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ABC MADRID 16-01-1910 página 4
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ABC MADRID 16-01-1910 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C DOMINGO t 6 DE ENERO DE 1910. EDICIÓN i. a PAG. 4: DE ¡VUESTRO CORRESPONSAL U C EN ARGELIA p t RIFEN PERSPECTIVA- Hecha ya Ja pacificación completa del Rif por la sumisión de sus cabilas y la reducción de los díscolos por medio de las armas, los españoles residentes en Argelia, á cuyo progreso han contribuido EB tan alto grado, se preocupan de lo que áará el Gobierno de España con los ¡territorios ocupados en los alrededores de Melilla. En opinión de estos compatriotas expatriados, España tendrá que plantear el problema del Rif en los siguientes términos: O el reembolso inmediato por parte del Saltan de todos los gastos de la guerra y la garantía eficaz y suficiente, á juicio del Gobierno, de que el orden 110 volverá á ser perturbado en toda la región ó zona sometida á la influencia de España, ó la conservación y explotación de todos los territorios cuya ocupación han hecho necesaria las exigencias de la función de policía de fronteras que el ejército expedicionario acaba tan brillantemente de realizar. Ahora bien; el estado actual del Tesoro marroquí, acosado de acreedores y exhausto de reservas, no permite abrigar la menor esperanza de que la reclamación de España obtenga pronta satisfacción. Todo el mundo sabe, además, que la autoridad que ejerce el Sultán de Marruecos en el Rif, desde tiempo inmemorial, es la misma que la que sé le reconoce en el Polo Norte de la luna; por lo cual tampoco es presumible que ofrezca las garantías de paz que España necesita y debe exigir. He dicho mal; el Sultán ofrecerá cuanto se le pida- cuando no vea otro medio de salir del atolladero, pero reservándose el uso exclusivo de su gramática parda, por otro nombre diplomacia moruna, para esquivar el cumplimiento de lo ofrecido. Creo dejar demostrado que, por el momento, no es posible obtener del Sultán ni indemnización de guerra ni garantías de paz en nuestras posesiones africanas, y ante esta imposibilidad no hay otro recurso que el de conservar y sacar el mejor partido de la zona ocupada, hasta que la Hacienda sherifiana prospere y la autoridad de Muley Hafid, ó del que le suceda, se refuerce ó consolide en el Rif en la medida necesaria. Entonces será oportuno recordar al jefe de ios creyentes el pago de la nota que España le presente y el cumplimiento de las condiciones que le imponga al restablecerse a paz. ¿En qué época podrá el Sultán hacer frente á estas atenciones? Probablemente, nunca. Su imperio puede compararse con una estera que rueda por un plano inclinado, y no hay que saber mucha mecánica para predecir en qué punto se detendrá Ja esfera. España se verá, pues, obligada, aunque sio fuera ésa su intención, á colonizar el Rif, edificando poblados, facilitando el comercio Mspano- marroquí, estableciendo industrias y explotando el suelo y el subsuelo de aquellas llanuras y montañas casi vírgenes. El español que ha recorrido sólo una parte de las fértiles campiñas de Argelia, fecundadas por el trabajo y regadas con el sudor de sus compatriotas, de los que en una sola de sus tres provincias existen hoy más de 40.000, piensa con inmensa tristeza que la suma de energías que esos hombres representan, puesta por Dios en el suelo de la patria para que contribuyera á su prosperidad, se ha desviado de su objeto, consagrándose al desarrollo de la riqueza ajena, Todos los españoles que en la edad maiuran emigran al África y á América buscan su bienestar por medio del trabajo; un número reducidísimo de ellos lo consigue á costa de privaciones y sacrificios que sólo ellos conocen; pero aun éstos dejan la parte mayor del producto de su esfuerzo á beneficio de ciudadanos del país que les da albergue. De los demás, la inmensa mayoría arrastran una vida de esclavos, sin atenuaciones, ó regresan á la patria de limosna. Si estos fracasados vuelven más pobres que salieron, en cambio, los que triunfan se instalan definitivamente y, por regla gene ral, sus familias cambian de nacionalidad. I os pocos indianos que vuelven ricos á España no son sino excepciones de esta regla. I a emigración resulta, pues, un ¡grave mal para nuestro país; y ya que no pueda evitarse aquélla, conviene dirigirla de modo que el mal no se produzca. Un senador español emitió el pensamiento de repartir los terrenos ocupados por España en el Rif entre los soldados que por su bravura se han apoderado de ellos. Respetando los que sean de propiedad particular de los cabileños amigos de España, que no han hecho armas contra ella y tienen derecho á su protección, todos los demás territorios deben considerarse como españoles y debe dárseles el destino que indica el referido senador, ó el que el Gobierno crea conveniente, mientras la cuenta de la guerra no quede saldada. ¿Qué inconveniente habría en hacer con cesiones de esos terrenos á subditos españoles que se comprometieran á roturarlos y explotarlos por su cuenta y en su provecho? En mi opinión, ninguno; porque lo único que podría suceder seria que una mañana el Sultán se levantara de buen talante y dispusiera ipso fació que se pagara á España la indemnización de guerra y