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ABC MADRID 31-01-1925 página 1
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  • EdiciónABC, MADRID
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DIARIO ILUSTRADO A Ñ O Y I G E SIMOPRIMERO. n: 6- 890 DIARIO ILUSTRADO. A Ñ O VIGE SIMOPRIMERO, N. 6.890 lullii F U N D A D O E L i. D E J U N I O D E 1905 P O R D. T O R C U A T Q L U C A D E T E N A MADRID. EN EL MINISTERIO DE F O M E N T O EL SUBSECRETARIO, GENERAL VIVES (ix) CON LA JUNTA DEL CRÉDITO AGRÍCOLA, QUE LE V I S I T O PARA EL PROYECTO DE DECRETO- LEY QUE H A REDACTADO. (F O T O P O R T E L A) ENTREGARLE UN POCO DE CIENCIA PA- Con franqueza: no creemos que los representantes de León, Galicia y Asturias tengan razón en sus quejas por la exclusión de esas regiones en el Circuito Nacional del Turismo por carretera. ¿Qué temen León, Galicia y Asturias? Dicen que sus vías de comunicación son escasísimas y deficientes, y que sus carreteras, casi intransitables hoy, desaparecerán cuando el dinero que se dedica a conservarlas sea destinado a las favorecidas por la Sociedad de Atracción del forastero. Bien, ¿y qué? León, Asturias y Galicia no han pensado en que precisamente en esa carencia total de caminos puede estar la salvación. Su interés estriba en que los pocos trenes con que cuentan no pasen de Palenj; ia, y las carreteras sean invadidas por los pinos. Hace falta aplicar a los negocios un criterio audaz. No es que nosotros nos jactemos de haber nacido con él, pero la vida nos ha enseñado mucho. Sin embargo, reconocemos que acaso no se nos hubiese ocurrido la idea que vamos a exponer si no nos hubiésemos honrado con la amistad de un sabio que era conductor de tranvías. Este hombre se quedó tuerto y perdió su plaza. Entonces estudió soseg adamente su situación, y se dijo: -Si sigo siendo tuerto nunca pasaré de ser una medianía. El verdadero negocio está en ser ciego. Se saltó el otro ojc y se dedicó a pedir limosna, con lo que marcha divinamente. Si a Galicia, León y Asturias les saltan ahora el otro ojo, harán su fortuna. Mediten esas bellísimas regiones que el turismo va mostrando cierta irritación contra las facilidades. Ya no es como antes. Antes el turista era como el adolescente que recibe por primera vez permiso para pasear solo, y todo le maravillaba. ¿Quién fué el primer turista? ¿Nadie lo sabe? Nosotros, tampoco. Pero podemos dar un precioso detalle acerca de la fecha de su existencia. El primer turista apareció al mismo tiempo que la primera lata de sardinas en aceite. Cuando el hombre pudo aprisionar de tan substanciosa manera media docena de sardinas pensó en ir a devorarlas a un lugar ameno. No hay en el mundo ningún lugar ameno donde no se encuentre algún bote vacío de sardinas. ¿Es que la posesión de un bote de sardinas incita a contemplar bellos paisajes? ¿Es que los bellos paisajes nos impulsan a engullir sardinas? Si tenemos o no te- nemos una opinión acerca de esto, a na die le importa. El hecho ahí queda, incon moviblemente señalado Pero el turista fué complicando sus apetencias. El ferrocarril sirvió sus curiosidades, el automóvil atendió sus inquietudes, el aeroplano superó sus ansias. Hoy se recorre el mundo de punta a cabo sin excepcionales tropiezos. El ir a los Santos Lugares daba derecho a pasar a la historia hace muy pocos siglos en tiempos de Pedro el Ermitaño, y nadie puede negar que hay en Europa muchísimas familias que viven rodeadas de consideraciones y prestigio por haber figurado un ascendiente suyo entre aquellos turistas. Hoy basta tomar un billete en una Agencia, y hasta parece un poco cursi jactarse de haber ido en uno de esos rebaños- excursionistas. Viajar en automóvil por carreteras excelentes, deteniéndose en hoteles suntuosos, es un placer todavía; pero comienza a ser tan vulgar, que ya se advierte su decadencia. No todo aquel que va de un lado a otro por curiosidad es un turista. El viajero de un tren botijo, por ejemplo, no es un turista. Es, más bien, un juerguista. Los trenes botijos son, por eso, menos frecuentes. Lo mismo ocurre con el turismo automovilista. Hoy cualquiera posee automóvil (aunque en España hace difícil esta posesión el cerril concepto que se tiene del

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