Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 17-06-1926 página 1
ABC MADRID 17-06-1926 página 1
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 17-06-1926 página 1

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página1
Más información

Descripción

MADRlDDlA 17 üfc 1 U N Í O D E 1926 NUMERO SUELTO 10 CENTS. f f uiiw DIARIO ILUSTRADO. AÑO VIGÉSIMOSEGUNDO N. 7.320) f Mf) g S F U N D A D O E L i. D E J U N I O D E 1905 P O R D. T O R C U A T O L U C A D E T E N A- PARÍS, LA CONFERENCIA FRANCOESPANOLA DE IZQUIERDA A DERECHA, SENTADOS: SRES. B E R T H E L O T QlJiÑONES DE LEÓN, BRIAND, GENERAL JORDANA, MARISCAL PETAIN DE P I E SRES. FOUQUIERES, OLIVERA, GENERAL SIMÓN, PÜNSÜT, CORONEL PICQUEMAL Y SANGRONIZ. (F O T O C O N S O R T I U M) llinlWimHIHItWilItlIUI DEFENSA DEL LUIO Aliora mismo, desde mi casa, que parece, de tan alta, que colgase del cie o, veo un cielo infinitamente v derrochadoramente lízul, suprema expresión de la belleza, -pero tanrbién de la prodigalidad. He ahí un lujo, máximo lujo de la Naturaleza. La Voluntad creadora, puesta a medir las cosas con un principióle avara economía, lo mismo hubiera podido crear un cielo de menos gasto, hecho con materiales de menor brillantez. Pero quiso aleccionar a las criatu- ras en la ¡dea de lo sublime indispensable que es la forma esencial del lujo. Ahora bien, el lujo hay que pagarlo. La propia Naturaleza impone a las criaturas la inexcusabilidad de esa ley, arquetipo de la justicia. De ahí que los pueblos que se dan el regalo de poseer un cielo infinitamente azul, no perturbado por nieblas ni cerrazones durante meses seguidos, pagan su lujo religiosamente. Lo pagan con pereza. ¡Qué alboroto ha levantado bajo nuestro cielo azul peninsular ese impuesto que llaman suntuario! Pero a mí me parece que se ha equivocado su sentido. Hay en el hombre una resistencia natural a dejar que otro se apodere de su dinero, y por instinto, por educación y por cálculo, el hombre pronuncia siempre, ante la palabra dame el categórico monosílabo no En cuanto se ha pretendido imponer una contribución al lujo, la gente, sin más, ha protestado. Ese es el sino de la gente. Lo que ya no está bien es que se equivoque el sentido de las intenciones. ¿Por qué ha de considerarse el impuesto al lujo como una persecución ni como un castigo? Hubo tiempos, es verdad, en que se legisló contra el lujo, como castigándolo, y con la intención de quererlo extiri) ar o reducir. La furia puritana llegó en Inglaterra, por estímulos religiosos, a extremos entre dramáticos y ridículos; algunos Reyes, en España, legislaron sobre el lujo, obedeciendo a un propósito de saneamiento social. No se trata de eso ahora. Vivimos en un tiempo de cuentas claras, y los gobernantes, más que de influir sobre las conciencias, se preocupan de cobrar religiosamente los jmpuestos. para emplearlos después, lo mejor que se pueda. Por tanto, el buen gobernante no debe perseguir al lujo. ¿Para qué, ni por qué? El impuesto, en el sentido de castigo, parece en este caso una desviación de los deberes de autoridad. Pero, en cambio, el gobernante es justo cuando exige que uno de los placeres más deliciosos que conoce el hombre, y eso es el lujo, tribute en relación con la magnitud de su delicia. Porque, así, por lo menos, lo entiendo yo, el tributo no es un castigo, sino una distinción. Tanto más grande es un placer, tanto más cuesta. Cuanto más procer sea una persona, tanto más pesarán sobre ella las obligaciones. Por lo mismo, tiene que pe- char más cuantiosamente la perla fina que el botón de hueso prendido a la b usa de un pobre diablo. La suntuosidad lleva en sí misma la idea de la distinción y de la excepción. El lujo, por consiguiente, quiere ser una excepción, lo solicita y exige con imperio; al quitarle semejante privilegio, se le arrebata toda su razón de ser. Y equiparar en las oficinas de recaudación un tapiz y un rollo de arpillera, equivale a extraerle al tapiz la esencia aristocrática por la aue representa una función tan eminente en la vida. Es como si. en la época en que estaba en vigor la Caballería, un edicto del Rey estableciese que los caballeros tenían que servir en las guerras y que marchar a la cabeza de las conrpañías. Llubiera parecido una orden absurda. Pues lo natural y lo distintivo, el privilegio ilustre y envidiado del caballero era precisamente el poder usar las armas y adelantarse a todos en el ejercicio del valor y del honor. Lo suntuoso es la cosa eterna por la cual ha hecho el hombre las obras más nobles y las acciones más ejemplares. ¿Pero no es un lujo una Catedral gótica? ¿Qué es más que un lujo la Ilíada? Tampoco podemos atribuirle otro carácter a los cuadros de Velázquez, y, si preginitamos a la Naturaleza, ella nos responderá presentan-

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.