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ABC MADRID 28-10-1907 página 3
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ABC MADRID 28-10-1907 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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NUMERO 87o A B C LUNES 28 DE OCTUBRE DE 1907. OCHO PAGINAS. EDICIÓN j a PAGINA 3 f f t st, t H i 1 lft v: s: y Y i La solemne recepción de ayer en la Real Academia Española. D Jacinto Octavio Picón leyendo el discurso del académico -D Francisco Rodríguez Marín, cuyo retrato aparece e ¡Fi el ángulo superior derecho del grabado. Por la índole de sus trabajos, de sus conocimientos y de sus amores, el Sr. Rodríguez Marín está hermanado con los de nuestros clásicos. Señalemos también cómo un elogio esta fraternidad y apoyados en ella consideremos como una verdadera solemnidad el. acto de ayer tarde. Porque una de las resurrecciones L NUEVO ACADÉMICO Cuando el in precisas entre nosotros es la del patriotismo lisigne escritor terario, en estos tiempos en que muehos pseuD. Francisco Rodríguez Marín fue elegido para do- literatos se envanecen citando á tal cual auel sillón académico de que ayer tomó posesión, tor extranjero y desconocen á los españoles. señalamos en las columnas de A B C la justir Cierto, que. para las letras no hay fronteras; cia de su nombramiento y por él aplaudimos pero bueno es leer á los de casa antes que á los vecinos, ó por lo menos alternar sus lecturas. sinceramente á la Academia. Y nada más en elogio del nuevo académico, Era un tributo merecido y, como tal, celebrado por todos los amantes de las letras. Por- nuestro muy querido amigo, con cuya colaboque la llegada de Rodríguez Marín á la docta ración A B C se, honra y se envanece. Nuestras Corporación, es el noble premio que se debe á palabras están muy por debajo de sus mereciquien consagró su vida á honrar y á enaltecer mientos. Afortunadamente, para que queden á á su patria con el estudio, comento y propa- la mismo altura la persona y el comentario, el maestro de todos, el esclarecido D. Marcelino ganda de sus tesoros literarios. Antes de disfrutar de estos honores oficia- Menéndez y Pelayo, consagra á Rodríguez Males, el nuevo académico gozaba ya de antiguo rín el discurso de contestación entero. Traza de la estimación de sus compañeros, del aplau- su silueta de manera inimitable; le estudia so de los profesionales y del favor del público. como poeta, insistiendo justamente en esta Y en verdad que pocos pueden envanecerse apología; presenta sus. esfuerzos de folk- lorista tan legítimamente como él de no deber sino á y reseña sus obras eruditas. Y finaliza con este su propio esfuerzo el alto concepto en que se elocuente resumen, en que acuña, por decirlo les tiene. Porque Rodríguez Marín estuvo así, una medalla perdurable con la figura del siempre fuera de esos corrillos donde se repar- nuevo compañero: ten títulos y se otorgan credenciales y nunca Los honores de está sesión deben ser para intervino en las decisiones del que pudiéramos D. Francisco Rodríguez Marín, y aún me parellamar centralismo literario Alejado de la ce corto é insuficiente el homenaje que en esta corte por menesteres de su vida, entre Sevilla ocasión le tributo. Yo quisiera tener la eloy Osuna repartió sus años y allí dio su ingenio cuencia que en otros admiro, no para realzar las bellas flores y los sazonados frutos con que lugares comunes ni abultar méritos. imaginatodas nos hemos deleitado. -Poeta tierno y de- rios, sino para ensalzar dignamente este tan licado en sus Madrigales, dulce y sabroso en alto y tan modesto de quien todo lo debe á la sus Sonetos de irreprochable factura; prosista profesión de las letras humanas y en ellas sobizarro en opúsculos y folletos; trabajador in- las cifra su estudio y ejercicio, sin que la amcansable y de buen gusto en sus colecciones bición le desvele, ni le perturbe la codicia, ni folk- lóricas; investigador y artista en ¡sus mo- le mortifique el lucimiento ajeno, ni el ansia numentales obras de erudición, la personali- vana de títulos y honores le