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ABC MADRID 25-08-1908 página 4
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ABC MADRID 25-08-1908 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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A B C MARTES a 5 DE AGOSTO DE i 9 o8. EDICIÓN K PAG. 4. dre de nuestro compañero Enrique, á 600 metros sobre el nivel del mar, nuestros pulmones ciudadanos respiran con ansia el aire puro de la sierra, embalsamado con sus propios perfumes, no contaminado por ninguna impureza, mientras nuestros ojos se perdían en el Mediterráneo, que á lo lejos se descubre limitando el horizonte... ¿Se comprende ahora por qué han sido para nosotros más interesantes estos festejos extraoficiales, con haberlo sido mucho los que figuraban en el programa Ellos han servido para afianzar nuestra creencia de que los verdaderos malagueños no deben descansar hasta poner en práctica sus buenos propósitos. Clima excelente, aire puro, luz bella, agua abundante, espléndidos paisajes ¡todo lo tiene Málaga, que con ella fue pródiga la Naturaleza... ¡Que sus hombres sepan aprovecharlo y dirigirlo... Tal es el deseo con que los excursionistas madrileños nos despedimos de esta ciudad, que recordaremos siempre como un sueño. Quede aquí también, al abandonarla, la sincera expresión de gratitud para cuanto? nos hicieron sus honores con ilimitada cortesía. Y un saludo especial para el gran periodista Enrique Rivas, nuestro camarada de ayer, nuestro amigo de siempre... El contribuyó en gran parte á traernos á su tierra, porque es tan amante de Málaga que- quiso que la viéramos, seguro de que al verla teniríamos que cantarla. ANTONIO PALOMERO. LA CUESTIÓN DE MARRUEs os r AIDA DE ABD- EL- AZ 1 Z Mucho tiem po hacía que estaba previsto; desde la entrada y consagración en Fez de su hermano y rival no ofrecía duda; hace poeos meses se trató secretamente por las potencias de la conveniencia del reconocimiento de Muley Hafid, Implícitamente reconocido, como luego diremos, por España; pero se dejó que Frantia eligiera el momento, y poco á poco se ha ido aplazando. Pata Francia, tan ligada con Abd- el- Aziz, i quien ha comprometido tanto, era duro, iurísimo, el reconocimient del pretendiente; la derrota de Aziz, para las cabilas, representa la de los franceses, é indudablemente el Gobierno de Clemenceau ha preferido lo que nosotros habíamos dicho más de ana vez: que se cociera en su propia salsa. No han sido, no, los marroquíes de Hafid ios que han vencido á Aziz; no son aquéllos los vencedores; no son los que han reducido á polvo al hijo favorito de Muley Hassan; en realidad á quien debe su derrota es á la elocuente palabra de Jaurés en el Parlamento. Francia, después de las declaraciones de, sus diputados, tenía que observar- -ó aparentar- -más neutralidad, y el hecho de haber retirado de la Chauía un solo batallón y haberlo embarcado en Casablanca era un golpe mortal para la causa de Aziz. Dejarle emprender la marcha hacia Marrakés, marcha loca, con escasos medios de defensa, en un país enteramente hostil, no podía por menos que envalentonar á los enemigos del infortunado monarca, y lo que ha sucedido no tenía otro remedio que suceder. Esto sin contar qae de haberle proporcionado recursos militares fuera de cien kilómetros de la costa hubiera dado lugar i un nuevo Alcázar. I MPERARA HAFID? No sin fundamento hacemos e s t a pregunta. L, a causa de la revolución en Ma 1 mecos responde á un malestar económico y á una anarquía que nadie ha procurado- tprimir y que arruina al país. Ya hemos dicho lo que es Muley Hañd para fundar sus pretensiones al trono tuvieron sus partidarios que ponerle materialmente un trabuco al pecho. Quería con ¿delirio á su hermano, ama la paz y la tranquilidad; es un soñador, un poeta; pero no es el hombre enérgico que pudiera restablecer la paz en país tan agitado. Pronto hubieron de apercibirse de ello los fanáticos y los que no siéndolo querían otro monarca que el débil Aziz, y en muchas comarcas, al rezo, no pedían por Hafid, sino por kafir, que significa, poco más ó menos: por quien nos remedie. Si la idea de ponerle enfrente á Muley Mohamed, el hijo mayor de Hassan, el llamado el príncipe tuerto, prosperase, sería el cuento de nunca acabar y origen de los mayores trastornos. Y eso no conviene ni á Europa ni á Marruecos; es preciso que los pueblos extranjeros tengan alguien con quien tratar allí, ó arrasar el país, ó prescindir de él. Por esa razón puede asegurarse que Francia ha estado sobrado imprudente, comprometida por el grupo colonial del que fue el alma Mr. Etienne, y los financieros argelinos y no argelinos, que por el negocio no han dejado en paz un solo momento á Clemenceau, que ha tenido que transigir con muchas cosas. Sabe de sobra el Gobierno francés que cualquier emperador que ocupe el suelo del Mogreb ha de aceptar el Acta de Algeciras; pero esos financieros no ignoran que no habrá ninguno que se prestase á las complacencias que Abd- el- Aziz con determinados dre del cordero, que conoció pronto el general Drude, que por su ejército se negó á muchas cosas, por lo que fue relevado. Más tarde apreció lo mismo el general d Amade, á quien también se ha comprometido; pero ligado por intereses políticos, ha podido resistir más, ha cumplido con las órdenes que se le daban y en recompensa ha sido relevado á petición extraña, aunque se haya disfrazado el relevo con una licencia, que haría bien en no disfrutar en este mom e n t o que no disfrutará ahora. nacionales, contra lo que previene lo acordado en la dicha Conferencia. Y ésta ha sido la ma- Recuérdese que, al parecer, se puso en contra de ella el pueblo de Tetuán, y nuestro cónsul y el capitán Cogolludo convencieron á los más rebeldes de la bondad de nuestras instrucciones. Se reclutó, se organizó y se comenzó á instruir el labor español; á poco se subleva Tetuán, huyen las autoridades de Muley Abd- el- Aziz, entra el bajá nombrado por el pretendiente y se deja á las puertas de la ciudad un ejército que le acompañaba, confiando para el sostenimiento del orden en un puñado de sus soldados y en los del tabor español, que le tributan honores y que asisten dando la guardia al acto de la proclamación del nuevo Sultán. Y es natural que así fuese; como que esas fuerzas están creadas para la defensa délos intereses y de las vidas de los que habitan los puertos designados para ello en la Conferencia de Algeciras. Y esta conducta, tan diferente de la de los franceses, se ha visto asimismo confirmada en Tánger el domingo 23: mientras eran detenidos dos soldados de á caballo del tabor francés y apaleado uno que resultó argelino, al sonar el toque de las cornetas dsl tabor español anunciando la oración la multitud prorrumpió en aclamaciones y aplausos á España. Antes en Tetuán y anteayer en Tánger, los soldados instruidos por oficiales españoles y dependiendo de ellos, habían demostrado que sus instructores, como en Laradie y Casablanca, antes que nada les enseñaban á amar á su país. PEG 1 RA LA, eONFEREN- Hago esta preCÍA DE ALGECIRAS? gunta con mie- -d o p o r q u e cuando veo que periódicos muy acreditados y políticos que se tienen por eminentes lo ponen en duda vacilo contra lo que me dice la razón, la lectura del acta, el conocimiento de Marruecos, los compromisos adquiridos por unos y otros y los capitales de consideración de todos los países que están en juego. Pero el asunto no es para tratado ligeramente, para hablar ex cáthedra, y me falta el espacio para demostrar mis aseveraciones. Por otra parte, hay que tener en cuenta que Marruecos es una caja de esos juguetes que oprimiendo un botón salta la tapa y tras ella una figura inesperada. FELIPE O VILO Por todo esto Francia ha exagerado y hoy se encuentra en situación difícil, habiendo colocado en ella á todas las potencias signatarias de Algeciras, de quien es representante en Marruecos, en unión de España. No es lo que debiera ser en Marruecos; pero es m e j o r q e la de Francia, gracias á la conducta prudente que ha seguido hasta aquí, y eso que el daño que ha producido en el país el conflicto de los duros es incalculable. A la rigera, y como un paréntesis, diremos lo que pasa en los campos: el duro, la moneda favorita del moro campesino, no la quiere tomar nadie; los judíos han salido y la compran por seis reales pieza; el que á fuerza de trabajo ha ahorrado cien duros y se encuentra que no le dan por ellos más que 30 siente germinar un odio que hasta aquí no había experimentado. Nadie le convence de lo falso de su creencia, y, en cambio, hay muehos que tienen interés de hacerles creer otra cosa; véase el órgano de la Legación de Francia en Marruecos, que no habiendo antes publicado artículos en árabe lo ha hecho ahora para decir de nuestra moneda todo lo malo que de ella ha dicho nuestro propio Gobierno. Pero aparte de eso, los marroquíes de todos los colores han observado que si hemos enviado fuerzas á su tierra no ha sido para pelear con ellos; estiman que hemos procedido casi forzosamente, que nos hemos resistido al desembarque en Tánger y que la policía, cuya instrucción nos estaba enconp mucho SITUACIÓN- -LA DE p c p a ESPINA CRÓNICA I OS DUROS No puede extrañará na die que mucha gente haya dejado para última hora el cambio de sus duros. Iya pereza es vicio genuinamente español. Dejarlo todo para el último momento es signo característico de nuestra raza. Y no se achaque ese defecto á determinadas clases sociales. Es privativo en todas, sin excepción. Desde los Gobiernos, que hacen aprobar los presupuestos generales del Estado casi siempre de prisa y corriendo en los últimos días del año, antes económico, ahora natural, hasta el humilde ciudadano que lleva á canjear sus pocas pesetas en duros diez minutos antes de cerrarse el canje, pasando por los poderosos capitalistas é industriales que piden la prórroga del concurso de la escuadra sólo porque á ellos se les ha ocurrido á última hora hacer proposiciones, á todos nos falta tiempo para cumplir los preceptos morales y materiales que nos impone la ciudadanía. ¿Qué otra cosa significa esa prisa que últimamente les ha entrado á los Poderes públicos de remediar en quince días el mal que por su desidia ha tenido treinta años de desarrollo? Este deplorable antecedente disculpa también la sans fafon del público, reacio hasta los postreros instantes del canje á ílevar sus duros á la comprobación de su legiti- mendada, ha sido marroquí.

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