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16/05/1923
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Periódico ABC MADRID 16-05-1923, portada

  • EdiciónABC, MADRID
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sm. MADR 1 DD 1 A 16 DE MAYO D E 1923 NUMERO SUELTO 10 CENTS. B DIARIO 1 LUSTRADO. AÑO DÉCIMONOVENO. N. 6.353 10 CENTS. 2 2 F U N D A D O E N E L A Ñ O 1905 P O R D T O R C U A T O L U G A D E T E N A VALENCIA. EN EL PALACIO ARZOBISPAL gUS MAJESTADES! x) AL SALIR DEL EDIFICIO DESPUÉS DEL BANQUETE DADO EN SU HONOR POR EL CARDENAL PRIMADO, DOCTOR REIG. (F O T O BARBERA MASIP) GLOSAS I, Eugenio d Ors no necesita presentaciones ni elogios. A B C publicará, con el título Glosas las páginas literarias de este insigne autor, y se complace en saludarlo y en ofrecer esta colaboración como un nuevo p r e sente a sus lectores. GLOSA DEL MOLINO DE VIENTO. Vuela. Ten alas. Pero alas ligadas a la tierra y a los deberé de la tierra, como tiene el molino. Este hombre, para llagar aquí, ha atravesado un ancho país de molinos grises. Piensa asi (imaginero de mirar penetrante) Un molino- de viento es un aeroplano que está cautivó. ¡Cuánta sensibilidad! El menor soplo le estremece... ¡Cuan trágico ademán! Los dos brazos que se levantan... ¡Cuan honda inquietud! Aquel estridir, aquel largo interminable clamar al cielo... Pero, en el fondo d- 1 dolor, la norma. ¡Trabaja, trabaja, molino! Hay. que hacer un poco de harina para el pan de los ¡hombres. LA SANTA CONTINUACIÓN. -Bernardo Palissy, patrón de los buenos artesanos, buscó por años y lu trc el secreto de las antiguas porcelanas de China. Empezó gastando, en aventureras investigaciones, toda su fortuna; a su lado, los suyos gimieron de hambre. Un día hubo de instalar en su propia cítsa un horno cerámico; el descubrimiento parecía entonces inminente; había dado el buscador, tras de pruebas harto difíciles, con una pasta cuya composición se aproximaba sin duda a lo desecado. En el momento de la cocción, el horno, construido sin habilidad por manos demasiado impacientes, se vino al suelo. Ardió el humilde refugio familiar; todo el techo se consumía. Los vecinos acercáronse al día siguiente a preguntarle a BernardoPalissy qué pensaba hacer. Bernardo Palissy contestó que pensaba seguir buscando el secreto de la porcelana de China. Sí; Bernardo Palissy era un hombre. En verdad, sólo merece tan noble dictado quien, plenamente y con toda el alma, sabe continuar. La Santa Continuación no es tanto para la humanidad, un nimbo como un signo. Recordemos siempre las definiciones de Kierkegaard: Quien Se entusiasma sin continuar, diletante. Quien continúa sin entusiasmo, filisteo. Hombre, únicamente lo será quien continúe? con entusiasmo renovado cada día. Diletante, el del entusiasmo sin continuación? Peor: mico. Rudyard KipHng nos cuenta, de los monos dd su Jungla que son tan inteligentes; lo que les falta es la memoria. Por esa falta no han progresado. Imaginan grandes empresas; tras de la primera jornada de! esfuerzos, ni rastro de recuerdo ya... A veces, el c an ha acordado: Allá, en la cumbre, construiremos uña habitación. Adhe sión unánime, agitado, fervor, manos a la obra. Y el procurarse troncos y arrancarlos, y el acarreo; y la brava fatiga. La noche, en lo alto; el bien ga- nado reposo. A la siguiente mañana, total olvido. No alcanzan a explicarse por qué razón e encuentran ellos en tal lugar. Ni Se lo preguntan siquiera, ocupada mente y actividad por algún nuevo de signio. Lo cierto es que cada día conocemos mayor número de monos. Así resulta que. paralelamente, preciemos en más cada día a los Bernardo Palissy. UNAS NOCHES QUE NOS RECUERDAN OTROS D Í A S ¡Q u é mundo, qué gentes, los que conocemos en estas Noches de Paul Morand- -en é Ouvert como e n el Fermé limitadas hasta hoy a una docenilla, pero que no hay inconveniente- -quiero decir inconveniente literario- -en que las veamos llegar hasta mil y una! Especialmente, en La nuit de Charlotenbourg tan Berlín, tan tras- guerra... ¿Tan Berlín, tan tras- guerra? Una primera impresión nos lleva, en efecto, a figurarnos que, sólo allí y en nuestra hora de ruptura moral profunda, la inteligencia pod a presentarse devorándo: e a sí misma, con tamaña crueldad. La flora de la corrupción ha reunido y mezclado en esas cortas páginas- como en una rebotica, mejor que como en un museo- -desde el decadente enervamiento del nenúfar elegante hasta el veneno mohoso del hongo grotesco. Y no podemos evitar que nuestra imaginación relacione esa antología, en su enfermiza suntuosidad, con los millones de cadáveres que durante años interminables se han ido pudriendo en los campos de batalla del centro de Europa.

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