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ABC MADRID 16-06-1911 página 4
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ABC MADRID 16-06-1911 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C. VIERNES 6 DE BE; í e i E- DIC ON- T -PAG. y otro que ¡e había hecho D. Juan de Já regui, ya famoso en 1612 por su hermosa traducción del Aminta de Torcuata Taso. Pero como este retrato debido á Jáuregui no llegó á ser conocido sino de muy pocos en aquel tiempo, y se perdió después, ninguno de cuantos dibujos y pinturas han pasado por retratos de Cervantes; de tres siglos acá merece crédito, los unos, por haberse hecho sobre el autorretrato literario y p o r ser sabidísimo que hay m u c h o s rostros con i g uales facciones y, sin embargo de ello, no sé parecen entre sí; y 1 6 s demás, porque, a u n siendo pinturas del tiempo de Cervantes, no consta por buenas pruebas que sean retratos suyos, aunque por algunos rasgos, ó por los más de ellos, se parezcan al sobredicho dibujo ó pluma. No trataré de estos seudorretratos de Cervantes. El c u r i o s o puede convencerse (ie que son apócrifos leyendo lo que sobre tal punto escribieron don Ramón León Máinez en la Crónica de los Cervantistas (2 3 d e Abril de 1873) y don Leopoldo Ríns en su Bibliografía crítica de las obras de Cervantes tomo ni, pág. 509 y siguientes. S L RETRATO AUTENÉTICO DE CERVANTES Como era pobre Miguel (le Cervantes, tuvo pocos amigos, y aun éstos pocos hicieron tan poco por él, que no le dieron ni poesías para los principios de sus libros, con ser los versos, entonces como ahora, fruta q u e tanto abunda y que tan poco vale en el mercado. Así, e n 1614, cuando sacó á Juz su. Viaje del Parnaso, en donde elogió ¿más de un centenar de poetas de su tiempo, tuvo precisión de Suplir las composiciones laudatorias, que 110 te dieron para sus preliminares, con un sopeto de el autor á su tyluma, q u e empieza con estas palabras: Pues veis que no me han iado algún soneto. con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande ni pequeño; la color viva, antes blanca- que morena; algo cargado de espaldas y no muy ligero de pies; éste digo que. es el rostro del autor de Lit Galatea y de Don Quijote- de la Mancha y del que hizo el Viaje del Parnaso, á imitación de! de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarria- mam Y si no tuvo quien le tliera versos para las p r i n c i p i o s de sus obras, menos tuvo librero ni editor. que le retratase al frente de alguna de ellas, por lo cual, en 1612, al escribir el prólogo de sus Novelas ejemplo res, íiizo él mismo, á pluma, su retrato, en las siguientes palabras, en algunas d e las cuales se nota aquella suave ironía de que fue inimitable maest r o e í mejor de los novelado r e s del m u n d o Dijo así: Quisiera yo, si fuera p o s i b l e lector amantísimo excusarme de escribir e s t e frólogo, porque no me ué tan bien con e 1 que puse en mi Don Quijote, que quedase con ganas de segundar éon éste. Desto tiene la culpa algún amigo de los muchos que en el discurso de mi vida he granjeado, antes c o n Bli condición que con mi ingenio; el c u al amigo b i e n pudiera, como es uso y costumbre, grabarme y esculpirme en la primeínera hoja de este li- bro, pues le diera mi retrato el famoso don Juan de Jaurigui, y con esto quedara mi ambifción satisfecha y el deseo de algunos que querrían asber qué rostro y qué talíe tiene quien se atreve. á salir con tantas invenciones en la plaza del mundo á los ojos de las gentes, poniendo debajo del retrato: -Este que veis aquí de rostro aguileno, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada, las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y esos mal acondicionados y peor dispuestos, porque no tienen correspondencia los unos Así las cosas, u n a tarde d e Septiembre del año próximo pasado, mi antiguo y estimado amigo D. Narciso Sentenach, docto académico d e la de Bellas Artes, me comunicó reservadamente una noticia que roe dejó estupefacto. En cierta capital de provincia, había caído en manos de un afortunado mortal un antiguo retrató al óleo de Cervantes: el pintado por Jáuregui y mencionado por el autor d e l Quijote. Pasadam i primera alegría, temí que se tratara de una ilusión más; pero, por lo pronto, y según el poseedor haRETRATO AUTENTICO DE CERVANTES bía manifestado á mi amigo, la tabla (que das y quizá sin nombre de su dueño. Llá- una tabla era) tenía en letras claras la inmase comúnmente Miguel de Cervantes dicación de ser D. Miguel de Cervantes el Saavedra; fue soldado muchos años, y cin- retratado, y Jáuregui el pintor. Esto del don co y medio cautivo, donde aprendió á te- me disgustó sobremanera, sabido que antaner paciencia en las adversidades; perdió ño no se daba ese tratamiento á quien de. en la batalla naval de Lepanto la mano iz- derecho no lo tenía, y que Cervantes jamás quierda, de un arcabuzazo; herida que, aun- lo tuvo. ¿Cuándo sería posible ver la tabla? que parece fea, él la tiene por hermosa, ¿No la traerían á Madrid? Y como á estas por haberla cobrado en la más memorable preguntas respondiese el Sr. Sentenach que y alta ocasión que vieron los pasados si- el poseedor le había ofrecido traerla para glos ni esperan ver los venideros, militan- Diciembre, nos encargamos recíprocamente do debajo de las vencedoras banderas del la mayor reserva, y esperé sin decir nada á. hijo del rayo de la guerra, Carlos V, de nadie. felice memoria. Pasaron dos meses y á mi regreso de un Por las palabras transcritas se supo de viaje por Andalucía, ya mediado Diciembre, dos retratos auténticos de Cervantes: éste, hablamos de nuevo. Ño habían traído el refísico y mora) por él mismo delineado, trato original, pero sí dos endebles pruebas

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