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02/02/1925
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Periódico ABC MADRID 02-02-1925, portada

  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO. AÑO V I G E SIMOPRIMERO. N 6 890 iii! 1 I DIARIO ILUSTRADO. AÑO V I G E SIMOPRIMERO. N 6.890) S) f I; I; IIIÍ I: iiia niicini: F U N D A D O E L i. D E J U N I O D E 1905 P O R D. T O R C U A T O L U C A D E T E N A MADRID. EN EL MINISTERIO DE FORIENTO EL SUBSECRETARIO, GENERAL VIVES (x) CON LA JUXTA DEL CRÉDITO AGRÍCOLA, QUE LE VISITO TARA ENTREGARLE EL PROVECTO DE DECRETO- LEY QUE HA REDACTADO. (F O T O P O R T E L A) UN POCO DE CIENCIA PA- Con franqueza: no creemos que los representantes de León, Galicia y Asturias tenjían razón en sus quejas por la exclusión de esas reí; iones en el Circuito Nacional del Turismo por carretera. ¿Qué temen León, Galicia y A s t u r i a s? Dicen que sus vías de comunicación son escasísimas y deficientes, y que sus carreteras, casi intransitables hoy, desaparecerán cuando el dinero que se dedica a conservarlas sea destinado a las favorecidas por la Sociedad de Atracción del forastero. Bien, ¿y qué? León, Asturias y Galicia no han pensado en que i) recisamente en esa carencia total de caminos puede estar la salvación. Su interés estriba en fine los pocos trenes con que cuentan no pasen de Falencia, y las carreteras sean invadidas por los pinos. Hace falta aplicar a los ne. íoc üs un criterio audaz. No es que nosotros nos jactemos de hahver nacido con él, pero la vida nos ha enseñado inucho. Sin embar! To, reconocemos que acaso no se nos hubiese ocurrido la idea que vamos a exponer si no nos hubiésemos honrado con la r mistad de un sa 1) io que era conductor de tranvías. Este hombre se quedó tuerto y perdió su plaza. Entonces estudió sosegadamenle su situación, y se d i j o -Si sigo s endo tuerto nunca pasaré de ser ima medianía. El verdadero negocio está en ser cieii o. Se saltó el otro ojo y se dedicó a pedir li rosna, con lo que m a r c h a divinameiite. Si a Galicia, León y Asturias les sa tan ahora el otro ojo, h a r á n su fortuna. M e diten esas bellísimas reg- iones que el turismo va mostrando cierta irritación contra las facilidades. Y a no es como antes. Antes el turista era como el adolescente que recibe por primera vez permiso para pasear solo, y todo le maravillaba. ¿Quién fué el primer turista? ¿Nadie lo sabe? Nosotros, tampoco. F e r o podemos dar un precioso detalle acerca de la fecha de su existencia. El primer turista apareció al mismo tiempo que la primera lata de sardinas en aceite. Cuando el hombre pudo aprisionar de tan substanciosa manera media docena de sardinas pensó en ir a devorarlas a un lugar ameno. N o l. ay en el numdo ninganí lugar ameno donde no se encuentre algún bote vacío de sardinas. ¿Es que la posesión de un bote de sardinas incita a contemplar bellos paisajes? ¿E s qtie los bellos paisajes nos inípulsan a engullir sardinas? Si tenemos o no te- nemos una opinión acerca de esto, a nadie le importa. El hecho ahí queda, incoumovib emente señalado. P e r o el turista fué complicando sus ap: tencias. El ferrocarril sirvió sus curiosidades, el automóvil atendió sus inquietudes, el aero dano superó sus ansias. H o y se recorre el mundo de punta a cabo sin excepcionales tropiezos. El ir a los Santos Lugares daba derecho a pasar a la historia hace muy pyocos siglos, en tiempos de Ledro el E r m i t a ñ o y n. adie puede negar qr. 2 hay en E u r o p a muchísimas familias qv, ¿viven rodeadas de consideraciones y p r c j tigio por haber figin ado un ascendiente su entre aquellos turistas. Hoy basta tomar un. billete en una Agencia, y hasta parece u: i poco cursi jactarse de haber ido en uno de esos rebaños excursión stas. Viajar en automóvil por carreteras excelentes deteniéndose en hoteles suntuosoj, es un placer todavía; pero comienza a ser tan vulgar, que ya se advierte su decadencia. N o todo aquel que va de un lado a otro por curiosidad es un turista. El viaj e r o de un tren botijo, por ejemplo, no es un turista. E s más bien, un. juerguista. Los trenes botijos son, por eso menos frccueiitcs. Lo mismo ocurre con el t n r s m o automovilista. H o y cualquiera posee a u t o móvil faunque en España hace dificil esta posesión el cerril concepto que se f cne del

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