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21/02/1907
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Periódico ABC MADRID 21-02-1907, portada

  • EdiciónABC, MADRID
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L l JUEVES 21 E FEBRERO DE 1907. UMERO SUELTO, CÉNTIMOS) g) g) f) f Ifí- WJIU- CRÓNICA UNIVER bA L ILUSTRADA. A Ñ O 11 N Ú M 628. 1li i i (i- i Mi. w iij i 4 2 ÉPOCA K EL REY EN LOS CUARTELES S. M. EL REY LLEGANDO AL CUARTEL DE SAN FRANCISCO, QUE VISITO AYER TARDE Fot. ABC -a 1 A F A N T A S Í A EN AC a Ó N POR A N T O N I O PALOMERO Dos sucesos, al parecer distintos, pero de igual origen y de idéntica significación, han animado estos días la sección que dedica la Prensa á registrar los hechos criminosos. La fuga de dofe audaces pájaros de cuenta y el descubrimiento de un ingenioso timo que lleva ya rendidas á su autor muy estimables cantidades. Algunos benévolos arbitristas habrán, seguramente, repetido la frase del paleto: ¡L, o que inventan los hombres para no trabajar... Los discretos observadores de la vida- -perdonad que me incluya en este número- -preferirán la mentarse, ante esos hechos, de las diversas aplicaciones de la fantasía humana que en sí mismas llevan el premio ó el castigo de los hombres. La fantasía gobierna al mundo y sus audacias prácticas impulsan la marcha de la humanidad... Este axioma, que acaso figure entre las obras del inmortal Pero- Grullo, conviene repetirlo con frecuencia, para que no lo olviden ciertas gentes que creen tener acotadas esas regiones sin límite y ser únicas en el usufructo de sus provechos. Sobre ese axioma me permito llamar la atención de mis compañeros: de los grandes y de los chicos; de los eminentes y de los distinguidos; así de los ya consagrados por el aplauso general, como de los que aún luchan por, romper el misterioso velo del anónimo... De todos, en fin, cuantos pertenecen, por gusto, por afición ó por necesidad, á la respetabilísima y numerosa clase de escritores públicos. Y me dirijo, especialmente, á los cultivadores de la literatura en todas sus varias, amenas y admirables manifestaciones. No: no somos nosotros los únicos hombres que viven de su fantasía, ni los solos explotadores de su propio ingenio. Considerando el consuetudinario pauperismo anexo á la noble profesión de las letras, bien puede decirse que somos los que se nutren menos de su substancia propia. