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ABC MADRID 13-04-1908 página 15
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ABC MADRID 13-04-1908 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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FOLLETÍN DE A B C LA SEÑORITA DE LOS CIEN M I L L O N E Í CONTINUACIÓN dijo: Al regresar del bulevar Haussmann, el marqués de Kermor le -No te apenes, nos soltarán pronto. -Pero ¿qué ha pasado? ¿No te acuerdas de nada? -No, desde la última vez que omí sola con Mad. Victoria no recuerdo casi nada... Que me probé aquel traje; que fue el príncipe ruso. -Afortunadamente estaba vo contigo y pudiste escapar del peligro que te amenazaba. Con todo género de precauciones, Luisa refirió á su amiguita todo io que había ocurrido; sólo dejó de enterarla de lo referente á Delrue; aquel era un asunto que tenía que solventar ella sola, y por otra parte, no sospechaba que él pudiera ser el instigador del infame complot, ni que Juana le conociera. Esta vibraba de horror retrospectivo, de repugnancia hacia la humanidad, que le parecía monstraosa. Pensó en Enrique y se sintió enrojecer de vergüenza: ¡Si él lo supiera! ¡Si se enterara de que estoy aquí! E -Ahora van á interrogarnos por pura formalidad; luego nos dejarán libres. El anuncio del interrogatorio fue una nueva agonía de miedo para la inocente Juana. Se entregaría su nombre á la publicidad, buscarían informes de ella. ¡No, no contestaría á ninguna pregunta! Prefería morirse en un calabozo. -Además, cuando salgamos de aquí nos protegerá la madre superiora, que conoce muchas personas caritativas que nos darán trabajo honrado. Mira, aquí tengo las señas de la primera á quien, vamos á visitar. Dijo esto último sacando ana tarjeta, que leyó en voz alta: MARQUESA DE KERMOR CALLE DE LA BOÉTIE De parte de Sor Francisca Juana dio un grito de angustia indecible y se dejó caer sobre la cama. La fatalidad la perseguía hasta en su encierro de la cárcel Luisa no comprendía la desesperación de su compañera. ¡Por qué no habrían hablado de Sus secretos amorosos! De haberlo hecho, el nombre de Delrue les hubiera dado la clave del misterio. Vil ¡CALUMNIAD! ¡CALUMNIAD! El siniestro individuo que había destrozado aquellos dos enamorados corazones y aquellas dos adorables existencias, Andrés Delrue, iba á pasar por pruebas muy duras, implacable y lógica resultante de sus cobardes maquinaciones. -El pobre Éressieu está efectivamente muy mal. Si logra escapar con vida, lo que no es probable, no volverá á estar bueno nunca. -Cuidándose mucho, tal vez. -No, esa clase de hombres no se someten á un régimen de reposo. En cuanto se encuentre restablecido en apariencia, querrá volver al tráfago de sus negocios y caerá de nuevo para no levantarse más. -No sé quién podrá reemplazarle si no ha de desaparecer la casa de banca. Empiezo á creer que Enrique ha hecho mal en marcharse. ¿Por qué? I a enfermedad del barón aplaza forzosamente la boda. -C -eo que él hubiera podido encargarse de la dirección de los negocios. -No los entiende. -Pero tiene sobrado taiento para ponerse al comente en pocos días. Yo le hubiera ayudado. -Usted estat ía en su elemento. ¿Quiere usted que le recomiendt si llega el caso Delrue reflexionó, y por fin repuso: -No, muchas gracias, no. Es imposible. ¿Por qué, si piensa usted abandonarnos para dedicarse á la banca? -Debe usted tener presente que aún tengo á mi cargo el cuidado de los intereses de usted, que son para mí cosa sagrada. ¿Y los de usted? -Eso es secundario. Mi reconocimiento hacia ustedes me obliga á poner en primer término todo lo que con ustedes se relacione. Si yo me encargara de dirigir la banca de Bressieu tendría que deEender sus intereses. ¿Qué sería de los de usté des en este caso? ¿Puedo hablar con más franqueza? -Le ruego á usted que hable con franqueza absoluta. -Pues bien; la situación, á mi entender, es la siguiente: et barón de Bressieu ha precipitado la ruina de ustedes; todo lo que ustedes poseían le pertenece en una ó en otra forma, y la dote de la Srta. Sidonia no vendrá á ser más que una restitución. -Y aunque así fuera- -Eso, evidentemente, es cuenta de usted, señor marqués- pero repito que mi obligación es defender el dinero de ustedes, como Bressieu ha defendido el suyo exclusivamente, ferozmente, contra él mismo si es preciso, muerto ó vivo. Los intereses de usted y los de Bressieu son opuestos, sobre todo en los momentos actuales. -Sí, nos peleamos por las minas de oro. Y á propósito. ¿Sabe usted que pienso en si mi actitud en la Bolsa y el viaje de Enrique serán la causa del accidente del barón? -Tratándose del negocio, creo que eso es una ventaja más para nosotros, porque nos deja libre el campo. 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