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ABC MADRID 19-05-1911 página 2
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ABC MADRID 19-05-1911 página 2

  • EdiciónABC, MADRID
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B C. VIERNES 19 DE MAYiO DE i 9 n EDICIÓN 1 PAG. 2 PE KTTESTRO CORRESPONSAL B GEN ALEMANIA EL MAESTRO DE ESCUELA ALEMÁN No es posible circunscribir á una cróni ca ¿e seis ó siete cuartillas todo lo que sobre este tema se puede escribir, -ni dar noticia de todo Jo que acerca de él se ha escrito ya; pero algunos puntos, por lo que respecta á la eficacia, que para nuestra enseñanza pueda tener, tratándose del maestro alemán, hay que tener en cuenta, teniéndola también del estado de la opinión española en este respecto. Porque hasta hoy, dicho en honor de la verdad, nosotros hemos enfocado el problema en su aspecto económico y en su aspecto político, nó en su aspecto social, nacional y, sobré todo, pedagógico. Él analfabetismo es el viejo fetiche que tenemos delante de los ojos; pero hay muchos también que están dentro de ellos y que nos impiden ver el problema con toda la cordialidad de alma y toda la magnanimidad de corazón para resolverlo pronto y bien por todos para la nación, para el o ciudadano, guardián á la vez del espíritu de nuestra raza y de nuestra historia, sin manos entumecidas para colaborar á la cultura colectiva, en su ámbito; pero sin pasiones de secta también, por las cuales se aspira á eonvertir la escuela, que es tin jardín para cultivar almas, en establecimiento de alfarería- -reduciendo el maestro á ser un alfarero neutral, y la arcilla, á dejarse calcinar, también neutralmente, por el fuego, que destroza en ella los gérmenes (le vida que en la familia y en la sociedad, recibió. esfuerzo en formar sus siicerdotes como en formar sus maestros. Porque maestros y sacerdotes deben ser fundamentalmente maestros. Tan sólo Prusia, sn el año 1909, ha dedicado á los seminarios pedagógicos y establecimientos de enseñanza para maestros, trece millones y medio de marcos, rmentras en 1900 los gastos sólo ascendían á ocho millones escasos. En todo el imperio alemán existían en el año 10,02 199 seminarios; hoy existen 258. El valor pedagógico y social que representa la educación en estos seminarios puede computarse, tanto por la duración como por el trabajo académico á que secon. agran los maestros seminaristas, igual á lo que exige y representa (suponiendo que la representación sea verdad) entre nosotros el grado de bachiller. Y la tendencia. es convertir la carrera de maestro en un nivel social y cultualmente considerado iguai al que tiene Ta enseñanza y títulos facultativos y técnicos. De ahí el gran desarrollo que están adquiriendo en las universidades alemanas los estudies pedagógicos, y que la Universidad se considere como un, establecimiento para que el maestro pueda perfeccionar sus estudios. En Prusia los establecimientos dedicados á la formación de maestros son dé dos claPraparandenaustaU; y Jos- seminarios enseñan las mismas materias, solamente que el cUrríailuín académico, en los primeros, copíprende sólo tres años y sirve para preparar, como su nombre indica, á los candidatos al magisterio para entrar en los seminarios, dónde la enseñanza dura otros tres años, coa las mismas materias y algunas, más que las, enseñadas en los Praparqndcrianstalt. Hay- que advertir que en el sexto año elí futuro maestro hace bajo Ja inspección v dirección de los profesores dentro del Seminario lo que después el Estado le exige hacer en la escuela. Por eso los. seminarios son también, centros de formación profesional. Y hay que advertir que estos centros huyen generalmente de las grandes- ciudades, y por eso én algunas- se está estableciendo el internado, por más que hay; una tendencia actual en Alemania contra él. Las materias enseñadas son, poco más ó menos, iguales á las de los JRealschulen, que corresponden á nuestros institutos técnicos. En 1,906 contaba el imperio alemán con 166.597 profesores de primera enseñanza, y entre ellos, 29.384 maestras, correspondiendo á cada maestro un contingente escolar, de 58 niños. Al sostenimiento del profesorado de primeras letras destina Alemania 523.940.000 marcos, de cuya cantidad corresponde al Estado 151.021 millones. Podemos decir qué la escuela popular alemana es una escuela oficial, pues la privada, con iguales fines, en 1906, sólo sé presenta en número de 614, con 42.094 alumnos. El sueldo medio del maestro alemán se ha ido elevando con el nivel de su cultura y con las exigencias de la vida moderna. En 1861 era de 634 marcos, poco más ó menos lo mismo que el del maestro español. de hoy, y en 1901 asciende á 1.835 marcos. Subrayo esta cantidad para que se fijen en ella los que predican el sueldo mínimo de las 1.000 pesetas en España. Del carácter de la escuela alemana, de la formación del maestro alemán y del sueldo que reeibe se pueden sacar provechosas enseñanzas para España, donde el problema pedagógico no debe constituir monopolio más o menos velado de insigne institución, que en él vierte, mezcladas con las ansias del país, sus propias ideas. Es necesario que los que miran hacia el pasada, el presente y el porvenir 4 la vea defiendan