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ABC MADRID 24-09-1909 página 8
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ABC MADRID 24-09-1909 página 8

  • EdiciónABC, MADRID
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AB C. VIERNES 14 Í E SEPTIEMBRE Dñ 1909. EDTCION PAG. 8. Díjelesyo que tenía entendido que en los trabajos de las minas había empleados muchos moros que ganaban buenos jornales, y á quienes, por lo mismo, debía convenir que las obras continuaran. Los dos me contestaron que, efectivamente, había machos NEMOURS, 14 DE S- Pi JEMB 3 E. moros trabajando; pero que ellos no- quierjurante tres días este pueblecito ha dado Ten nada con los españoles; que éslos tie albergue á dos personajes marroquíes nen la lengua muy larga y los insultan, y que por su parentesco con el jefe de la har- cuando ven pasar traa mora le dicen: ¡Ahí ca que se bate con nuestras tropas en el Rif va una guapa! ¡Ahí una mujer! ¡Ahí una han despertado la curiosidad y el recelo de bonita! mientras que ellos, cuando pasan jps españoles aquí residentes. al lado de una española, no la dicen nada. Es uno de ellos Ainar- ben- Mimun, her- Y por esto odian á los españoles- taauo del Schaldy, robusto, narigudo, fisoOyéndolos, hay pensar que si al Schaldy ioinía simpática, de cuarenta y cinco á cin- le hubieran alcanzado unas pesetas del pro uenta años de edad, con chilaba blanca, ducto de las minas, en vez de encender la ¿Uya capucha lleva siempre echada sobre la guerra hubiera seguido fingiendo amistad fcaoeza. a España. El otro es Mohamet- ben- Bachir, primo ael guerrero rifeño, también ae buena cons- planes y proposites. titución, atezado, romo, fisonomía nada sim- Muy seriamente afirmó Ben Mimun pática, más bien feroz, barba negra con al- que si los españoles triunfan- -como temen- -gunas canas; puede tener la misma edad todos los rífenos abandonarán su territogue el anterior, y viste chilaba azul- que le rio, viniéndose á la Argelia. De otro modo cubre de la cabeza á los píes. hubiesen procedido de ser los franceses los Ambos traían permiso- para pasar á Oran: que hubieran ida al Rif. se la había expedido el 8 del presente el coNótese que Ben- Mimun creía hablar ee- mandante francés de la guarnición y puesto tre franceses (aunque sabía que uno de ios fronterizo de Aberkane. contertulios era esoañol, que lleva aquí muCuando tuve noticia de su llegada, mi chos años y al cual en broina llamó retiega primer deseo fue hablar con ellos, por si do) y le convenía adular á éstos, por si ua podía averiguar algo de interés para mi pa- día tiene que refugiarse entre eJos y por si tria; pero sin forjarme ilusiones, porque de tales adulaciones le ayudaban á realizar JL antemano sabía que no dirían lo que no les objeto secreto de su viaje. conviniera. Gracias á la amabilidad de dos buenos c ¡l término de la gueira. amigos raíos, francés uno y otro español, Cree Ben- Mimun que si los españoles establecidos aquí ambos, logré mi objeto sin bajaran á la llanura la guerra se terminaría que los moros se percataran áe que yo era en un día, venciendo el que- pudiera más. español, pues al preguntar éstos en árabe á Los moros- -añade- -son valientes, y los camis amigos s ¡yo era el cónsul de España, ballos se meten por las bo- jas de los caño les contestaron que era uu funcionario ael nes. Nos duele mucho que los soldados esBurean des Postes. Esto y el haberme oído gas- pañoles nos llamen gallinas. tar bromas en francés con ellos al entrar en la tienda bastó para que los rífenos depuo del viaje. sieran visiblemente el recelo con que me ¿Cuál ha sido? Ellos se han apresurado habían mirado al principio. á declarar que venían á comprar tabaco. Sa- -Vienen estos del Rif y saben remetías ben que en Nemours no hay más provisión cosas- -me dijo uno de mis amigos- invi- de tabaco que la necesaria para el consumo tándome á tomar parte en la conversación. de la población, y algunas pequeñas cantiY yo, que no deseaba otra cosa, rogué á dades que se llevan los moros argelinos ó Bea Mitnuu que nos contara ól o de ¡o que marroquíes para vender en la frontera, y pasaba por allí, ya que Basta nosotros sólo advierten al punto que á eso van á Oran, y había llegado la noticia dt. que estaban en que si en la tienda donde hablábamos tuguerra coa los españoles, pero nada se sa- vieran tabaco comprarían hasta sesenta mil bía de cómo iban las operaciones. paquetes. Ben Bachir, al verme de pie en la tienda A pesar de esta declaración, no tardó Ben mientras ellos estaban sentados, se levantó Bachir en enseñar la oreja. y me cfreció su silla. La acepté, y mientras Mi amigo y compatriota se insinuó con él se colocaba sobre dos grandes oüas de él, preguntándole, en broma por supuesto, hierro que compró, continuamos nuestra si quería comprar un cañón por siete mil charla Bén Mimun, uno de los comercian- duros. tes y yo. ¿Con municiones? -interrogó el moro. -No; sin municiones. Ben Mímurr y Ben Bachir hablan un es- -Pues si tuvieras municione te lo pagapañol