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13/05/1925
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Periódico ABC MADRID 13-05-1925, portada

  • EdiciónABC, MADRID
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Descripción

MADR 1 DD 1 A 13 DE MAYO DE 1 925 NUMERO SUELTO 10 CENTS. iS F U N D A D O E L i. DE J U N I O D E 1905 POR D. T O R C U A T O LUGA D E T E N A ABC DIARIO ILUSTRADO A Ñ O V I G E SIMOPRIMERO. N 6.977 MAk 3 uP 2: TME d A R T DOS NUEVOS A B C i UNA REVISTA FRANCESA Y OTRA ALEMANA QUE HAN ADOPTADO EL NOMBRE DE NUESTRO P E R I Ó D I C O ill U: il lll l i i: i lli; il i! i: ii: ¡i EL TÍTULO ABC La palabra abecé significa, según el Diccionario, el principio de cualquier ciencia o facultad; en suma, de todo conocimiento. En el primer número de A B C, para justificar el títu o de este periódico y al mismo tiempo satisfacer la curiosidad de algunos lectores, decíamos lo siguiente: Nuestro diario se propone ser el abecé de lo que considera que, mejorado, ampliado y perfeccionado por otros, puede constituir la Prensa diaria del porvenir. Aquel título que entonces parecía extraño ha sido en distintas ocasiones y en todos los países utilizado como denominación de diversas pubücaciones periódicas. Recientemente dos revistas, una alemana y la otra francesa, lo han elegido también, como podrá verse por los ejemplares reproducidos en esta misma página. E N LA P A T R I A D E RAIMUNDO LULIO Resulta curioso, y al mismo tiempo dramático, el considerar cómo los nombres célebres practican en el tablado de la fama el juego de las figuras que salen y desaparecen por esQotillón. Hay nombres que resaltan por espacio de siglos enteros y actúan en primera fila, para retirarse después a un último término obscuro y silencioso. Acaso surgen otra vez al primer plano de la escena, pero tan distintos, envueltos en una interpretación tan diferente, que parecen figuras nuevas. Una de estas históricas figuras cambiantes es Raimundo Lulio. Todavía en el siglo pasado, por la acción del romanticismo, alcanzó el grande hombre mallorquín una especie de boga beroico- legendaria. El poema de Núñez de Arce es como la llave que cierra, y en el más injusto de los silencios, al anacoreta de Miramar. Yo he visitado hace poco las altas y bellas tierras donde el místico medieval moró una temporada para esconder y avivar sus ensueños religiosos. Si es cierto que me atraían aquellos lugares por el primor de sus panoramas, también es verdad que yo iba buscando allí la estela, el recuerdo del hombre extraordinario. Porque un paisaje o una ciudad Cobran, como es sabido, doble valor cuando hay en ellos acento de historia. En uno de los lados más pintorescos de Mallorca, hacia el Norte de la célebre cartuja de Valldemosa, se abre una alta y bien cultivada meseta, que repentinamente se rompe, como en cornisa, frente a la in- mensidad del Mediterráneo. El mar puede contemplarse desde allí a una altura de cerca de 500 metros, y tan próximo por la pendiente del terreno, que se le ve como en el fondo de un precipicio. Allí comienza el famoso predio de Miramar. Allí estaha una alquería, llamada Hadolayan, donde los príncipes árabes Criaban los halcones para sus cacerías. Pero el lugar se convirtió en insigne, porque Raimundo Lulio, en su misticismo atormentado, lo escogió para refugio de meditación y de trabajo. Alma grande, profunda y soñadora la suya, ¡cómo adquiría vuelo en esos sublimes miradores de la montaña, que se precipita al mar! Para tal espíritu, tal paisaje. La extensión mediterránea enfrente; la costa contorneándose en imponentes acantilados; encinas y pinos gigantescos formando nutridos bosques; a ratos la molicie de una alquería en una ladera, con su galería bajo el alero, su torre vigilante, sus cipreses, sus terrazas floridas, su palmera suntuaria. Y sobre la majestad del mar, el sol que cae como una hostia encendida. Raimundo Lulio tenía un alma activa y combatiente, y la pura contemplación no le bastaba; consideraba que hay mucho que hacer en un mundrr de discordias y errores. Sobre todo le corría prisa la faena de

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