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05/03/1926
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Periódico ABC MADRID 05-03-1926, portada

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MADRID D 1 A 5 DE M A R Z O DE 1 9 2 6 NUMERO SUELTO 10 CENTS. f tóf j 13 v DIARIO ILUSTRADO. AÑO VIGÉSIMOSEGUNDO N. 7.231 S iS F U N D A D O E L i. D E J U N I O D E 1905 P O R D T O R C U A T O L U C A D E T E N A nijiiui iuiiwuilUUWUiWli lililí DELEGACIÓN ESPAÑOLA EN LA SO- OIEDAD D E NACIONES I D. JOSÉ YANGUAS, MINISTRO DE ESTADO. 2, SIR. QUIÑONES DE LEÓN, EMBAJADOR DE ESPAÑA EN P A R l S 3 EL MARQUES DE TORREHERMOSA, J E F E D E SECCIÓN DEL MINISTERIO DE ESTADO. 4, SR. RAMÍREZ MONTESINOS, J E F E DEL GABINETE D I P L O M Á T I CO. 5 SR. UREÑA, SUBJEFE DE LA OFICINA ESPAÑOLA DE LA SOCIEDAD DE NACIONES. 6 SR. RANERO, SiECRETARIO DE EMBAJADA, Y 7 SR. SÁNCHEZ, SECRETARIO AUXILIAR w i LA LAMENTABLE A G O N Í A DE LAS MAYÚSCULAS Ell Temps, el grave y verídico Temps, nos da una triste noticia: las mayúscuí as se hallan a punto de desaparecer por completo... A decir verdad, ya todos habíUmos notado, en los anuncios nuevos, especialmente en los anuncios cinematográficos, una tendencia al nivelamiento de las líneas. Pero corno no podíamos figurarnos que una obra seria fuese impresa sin capitales, atribuíamos ese anarquismo tipográfico a un capricho pasajero de los ue no saben en qué innovar. A mí, por lo menos, las mayúsculas me son tan gratas a la vista, que hasta los versos de arte menor me parecen más ¡usitamente tratados cuando se imprimen a la manera de Francia y de Inglaterra, con su letra grande al principio de cada línea, que cuando se presentan, como en España, sin más capitales que las indispensables para principiar los párrafos o para indicar los nombres propios. Y es que las mayúsculas son la aristocracia de la tipografía. En la Exposición de las Artes de la Edad Media, que ahora se celebra en la Biblioteca Nacional de París, no hay nadie que I EL I DUQUE DE MEDINACELI, DE CIENCIAS QUE LA HA DE i I SIDO ELEGIDO ACADÉMICO a I no se detenga, cautivado, ante las páginas de las viejas Biblias, que ostentan, en cada uno de sus párrafos, una magnífica uncial o una admirable gótica. Y no me refiero a los manuscritos iluminados por aquellos maravillosos hermanos del Beato Angélico que, entre los rasgos de las iniciales, pintaban, con oro, rosa y cobajlto, rostros de niadonas, nimbados de dulzura. No. Aun después de haberse convertido en una industria mecánica, el libro siguió enorgulleciéndose de la belleza, del esplendor y de la originalidad de sus grandes letras. En la última página del famosísimo Salterioj de Ma pincia, que, como todos lo saben, es el prmier. libro que lleva una fecha v un nombre de impresor, se leen estas palabras: Presens Psalmorum Codex. Venustate capitalium decoratns ruhricationihusque suficienter disiinctiis, adinventione artificiosa imprimendi ac characterisandi. De lo que más or fullosos se mostraban los editores Faust y Scheffer, que acababan de separarse de Gutenberg, era del arte de sus capitales azules y rojas, que, ett la uniformidad de las páginas, sobresalen aún con gracias de flores. Y ¿qué maestro impresor no ha tenido, a través de los siglos, un orgullo análogo? Basta hojear los catálogos de las obras raras pa ra ver con cuánto respeto los bibliógrafos y los eruditos hablan de las mayús- i!

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