanos de hielo endurecidos Nuestros sean su oro y sus placeres; por entre rocas despeñados van. gocemos de ese campo y dé ese sol; ¡Hurra, cosacos del desierto! son sus soldados menos que mujeres; sus Reyes viles mercaderes son. Nuestros padres un tie. mpo caminaron Vedlos huir para esconder su oro; hasta llegar a una imperial ciudad; vedlos, cobardes, lágrimas verter. un sol más puro es fama que encontraron, ¡IHurra! Volad; sus cuenpos, su tesoro, y palacios de oro y de cristal. huellen nuestros caballos con sus pies. Vadearon el Tibre sus bridones; ¡Hurra, cosacos del desierto! yerta a sus pies la tierra enmudeció; sus sueños con fantásticas canciones Dictará allí nuestro capricho leyes, la fada de los triunfos arrulló. nuestras casas alcázares serán; ¡Hurra, cosacos del desierto! ORO VIEJO ¡Qué! ¿No sentís la lanza estremecerse, hambrienta, vuestras manos, de matar? ¿No veis entré la niebla aparecerse visiones mil que el parabién nos dan? Escudo de esas míseras naciones era ese muro que abatido fue; la gloria de Polonia y sus blasones en hiimo y sangre convertidos ved. ¡Hurra, cosacos del desierto! ¿Quién en dolor trocó sus alegrías? ¿Quién a sus hijos triunfante encadenó? ¿Quién puso fin a sus gloriosos días? ¿Quién én su propia sangre los ahogó? ¡Hurra, cosacos! Gloria al más valiente! Esos hombres de Europa nos verán, i Hurra! Nuestros caballos en su frente hondas sus herraduras marcarán. Hurra, cosacos del desierto! Y nuestras madres nos verán triunfantes, y a ésa caduca Europa a nuestros pies, y acudirán de gozo palpitantes en cada hijo a contemplar un Rey. Nuestros hijos sabrán nuestras acciones, las caronas de Europa heredarán, y a conquistar también otras regiones el caballo y la lanza aprestarán. ¡Hurra, cosacos del desierto! ¡Hurra! La Europa os brinda espléndido botín; sangrientas charcas sus campiñas sean, de los grajos su- Ejército festín. JOSÉ ESPRONCEDA (Dibujo de M. Ramos.

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