Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
02/02/1922
ABC MADRID 02-02-1922 página 1
ABC MADRID 02-02-1922 página 2
ABC MADRID 02-02-1922 página 3
ABC MADRID 02-02-1922 página 4
ABC MADRID 02-02-1922 página 5
ABC MADRID 02-02-1922 página 6
ABC MADRID 02-02-1922 página 7
ABC MADRID 02-02-1922 página 8
ABC MADRID 02-02-1922 página 9
ABC MADRID 02-02-1922 página 10
ABC MADRID 02-02-1922 página 11
ABC MADRID 02-02-1922 página 12
ABC MADRID 02-02-1922 página 13
ABC MADRID 02-02-1922 página 14
ABC MADRID 02-02-1922 página 15
ABC MADRID 02-02-1922 página 16
ABC MADRID 02-02-1922 página 17
ABC MADRID 02-02-1922 página 18
ABC MADRID 02-02-1922 página 19
ABC MADRID 02-02-1922 página 20
ABC MADRID 02-02-1922 página 21
ABC MADRID 02-02-1922 página 22
ABC MADRID 02-02-1922 página 23
ABC MADRID 02-02-1922 página 24
ABC MADRID 02-02-1922 página 25
ABC MADRID 02-02-1922 página 26
ABC MADRID 02-02-1922 página 27
ABC MADRID 02-02-1922 página 28
ABC MADRID 02-02-1922 página 29
ABC MADRID 02-02-1922 página 30
ABC MADRID 02-02-1922 página 31
ABC MADRID 02-02-1922 página 32
  • Precio

Periódico ABC MADRID 02-02-1922, portada

  • EdiciónABC, MADRID
  • Páginas32
Más información

Descripción

MADRID DÍA 2 DE FEBRERO DE 1922 NÚMERO SUELTO 10 CENTS. M) S í DIARIO I L U S T H A DO. AÑO DÉCIMOOCTAVO. N 5.952 10 CENTS. S S FUNDADO EN EL AÑO 1905 POR D. TORCUATO LUCA DE TENA MELILLA. EN LA CÁRCEL DE VICTORIA GRANDE LOS MOROS PRISIONEROS HACIENDO GIMNASIA EN LA AZOTEA DEL EDIFICIO, (FOTO SILVA) MARRUECOS. UN TALLER DE GRANDES SOLDADOS Sentado bajo los muros de la Alcazalja, veo tenderse al pie la ciudad de Tetuán, 4o da prodigiosamente blanca, como una expresión sup ema: dt orientalismo. Los pequeños y lindos alminares rompen con su gi acia la monotonía del blanco y para un europeo desconcertante caserío. A un ladcj se contempla el anchuroso valle del río Maír tín; el mar azulea a lo lejos; viene de allá a bajo una emoción de país (cultivado, pacífico, domesticado, como si, dijéramos, por el gran civilizadoi; que es el mar. Por la otra banda, y hacia el intQ ior del territorio, el- paisaje e llena de ceño. No puedo mirarlo, inmediatamente de contemplar el valle ancho y el mar riente, sin un intimo disgusto. Allí está la barbarie. Allí re aterra la milenaria irreductibilídad del montañés norteafricano, insensible a la t e í r íación de toda, s las. civilizaciones. Ei un amontonamiento de- montañas morenas e iiirsuta, s, doiíde rcra vez bVnci. uea el signo- hii. mano, familiar, bondadoso de una casa. Apenas se distinguen tampoco las manchas de los cultivos. Habitantes y sembrados ha- cen el prodigio de existir y no mostrarse; se ocultan en quiéi sabe qué repliegues de esas montañas obscuras, casi negras por el manto espeso de jaral cjue las cubre. Enfrente, sobre el borde mismo del vadle tetuaní, se levanta un montañón gi ¿antesC- una sierra de ariscas cumbres. Veo los enormes y pavc osos barrancos, y los injpéntes peñascales que a las propias alimañas serían inaccesibles. Y pien o con espanto en el horror de un combate sob. re esas montañas. Entonces, el oficial del ejército que anjablémente me sirve de guía, como si- respondiese a mis ocultas id eas, dice: -Poír esa sierra subieron nuestras columnas combatiendo. ¿Pero puede combatir en un terreno tan espantoso una tropa europea, embara- zada por el material, las armas y la arga- nización de nuestros tiempos? -Sí. Por lo, menos nuestros soldados pudieron combatir, y avanzaron combatiendo por las cumb es hasta la región de Xauen. en jornadas penosas, sangrientas y triunfales. ¡Y contra qué enemigo... -En efecto, un enenfíigo que saita como las cabras, que carece de impedimenta, que se junta y se deshace, que siente la volup- tupsidad de matar, que es duro, y resistente como ningún hombre europeo... Me callé. Pero un sentimiento me mantuvo trémulo, como exaltado, durante algunos minutos. El espanto llenaba, por una parte esa secreta exa tación, y la admiración por otra parte me hacía estremecer. ¡Qué difíciles accione 3 de guerra, y cuántos hermosos heroísmos! Veía a nuestros so dados superar todas las formas imaginables, del esfuerzo guerrero, -y considxaba después a nuestros oficiales arrostrando continuamente las peores pruebas, avanzando al fren t: de las impetuosas comí) añías- indígena s; adelantándose siempre, en un cotidiano voluntariado, á las comisiones más trágicas, más sin espei- anza de salir con vida... Desde hace unos d as cam. hio como un obscuro y atento observador español por estas tierras que la Historia ha puesto en manos de España a la manera d? un hon -roso y duros encarno más que a título d? i: WM

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.