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ABC MADRID 21-09-1921 página 1
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MADRIDDÍA 21 DE SEPBRE. DE 1921 NUMERO SUELTO 10 CENTS, tí! a DIARIO ILUSTRADO. AÑODECIMQ SÉPTIMO. N. 5.837) S 10 CENTS. FUNDADO EN EL AÑO 1905 POR D. TORCUATO LUCA DE TENA -ñ MELILLA. OCUPACIÓN DE NADOR bremos la alarma ahora! No es el moincnto oportuno... Tiempo habrá de sobra cuando haya concluido la campaña para exigir responsabilidades si las hubiere... Pero lo malo es que estos patriotas oportunistas son los mismos que, una vez atenuada la inquietud y distraída la atención pública respecto de Marruecos, exclama rían luego: ¿Quién piensa en eso aliora? ¿A qué recordar inoportunamente esos tristes episodios? Seamos generosos, dlvidemos lo pasado, y a otra cosa. Huelga decir que esa generosidad y ese olvido para las ofensas o los errores cometidos volverí an a traernos nuevos males. La justicia y la aclaración de lo pasado serán la base de nuestro resurgimiento, yi nada fortalecería el régimen ni lo arraigaría tanto Cn el alma nacional como el saber que hasta los más altos personajes de la milicia o ce la política han de rendir cuentas de sus actos al país. Desfilen, pues, los ex presidentes y los generales que ocuparon altos mandos y digan públicamente quiénes son los responsables de lo acaecido e. i África. El segundo aspecto del problema de Marruecos es la campaña ya iniciada, o lo que llamaríamos revancha militar. Hay que vengar nuestro honor y reparar la ofensa a España por me lio de ÜN CONVOY, CONDUCIENDO MATERIAL PARA LA CONSTRUCCIÓN DE BLOCAOS, AL ATRAVESAR LA ZONA INCENDIADA. (F O T O LA ZARO) ESPAÑA EXIGE UNA REPARACIÓN Si en anteriores artículos, haciéndome eco de una parte de la opinión española, íhabláiba yo de las responsabilidades inelutübles en el orden civil y militar, hoy he de referirme al anhelo febril que siente todo patriota de ver rehabilitado el prestigio de nuestras armas. Porque no cabe negarlo; allá, en 1 fondo de su conciencia, todo español, a raíz de los reveses de Marruecos, sentía una inconfesable humillación. Más que ia sorpresa del fracaso o el dolor de haber perdido tanta sangre y tanta tierra, ganada palmo a palmo, nos indignaba la afretrte, o sea la bofetada que en pleno rostro, y a la faz cel mundo, nos habla dado el- moro, ese moro a quien ccnsiderábamos como un- ser inferior. De ahí el grito de ira y de indignación que ha vibrado de un extremo- a otro de la Península. Hombres, mujeres y niños, pálidos de emoción y poseídos de patriótica venganza, han aclamado a las tropas que iban a Marruecos a lavar también con sangre mora la ofensa hecha a España- Este sentimien to colectivo es el que en tocas las clases sociales ha realizado espontáneamente el milagro de la Unión Sagrada. Sería, pues, de lamentar que quienes dirigen los destinos del país no supieran recoger los frutos de tan dichosa fermentación, consolidándola, no ya con la victoria, sino con una bien meditada y planeada labor colon ha dora. A mi modo de ver, el problema de Marruecos ofrece tres aspectos sobre los cua les conviene insistir: Primero, depuración de las responsabilidades en lo que se refiere al desastre de Annual y a la pérdida precitada de todas nuestras posiciones hasta dejar a Melilla indefensa. Si vuelvo, como vulgarmente se d ce, a remachar el c avo, no es sólo por complacer a los amables lectores que me escriben animándome a proseguir esta campaña, sino por considerarla imprescindible para la reconstitución nacional. No debe volver a repetirse nunca la vergüenza de un desastre igual causado por la imprevisión, la desorganización y la pésima administración que dejaron tan quebrantado a nuestro Ejército y tan ultrajada a España. Los alarrríistas y los pusilánimes, que creen remediar las cosas con impedir que se diea bien aUo lo que todo el mundo se confía a media voz. oponfen a esto el conocido argumento: ¡Homfore, por Dios, no sem- -r

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