ensoberbezca y dad de este escritor ilústrele ha desenvuelto desatine: que á solas con la dulce poesía y con por distintos campos y en todos ellos con igual el trató nunca engañoso dé los muertos ha lofortuna. grado hacerse superior, á las inepcias de los viPero su aspecto más conosido, más admirado vos, y ha esperado tranquilamente á que la y más popular es el de erudito. Y dígase en gloria llamase á su. puerta, sin perseguirla con honra suya y con la gratitud que se le debe; dolientes clamores ni requerimientos insensapor él la erudición ha podido parecerá las gen- tos, como suélenlas, estériles medianías. tes asustadas ó perezosas algo grato, ameno, Y la gloria ha llegado para él algo tardía, interesante y digno de ser gustado, no ya, para pero ¡cuan certera! Muertos Alarcón y Valera, enseñanza, sino también para íntimo y particu- él es hoy el más genuino representante del inlar deleite. Porque Rodríguez Marín es uno. de genio andaluz. Muerto Milá y Fontanals, él es los pocos investigadores literarios que saben el primer folk- brista de la Península. En conoechar ssbre los imprescindibles y áridos com- cimiento del siglo xvi nadie le aventaja, y su prebantes el polvillo de oro de la poesía. No nombre es tan respetado dondequiera que hay nos presenta sólo la figura á u dedicó su pa- hispanistas como lo es el de D. Ramón Menén e ciente rebusca documental, sino todo el perío- dez Pidal en literatura de la Edad Media, ó el do en que transcurrió su vida, las gentes con de D. Eduardo Hinojosa en historia de las insrjuienes se relacionó, los lugares por donde an- tituciones jurídicas, siendo los tres alta gloria duvo, el ambiente, en una palabra. He aquí la de España y de esta Academia. En la. actual línica manera cómo pueáen servirse en nues- reconstrucción de nuestro pasado intelectual, tra tiempo tales estudios. Así son sus admira- obra colectiva de españoles y extranjeros, á la Dles obras ElLoaysa de Elcelos extremeño y cual asistimos con inmenso júbilo, él ha puesto as biografías críticas de Pedrt Espinosa y Luis algunas de los sillares mejor labrados, y desde Barahona de Soto. akofá inconmovibles, porque si es la mano de EN LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA ano rOT. A S C, RECEPCIÓN DE RODRÍGUEZ MARÍN E la ciencia la que los arrancó de la cantera, es la mano del arte la que los ha pulido, y sólo por el arte cobran duración eterna jlos productos de la. mente humana. Sólo lo que la gracia ha tocado puede tener esperanzas de inmortalidad. Esta doble naturaleza de poeta y erudito es la que he procurado poner á vuestra vista con múltiples ejemplos. Bien sé yo que hay cierto género de trabajo erudito, muy honrado y respetable á no dudar, que de ningún modo está vedado al más prosaico entendimiento cuando tenga la suficiente dosis de paciencia, de atención, de orden, y, sobre todo, de probidad científica, sin la cual todo el saber del mundo vale muy poco. Aplaudo de todo corazón álos tales, y procuro aprovecharme de lo mucho que me enseñan; pero nunca me. avendré á que sean tenidos por maestros eminentes, dignos de alternar con los sublimes metafísieos y los poetas excelsos, y con los grandes historiadores y filólogos, los copistas de inscripciones, los amontonadores de variantes, los autores de ca- tálqgos y bibliografías, los gramáticos que estudian las formas de la conjugación en tal ó cual dialecto bárbaro, é iliterario, y á este tenor otra infinidad de trabajadores útiles, laboriosísimos, beneméritos en la república de las letras, pero que no pasan ni pueden pasar de ¿a categoría de trabajadores, sin literatura, sin filosofía y sin estilo. I a histeria literaria, lo mismo que cualquier otro género de historia, tiene que ser una creación viva y orgánica. La ciencia es su punto de partida, pero el arte es su término, y sólo tm espíritu magnánimo puede abarcar la amplitud de tal conjunto y hacer brotar de él lacentella estética. Para enseñorearse del reino de lo pasado, para lograr aquella segunda vista que pocos mortales alcanzan, es preciso, que la inteligencia pida al amor sus alas; porque, como dijo profundamente Carlyle (y con sus palabras concluyo) para conocer de veras una cosa hay que amarla antes, hay que simpati zar con ella Tal. aforismo se cumple en el gran enamorado de la tradición española á quien tengo el honor de presentaros, varón ciertamente privilegiado en el reparto de los dones ietelectuales, pero todavía más envidiable por la generosa efusión de su alma y por la gracia insinuante de su estilo que por el rico y sólido caudal de su doctrina. 