la esses: Praparandenaustalt y seminaren. Los cuela de determií! díis corriente pedagógicas que; fmidamentalirteme consideradas, ni. tiene carácter integral, ni- nacional, ya que el problema educativo es un problema social que el Estado debe fomentar, pero que no puede monopolizan ELOY LUIS ANDRE Leipzig. (Alemania) Mayo de j. 911. DE AMERICA NUESTRO IDIOMA ESPAÑOL Al español culto que desembarca en América, lo que primeramente le extraña es su condición de extranjero. El primer movimiento es de extrañeza, y en seguida surge un sentimiento, de- malestar, ó de rebelión. Uno- se resiste á la idea de ser extranjero aquí, donde todo es español. Sin embargo, prontp. se encuentra uno en la necesidad de comprender que es extranjero; y esto es precisamente lo que lastima el alma, Sin duda, reside ejn el idioma la raíz del 1 nacionalismo. Hasta parece que las mismas ideas se hermanan é identifican al ser expresadas en un idioma idéntico; tal vez también las ideas son concebidas, desde un principio, por. medio de palabras, lo que quiere decir que la idea no es un algo increado ó incorpóreo, sino que nace á la vida con. un cuerpo, que es la palabra. Y. la- palabra, ó sea el idioma, es, al fin de cuentas, lo que hace idénticas á. las ideas y, por extensión, -á los sentimientos. Así, pues, un castellano que habite un pueblo campesino de. Cataluña, á pesar de verse igual en raza, color y temperamento, se sentirá extranjero entre las gentes que hablan exclusivamente, el catalán; mientras que ese mismo castellano, si vive en un campo de Cuba, entre negros zambos, se sentirá allí como entre compatriotas. Hay en España la opinión de- que estos países de Súdamerica, tan trabajados por 3 á inmigración cosmopolita, van transformando el- idioma castellano, hasta el punto de haber formado un sémídiaiecto. Esa opinión carece de. fundamentó, y buena prueba de ello es que el español culto, como arriba he dicho, se rebela á la idea de considera rs aquí, en pleno Buenos Aires, como extraajertí. El idioma castellano no se ha corrompido apenas. Esto probará dé un modo bien fidedigno que los tiempos no se prestan pa- ra la derivación de los idomas. Actualmente, lo que menos cambia en esta época de vertiginosas mudanzas es el idioma. Ahora ya no es posible ía formación de dialectos los dialectos y las subdivisiones lingüísticas pertenecen á las épocas bárbaras, en que las frases y los hombres se separaban er 1 2 sí en una forma brutal egoísta; la cultura, además, llevando y trayendo libros y cosas impresas, gentes y comerciantes, hace que los pueblos se estén comunicando continua y enérgicamente entre sí. Hubo tin tiempo erí que la Argentina, al calor de su nacionalismo antiespañol, trató de separarse dé España, no sólo políticamenté, sino lingüísticamente. Era la época en que algunos ridículos de Chile reformaban la ortografía, supriniiendo Jas letras jue ellos decían ser inútiles, como la h y la y. Los argentinos, llevados del mismo furor separatista, quisieron formar an idioma especial, llevando al léxico culto las desinencias los criollismos, las frases del- pue blo bajo. En aquella época no llamaban al idioma español 6 castellano, sino simplemente nacional. Pero aquello pasó, naturalmente, y el buen sentido se impuso pronto. La escuela alemana es, ante todo, una es cuela popular, y su misión, según la ley prusiana vigente, que es la que da el ya. trón de las demás, consiste en la educación é instrucción de la juventud en el orden religioso, moral y nacional, dando al jovea también los conocimientos necesarios y disposiciones. que le hagan apto para la vida como ciudadano de un Estado culto. Según la ley prusiana, tiene, pues, cuatro ideales la escuela alemana, ninguno de los cuales es precisamente político, sihó; más bien cultural. La escuela alemana enseña al joven á conocer y amar á Dios, dentro de ima religión positiva; á ser bueno, inculcándole, ante todo, la idea del deber; á desarrollar y cultivar el sentimiento del patriotismo, en la forma de amor al hogar, de amor al solar y de amor á la nación; y desarrolla en él espíritu personal de tal modo, que hace compatible la libertad interna de la persona, base de su dignidad y de se respeto, con la convivencia social, con el espíritu corporativo, haciendo que poco á poco se convierta la sociedad de niños ea sociedad de hombres, que se amen, se respeten, se defiendan y mutuamente colaboren á la formación del Estado, que es la forma jurídicamente visible del- espíritu y del cuerpo social y nacional. Por eso la escuela alemana es algo oue está por encima de las pasiones de los partidos. Y aunque el sectarismo trate de invadirla, un instinto oculto de vida y pervivencía de esta raza homogénea y vigorosa hace jue en ella el alma del pasado, que es la tradición, y el alma del fuerte, que es el ideal, se abracen, para encarnar en la juventud alemana, que ha. de perpetuar y conservar ideales y. tradiciones. El que haya frecuentado escuelas alemanas, verá que no hay abismos entre la vida y la escuela, sino que más bien la escuela es la flor y el jugo de la vida, y éste, á la vez, esolendor. labor y resultado de la escuela. Por eso Alemania pone hoy tanto

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