ABC MADRID 21-07-1929 página 8
- EdiciónABC, MADRID
- Página8
- Fecha de publicación21/07/1929
- ID0000217639
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Los altos Centros culturales de España. E L. 1 N S T I T 1 Í T O AJ A Lv: E L Gí L Ó R 1 0 S O S A B! O- Y SUS C O L A B O R A D O R E S V- Recordamos aún, y lo recordaremos siempre, que tan grabado quedó en nuestra memoria, aquel primer día que asistimos a la clase de Gajal. Era en. la cátedra cuarta de, San Carlos, tina especie de anfiteatro cuádrangular, antiestético y poco agradable. Entró el maestro por una puertecilla pequeña con un ímpetu realmente impropio de sus años. Se quitó la chistera- -que todavía era costumbre el acudir a la primera clase del curso de levita y chistera- -y sé sentó en un modesto sillón de rejilla colocado detrás de una mesita insignificante cubierta con un paño verde. Debemos confesar con toda sinceridad que la presencia, el hábito y la actitud del maestro nos desorientaron de modo extraordinario. Tentamos formada una idea bien diferente de Cajal, el ¡sabio español rpor antonomasia. Aquel Cajal, catedrático dé Histología, no nos ofrecía a la vista ninguna semejanza, ningún punto dé contacto con el que nos habíamos forjado en nuestra fantástica imaginación de estudiante novel. El maestro no tenía en su aspecto físico nada de aquello que nosotros habíamos considerado hasta entonces como atributos representativos de un gran sabio, y, sin embargo, no podíamos dejar de ver en él una triple personalidad que traspasaba, agigantándose, las fronteras de la Patria y hasta las de nuestra histórica raza de ambos mundos: la personalidad del profesor, consagrada por la sanción general; la personalidad del sabio español, consagrada por la nación hispana, v la personalidad del investigador universal, consagrada plena y definitivamente por la admiración de la Humanidad entera. Estas tres personalidades gloriosas se confundían e identificaban en una sola: en una personalidad patriótica que descuella con luz propia en nuestra historia patria como ttn feliz y enérgico renovador dé nuestra esfuerzo científico moderno. Se ¡hizo el silencio... Se hizo el silencio y comenzó su discurso de salutación, breve, recortado, escueto y justo en la forma y en el fondo. Nos expuso su plan de enseñanza. Tres días a la semana, su explicación teórica; los otros tres días haríamos prácticas con su auxiliar, D 1. Jorge Francisco Tello, hoy catedrático de la misma asignatura. Dé la hora y media de clase teórica, la- primera media hora sería dedicada a preguntar lo explicado el día anterior. Al alumno que no estuviera en clase al llamarle a. conferencia le marcaría en la lista un espiriío. ¡Oh, terrible espiriío! ¡Cuánto has hecho sufrir a los alumnos de Histología y Anatomía. patológica í Eí espiriío aumentaba su. virulencia considerablemente con el número, y el alumno que tuviese dos o más espiri- los sufriría a fin de curso un. rigurosísimo examen, siendo preciso, para ser admitido a esta prueba final, pre- sentar un número determinado de preparaciones histológicas fijadas, te- RETRATO RECENTÍSIMO DEL: f ABIO RAMÓN. Y. CAJAL EL NUEVO EDIFICIO. EN CONSWtUCClON, PARA IKSTITUTO CAJAL