de tercera ó cuarta clase, oiñcrl de entender; por tanto, no es posible reprodu- ba hasta quince mil duros. cir íntegramente la conversación, en la que I os prisioneros. á veces tomábamos parte cin o personas. De cuanto nos manifestaron, lie aquí lo Mimun y Bachir se esfuerzan por convencernos de que no han empleado malos más substancioso é interesante: tratos con los prisioneros. De los que cogieron, unos los han devuelto, y otros, que vorigen del conflicto. Entre los jefes de las tribus que ocu- luntariamente han querido quedarse entre pan el territorio de las ramas del Rif hay ellos, han sufrido la tonsura ó el afeitado algunos que recibieron dinero del producto de la cabeza, pero nada más. -Los españoles- -dijo- -no nos han cogíde su venta, y otros que no. Los que cobraron querían á toda costa que las explota- do ninguno. ciones continuaran, mientras que los preteina de la entrevista. TÍdos se oponían resueltamente. Nuestra charla continúa, y conocemos Estos últimos recurrieron al general Marina para pedirle la suspensión de los traba- otros particulares. Ben Mimun vivía en Frajana, pero á conjos hasta que algún delegado del Sultán ó del Rog hi, ó, si no, alguien que tuviera au- secuencia de la declaración de guerra tuvo toridad sobre todos ellos, viniera á zanjar que trasladarse á las llanuras de Zeluán con SVL familia. SÍFS diferencias. Su: pretensión cayó en el- A cuatro horas de Zeluan están las tropas vacío, y, sin más, los descontentos hicieron fuego sobre los desgraciados obreros; de las españolas, y es opinión de estos dos rífenos que hasta entonces no se habían atrevido á muías. CARTA DE ARGELIA UN HERMANO DEL SCHALDY llegar por temor á que los moros se les echasen encima. Se jactan ellos de su amistad con el comandante francés de Aberkine, que, como ya he dicho, les expidió los pasaportes en regla para que fueran á Oran. Antes de separarse de nosotros, Ben Mimun hizo protestas de que los moros áesean la paz abora, pero que el general Marina no quiere ni oír hablar de eso. Y nada más salió de sus labios. Me consta que los dos rífenos tenían to jnado pasaje en el vapor Zemthpara salir anteanoche con dirección á Oran. De pronto, sin que nadie se lo explicase, cambiaron de opinión y pidieron el reembolso del precio de los billetes, con intención de salir ayer por la diligencia que hace el servicio de correos de aquí á Turene, y tomar allí el tren para Oran. Pero tampoco salieron en la diligencia ayer ni hoy. Esta noche mi informan que Sen Mimun ha regresado precipitadamente al R f, mientras que su primo, Ben Bachir, queda aquí esperando no se sabe qué. Hoy, como sucede todos los martes, días de mercado, han venido muchos moros de Guelaya, pero no se han mostrado tan expansivos ni altaneros como acostumbraban desde el comienzo de la guerra, sino muy reservados. Entre otras mercancías que yo, naturalmente, uo conozco, sé que han comprado alambre y planchas de cobre en cantidad, y de 250 á 300 aros para cribas. Se presume que alguno de estos moros ha debido de traer malas noticias al hermano del Schaldy y la ordea de regresar apresuradamente. CRÓNICA DE TETUAN RIO MARTÍN, 1 T 1 SEPT 1 CMBBE. O F A orillas del mar tenemos ahora un pe queño campamento español. El cónsul ha tenido que pasar. aquí unos días por razones de su cargo, y coa él hemos venido unos cuantos españoles huyendo de los tiros y de las fiestas de a población, que á la larga acaban por molestar y aburrir No hay más casas que el fuerte Martín- un castillejo cuadrado, de esbeltas líneas, con siete antiquísimos cañones qua se cargan por la boca- -y uaa pequeña casuca. La Aduana está á dos ó tres kilómetros de la desembocadura del río; el blocao que construye la Policía, detente dal fuerte, no rebasa aún la altura de los cimientos: todo lo demás son chozas- y- iendas de campaña. J 3 n éstas viven los hebreos que vienen del pueblo á tomar baños de mar, los moldados de la Policía que aquí vigilan el contrabando, los operarios qae trabajan en el blocao. Las hay de todas clases y especies, desde las cónicas, tan conocidas en todos los campamentos, hasta las lujosas y confortables que los moros ricos usan para sus viajes, algunas 3 e las cuales figuran en la instalación del cónsul. La tienda de campaña es tan necasaria ai moro como el píaid 6 ía maleta para nosotros, pues como aquí es xavty raro encontrar poblaciones donde pernoctar en los vía ¿jes, todo el mundo, todo el que viaja tiene que acudir á la indispensable tienda da campaña, único asilo para la noche. L- 03 moros ricos tienen en esto verdaderas preciosidades: tiendas coquetonas forradas interiormente con telas que recuerdas el estilo Luis XV; tiendas amplías, ve daderos salones, de siete ú ocho metros de lado, tapizadas con alfombras de Rabat; tiendas para cocina... el colmo de la comodidad. Ahora hay aquí muy poca gente, porque los hebreos celebran en estos días una de l ü I B l l l l ITilIlffilUlBmffil limmiiHiimnim 1

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