se enviara á la frontera una mehalla capaz de contener las demasías de sus subditos nominales del Rif; y aun en este caso- -poco probable, según he demostrado antes, -no habría más que hacer que recargar la nota ea el valor de las mejoras introducidas en dichos territorios. Se se resolviera hacer estas concesiones, la corriente emigratoria que hoy se dirige al extranjero se desviaría hacia el Rif, con beneficio para todos. En otro artículo me propongo decir lo que sé acerca de los medios de vida que la región ofrecería á los emigrantes. Entre las elegantes damas de la aristocracia reconocí á la princesa I ubomirska, á la condesa Hunyady, á la condesa HoyosAmerling, etc. etc. Sven Hedin es todavía muy joven, cuenta solamente cuarenta y cuatro años, pues en 1865 nació en Stockholm, donde hizo sus estudios en la Universidad de aquella capital, y más tarde en la de Berlín. Habla seis lenguas y domina perfectamente el alemán, aunque con un acento algo duro. Viste siempre de frac, y ayer estaba éste completamente cubierto de cruces y decoraciones. A grandes rasgos, y teniendo un mapa en la mano, empezó á hacer la descripción de sus viajes por el Tibet. cuyo país es cuatro veces más grande que España. Contó que, todavía muy niño, al ver un espacio blanco en un mapa, se ponía de mal humor, pues estos sitios vacíos que se ven en muchos mapas son sus más terribles enemigos. Uno de los pasajes más hermosos é interesantes de su discurso fue el siguiente. Al llegar cerca de J adakh se le acercaron unos cuantos tibetanos, todos armados hasta los dientes, y le preguntaron si no había visto á un europeo que viajaba por el país. Como iba vestido de ladáthi, no fue reconocido, y después de haberles asegurado que el europeo se había quedado en uno de los pueblos de las cercanías le dejaron pasar, y de esta manera le fue posible presentarse ante el gobernador de la provincia, un acérrimo enemigo de los europeos. Aunque sabía que el gobernador había dado orden de matar al europeo, Sven Hedin entró en su palacio y en medio de la estupefacción general gritó: Yo soy Sven Hedin, al que buscáis... ¿Por qué viene usted acá? -le preguntó el gobernador. -Y el naivamente contestó. Vengo movido por el gran amor que siento por su país y por sus habitantes... Y en un tono grave y severo, el gobernador le invitó á que regresara á Europa. Sven Hedin le hizo saber que las leyes de su país no le permitían volver atrás por el mismo camino, y que antes prefiría morir que quebrantar las leyes de su patria. El gobernador, viéndole tan decidido, le dio la autorización para regresar á Europa por otro camino. Al fin pudo salir de la ciudad, y después de un viaje al través de comarcas muy peP. B. SANZ. ligrosas, que duró ochenta y tres días, llegó Nemours, Enero 9 o. el 9 de Febrero de 1906 á Schigatse, ciudad santa situada en el Sur del Tibet, á orillas DE NUESTRO CORRESPONSAL del Brahmaputra, y se hospedó en el convento de Taschi I ama, donde residió cuarenta y nueve días. El director del convento, llamado el Papa del Tibet, es un joven muy inteligente y NA CONFERFNfM El célebre expío amable, y Sven Hedin contó que le dejó rador sueco doc- presenciar las fiestas de Año Nuevo. En DE tor Sven Hedin aquel convento viven 3.700 monjes, quienes ha dado una nueva é interesante conferen- coa máscaras- en la cara, representando las cia en los salones de la Sociedad Geográfi- fieras más espantosas, ejecutan durante esta ca sobre su reciente viaje en el Tibet, á la temporada La danza del demonio. Sven Heque asistieron varios personajes de la Cor- din, refiriéndose á estas fiestas, dijo: Si n is te, miembros de la aristocracia y profesores ojos no lo hubieran visto, creería haberlo soñado, y ningún europeo puede imaginarde diversos Institutos de la capital. I, a elegante sala de mármol estaba mag- se cosa semejante níficamente adornada con flores y plantas Después de estos cuarenta y nueve días, verdes y llena de bote en bote. Los señores, Sven Hedin salió del convento para contivestidos de frac, y las elegantes damas con nuar su camino, y el día de Navidad se hasus toilettes claras, ofrecían un golpe de vis- llaba ya en Transhimalaya, donde había ta rara vez presenciado en tales ocasiones. una temperatura de 40 grados bajo cero. Entre las más distinguidaspersonalidades Aunque disfrazado y sucio, como la gente que se encontraban en el salón, vi al mi- de aquel país es, no le fue posible conservar nistro de Negocios Extranjeros, barón de más tiempo el incógnito; no obstante, atraAehrentha! al embajador von Tschirschky vesó todavía la provincia de Bougba, donde y Bogendorff, al barón Tucher, al conde de hasta entonces ningún europeo había puesResc, al agregado militar ruso, von Marts- to los pies. chenco; al presidente de ministros, doctor En Bougba tuvo que declarar abiertamenbarón de Bienerth; al ministro de Instruc- te que era europeo y que no quería abandoción pública, conde de al ministro nar el país porque lo amaba mucho y no pode Justicia, doctor von Hockenburger, y al día vivir fuera de él; y como los habitantes comandajate, deMaiiria 4 conde de Montecuc- de aquellos lugares querían que se marchacoli. ra de aquella provincia por el jnisaiii cauaí- A B C EN VIENA U

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