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ABC MADRID 05-07-1911 página 4
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ABC MADRID 05-07-1911 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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PROBLEMA INTERNACIONAL LOS ÁSÜ La colonización francesa Me parece muy conveniente someter á ana revisión crítica la labor de Francia colonizadora en África á partir de 1830, en que por primera vez puso los pies en Argelia, buscando la vecindad de Italia, su prima y nuestra hermana, y nuestra propia vecindad. El grupo colonizador francés, que sigue alimentando las ambiciones más ó menos patrióticas y el sueño de desquite de Delcassé- -de desquite por compensación, -nos tacha á los españoles, por mediación del Fígaro, de la humilde misión dé guardar cerdos en Marruecos. Tal vez en esta ironía jde desprecio se encuentre cumplida la payábola del hijo pródigo; de nuestras prodigalidades habrá, sin duda, que exigir ¡cuentas á Francia, que se cree con derecho ¡también á comprarlo todo. Y así, la nación gue se arroga los títulos de redentora, guía y faro de ja. humanidad, etc. ha llegado, por fcandidez ó por ficción, al siglo xx convertida en una razón social de valores culturales del siglo XVIII, para colocar en tierras ajelias productos de la civilización que otros países labran silenciosamente. Yo no sé qué estará más próximo al proceso ideal de la cultura: ó guardar cerdos en África, que son animales caseros, ó dedicarse á cazar africanos con liga ó con metralla en nombre 4 e la humanidad. Pero ¿qué ha hecho Francia en África durante el siglo xix? ¿Sé puede comparar su obra, que cuesta al contribuyente más de cien millones de francos, con la de los ingleses en Egipto y en el Transvaal, con la de los belgas en el Congo ni con la de loe alemanes en el Oeste de África? Cuatro cosas se necesitan, á mi ver, para que un pueblo pueda arrogarse el título de, colonizador: espíritu de colonización, dinero, hombres y nivel, densidad y plenitud de cultura suficiente para hacerla rebosar y trascender de una metrópoli. De todas estas cosas sólo tienen los franceses una: dinero. Con ser éste un instrumento de colonización, no es un factor que por sí pueda crear nuevos valores culturales. Carece Francia de población suficiente para rebosar del propio suelo de la nacionalidad francesa, tal cual hacen Italia y España, que difunden por el mundo anualmente medio millón de hombres. No tiene tampoco esa plenitud de vida cultural que no se afirma solamente con decir que se marcha á la cabeza de la civilización, ni con la exportación de la metafísica política basada en la Declaración de los derechos del hombre. Francia ha sido la fragua de las nuevas supersticiones, el germen de esa democracia ciudadana que todo lo tiraniza al número, olvidando la calidad de lo que se numera. ¡La indumentaria y las modernas... costumbres femeninas, el arte culinario, el Champaña artificial y las constituciones políticas abstractas! Tales son los elementos de la colonización cultural de Francia. Al francés no le cabe en la cabeza que haya algo mejor que París y cosa más hermosa que rancia. Cultiva el turismo en los demás, en vez ele convertirse él en excursionista. Así se ha quedado en la concepción cultural de Bu grandeza, trompeteándola á los cuatro yientos y ahorrando dinero, para que en DE MARRUECOS los campos, americanos se cultivase el trigo con máquinas eléctricas, mientras el Gobierno francés se conservó fiel al arado ro- mano, ¡como á otras tantas cosas romanas! en la vecina Argelia; y en estas condiciones, ¿tiene Francia derecho á hablar de cultura y de civilización en Marruecos? Hasta desde el punto de vista económico r las estadísticas le son desfavorables pues en la propia Argelia el comercio inglés crece con más intensidad, y en el Senegal las importaciones hechas por otras naciones representan mayor valor que las hechas por la metrópoli francesa. La colonia francesa de Argel ha costado á Francia desde 1830; á 1900, según afirma T. Banse en su libro Die Atlas Vender (Las tierras del Atlas) 4.773 millones de francos, es decir, casi lo mismo que ha pagado de indemnización á los alemanes por la guerra franco- alemana del 70. ¡Y todo esto para cultivar cereales de secano, plantar alcornocales, olivares y palmeras, como pudiera hacerse en la Edad Media... Viñedos qué tienen mucho que envidiar á los de la Gironde. La principal cuestión, que en Argelia, como en todos los. pueblos orientales y semiorientales, es la del agua, no la ha resuelto aún Francia. Tendrá que inspirarse en las páginas de Krammer respecto del Egipto. Cuanto á la población, la colonización, francesa en Argelia tiene un valor más escaso relativamente que la población latina no francesa, constituida por españoles é ita- lianos. Según las estadísticas