1 OS DISCURSOS D e asunto interesante- -y de verdadera novedad por los datos que aporta para la historia literaria, es. el. discurso de Rodríguez Marín. Su autor no pudo leerlo; que hace tiempo y á consecuencia dé una cruel enfermedad, tuvo que ser operado, y la operación le dejó sóio la voz precisa para los menesteres particulares de la vida, como él mismo suele decir alegremente. Corrió la lectura á cargo del Sr. Picón, que cumplió bien su cometido, y eldiscurso fue escuchado con gusto y aplaudido y elogiado unánimemente. En su introducción nos dice Rodríguez Ma- rín que, viniendo él de Sevilla, creíase osaiígado atraer algunas. flores de su tierra; y en señal de gratitud por los premios que la Academia otorgó á sus anteriores estudios biográficos, pensó también que debería ofrecerla uno más en esta ocasión solemne. Vaciló entre los del humanista Juan de Mai- lara y los poetas Baltasar del Alcázar y Francisco de Medrano; dudó si exclarecer algún punto obscuro de otras biografías conocidas, como, por ejemplo, la estancia en la histórica ciudad de Ruiz dé Alarcón ó de Lope de Vega y su amada CamilaLucinda... Por fim se decidió por la vida de Mateo Alemán, verdaderamente necesitada de la historia que hace tantos años se persigue y se echa de menos. Rodríguez Marín, con su diligencia de costumbre, ha visitado los archivos, ha desempolvado ííviejos protocolos para el éxito de sus pesquisas. Y ha tenido la fortuna de encontrar muchos datos de inestimable valor, cuyas primicias ofrece en su discurso y que le servirán, sin duda, para la reconstrucción de esa gran figura de nuestras letras. El autor del Guzmán de Alfarache nació en Sevilla, y fue hijo del Dr. Hernando Alemán, médico de aquella famosa cárcel. Ya, pues, 110 será dudoso para nadie, dice Rodríguez Marín, cuándo echó Mateo Alemán los sólidos cimientos de su vasto saber bribiático, en el cual lleva mucha ventaja á los demás autores de novelas picarescas, sin excepción alguna, ni dónde aprendió aquel abundantísimo folk- lore de la taimería, ni cómo adquirió aquel hondo conocimiento seudobótánico de la inmensa variedad de flores del jardín tahnresco y aquel copioso caudal léxico de la germanía, sólo comparable con el que otro hispalense, Cristóbal de Chaves, derrochó en los versos y juntó en el Vocabulario que corren malamente atribuídos á Juan Hidalgo, su editor. Tódas las andanzas y malandanzas de la vida del gran novelista, están referidas, en el discurso y apoyadas con testimonios irrefutables... Sus estudios en Sevilla, Salamanca y Alcalá de Henares, su vuelta y permanencia en la ciudad hispalense, su estancia en Madrid, su viaje á Lisboa, su embarque para las Indias... Fue Mateo Alemán Un hombre que vivió en permanente ajetreo, buscándose la vida y sin hallar nunca la fortuna. Su labor literaria no le dio ningún provecho, y eso que de su Guzmán de Alfarache luciéronse innumerables ediciones apenas publicado; petó todas ellas á sus espaldas. La segunda parte del admirable libro fue plagiada y publicada por cierto abogado valenciano, antes de imprimirse el original qne el plagiario comocía de referencias. En las obras de Mateo Alemán están contenidos, como por vislumbres y entre ligera bruma, los principales acontecimientos de su turbulenta vida dice el nuevo académico en sr. discurso, demostrándolo con referencias indu dables. Y enamorad de su héroe rqhe -ra espíritu complejo y brioso, de amplísimas apti tudes y en. quien toda cualidad tuvo r. lg- o y aun mucho de atlétic nos le muestra como

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