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ABC MADRID 06-01-1920 página 4
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Descripción

ENTIERRO DE PÉREZ GALDOS ASPECTO DE LA PLAZA DE CASTELAR AL TASO DE LA FÚNEBRE COM TTIVA. (EOTO ZEGEl) tapó la cara. Acababan de doblar la esquv na de Cibeles. Los cristales de escarcha que- traía el viento punzaban en la piel como puntas de aguja. Instintivamente apretaron el paso. Al llegar frente a una de las verjas acercáronse a ellos una mujer y un Hiño. El marido, al pasar, se encogió de hombros. Ella murmuró: Dios la ampare, hermanita. Y siguió andando. Pero en seguida se detuvo como sobresaltada, y le preguntó a él: ¿Has oido? ¿El qué? -Ése niño... Lo que ha dicho a su madre... -No... ¿Qué ha dicho? -Ha dicho... ¿No te han dado nada, mamá? ¿Tampoco esos te han dado nada... ¡Y cómo lo ha dicho! ¡Con qué pena lo ha dicho! Ese niño no es un profesional. Ese niño es hoy la primera vez que ha salido a la calle, y la primera acaso que comienza a aprender lo que son los dolores de la vida y el egoísmo de las gentes. Dale una limosna a ese niño. Dásela por mí... Te lo pido yo. Si no llevas suelto, mejor; dale una peseta, un duro; lo que quieras. Me ibas a llevar al teatro. No me lleve, sDáselo a él. El, conmov do, se detuvo. Desabrochóse sin temor al frío el gabán y la americana, sacó una moneda de plata del bolsillo, y sin hablar se la dio a su mujer. Estaban frente al caserón del Río de la Plata. Tuvieron que desandar el camino para ir en busca de lá pobre. Cuando llegaron ya no estaba allí. Por más que miraron, ñor más que atalayaron, no la vieron. Ella, a pesar de todo, parada en la esquina, secura buscando con los ojos entre las gasas e la niebla, hasta eme él la cogió dulcemenr 1- -n bra- o v la arrancó de allí -Anda, no estés parada, que hace mucho frío. Déjalo. ¡Qué le vamos- -a hacer- Y siguieron andando. Durante largo trecho fueron cabizbajos y suene osos. Al fin ella rompió el silencio. -Esa mujer no era una pobre de pedir. Era indudablemente la mujer de un obrero. No había más que verla. Debe haber mucha hambre en Madrid- -Sí- -dijo él sombríamente- debe íaber mucha hambre. Pero no es culpa nuestra que la haya. Son ellos quienes la tienen. Ello son los que han provocado con sus intemperancias, y con sus ex gencias, y con su actitud- antisocial y revolucionaria la situación difícil y violenta en que nos encontramos. Lee, lee el manifiesto que los patronos catalanes publicaron el domingo pasado para justificar el mantenim ento deí lock- out; lee lo que dicen lqs patronos de Madrid, y verás quiénes son los verdaderos, los únicos causantes. ¡Pero qué culpa tienen los niños! ¡Qué culpa tienen ellos de las luchas, de las miserias de los egoísmos de las maldades de los grandes! Yo también leo periódicos, y precisamente estos días acabo de leer que en toda Europa se han alzado voces de confraternidad y de amor en favor de los niños. Hasta los enemigos han depuesto los odios y se han apiadado. Y ahora, aquí. ¿v, amos a discutir qu énes tienen la culpa? ¡Yo qué sé quién la tiane! Ni lo sé, ni lo quiero saber, ni me importa saberlo. Yo lo único que sé es que, como mujer, se me abren las carnes de dolor y de pena cuando pienso en los niños, en los miles de n ños, en los millares de pobrecitos niños que por culpa de unos o de otros estas Navidades se habrán tenido qve acostar sin comer. MATA. A B C EN CHILE. EL FUTURO PRESIDENTE Hay ahora gran revuelo político en Chile. Los partidos comienzan a prepararse para la todavía distante campaña electoral, en la que el voto popular decidirá quién es el ciudadano que debe suceder en el gobierno de la nación al Sr. Sanfuentes. La crisis ministerial última ha sido provocada únicamente, según parece, para deshacer la tela de araña que silenciosa y cautamente iba tejiendo uno de los aspirantes a candidato presidencial Ese aspirante a candidato el Sr. Alesandri, es un político sagaz, de espíritu inquieto, que esta vez se impacientó tan excesivamente que se ha visto obligado a renunciar a la candidatura que tanto anhelabaLa crisis ministerial, en tal sentido, ha sido una linda jugarreta, porque eliminó un competidor de, tantas iniciativas como el peligroso senador de Tarapacá hombre resuelto, de una extraordinaria agilidad cerebral; pero que no cuenta con el favor de las clases elevadas del país. Esto que acabo de escribir parecerá extraño, tratándose de una República de tan arraigadas convicciones democráticas como es Chile, y, s n embargo, es así. Pa) a llegar en Chile a las cimas presidenciales es menester un poquitico de sangre azul, como substancia previa. El linaje del Sr. Alesandri, ateniéndonos a esas leyes del abolengo, que imprimen cai cter a los posibles candidatos presidenciales, es de reciente data. No desciende el senador liberal de viejas familias de la colonia. Su aristocraticismo no cuenta una centuria. De ahí que al saberse que se preparaba para lanzar u nombre y sus huestes a la camnaña electoral se produjere i

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