oficiales de 1906, el número de franceses de Argelia, para una población total de 4,78 millones de habitantes, es de 398.622, de los cuales sólo son de procedencia francesa 278.976, es decir, poco más que los habitantes de la ciudad española de Valencia. En cambio, los italianos y españoles y los que de esta procedencia han tenido que afrancesarse por halagos ó amenazas de Francia ascienden, con otros europeos, á unos 336.642, de cuya suma cerca del 60 por 100 son españoles. El número de italianos sólo llega á 33.153. En Argelia contribuyen los extranjeros al fomento de la vida económica con mayor actividad que los franceses propiamente dichos, de los cuales una parte considerable se exime de toda concurrencia, constituyendo un factor pasivo. De aquí resulta que la actitud de la población francesa con respecto á los demás europeos allá, y más á ios españoles, há de ser necesariamente dura y recelosa. Ahora bien, ¿cuál es el estado actual de Argelia? -se pregunta Banse; Hace más de ochenta años que poseen los franceses la colonia del Norte de África. Toda su política está encauzada á fomentar la inmigración de franceses, para que se aprovechen de la mejor parte del suelo y lo exploten agrícolamente. Las medidas para ello elegidas fueron no sólo inútiles, sino también contraproducentes. Las leyes cambiaron con frecuencia, y el natural del país consideró el poder de la metrópoli como falible y capaz de error. Además, el Gobierno se mezcla en todo, empeñándose principalmente en evitar á todo trance que la propiedad territorial caiga en manos de extranjeros, conservando en gran cantidad la acumulación de latifundios y la especulación del suelo. Pero la falta principal fue el no disponer de una gran masa de población colonizadora... A esto hay que añadir la cuestión de la población autóctona. Los franceses harán lo que quieran; pero jfcunas podrán marchar en armonía con el musuimán. Coma idea suicida y peligrosa puede considerarse el obligarlos al servicio militar. Hay, compromisos por tiempo limitado, puesta que sólo se exige esto... ó lo otro... No es menos perniciosa la política que sigue el Gobierno con los extranjeros, pues parece que procura ahuyentarlos de las colonias francesas, y esto es tanto más torpe, cuanto que pudiera decirse sin recelo que lo que principalmente precisa el moribun- do pueblo galo es del material humano. A estas líneas habrá que añadir, como comentario, la política de afrancesamiento forzoso que se sigue con los colonos españoles de Oran y Ben- Abbes, sobre todo. Habría que recordarles á nuestros primos que no tienen ningún derecho á quejarse de la acción de Prusia en Alsacia- Lorena; tanto más, cuanto que para ello no tienen razón. Así como, los españoles predominan en Argelia, en Túnez predominan los italianos, sumando cerca de 100.000, contra 34.610 franceses. Lo que hay que hacer en Túnez- -dice el mismo geógrafo- -aún no lo han llegado á comprender los franceses Con- estos precedentes ya se puede resolver el problema de averiguar qué es lo que harían los franceses en Marruecos solos, caso de que se les dejase hacer lo que quieran. ¡Y que haya patriotas españoles que quieran atarnos de pies y manos, hablándOnos de la misión colonial de Francia y de la inutilidad de nuestra acción en Marruecos! ELOY LUIS ANDRE Leipzig, Junio de 1911. A 8 C en Tánger LOS ALEMANES A AGAD 1 R La noticia cayó como una bomba y se propagó como el incendio en un reguero de pólvora. El ministro de Alemania en esta ciudad había notificado oficialmente á Si El Guebbas, representante diplomático del Sultán, que un crucero alemán, con tropas de desembarco, iba á hacer una demostración en Agadir, y que desembarcaría las tropas en caso de que fuera necesario. Esto es un contratiempo más, y muy serio, para la absorbente política francesa. Al desembarcar en Agadir, es lo más probable que los alemanes hayan de extender su acción por el territorio del Sus, del cual da las siguientes noticias geográficas el notable libro del teniente coronel de Artillería señor Martín Peinador LA REGIÓN DEL SUS Y DEL NUN La región de los ríos Sus y Nun confina: al N. con la cordillera del Atlas; por; el O. con el Atlántico, y por el S. y el E. con la región del Draá. J E 1 Uad- Sus, río Subus de los romanos, corre en la gran zona, al Sur del Atlas, comprendida entre las sierras de Djebeí Draan al N. y Djebel Saghreru y Aulus al S. formando dicha zona una extensa llanura de 15 á 20 kilómetros cié ancho pori la parte superior hasta 40 ó 50 kilómetros cerca de la costa. Nace en las cumbres de los djebel Likumt y Saghreru, corre hacia el O. recibe; algunos afluentes, y después de 500 kilóme- tros de curso, y pasando por varias pobla- ¡dones, entre, ellas cerca de Tarudant, qae es la capital, desemboca en el Atlántico, al

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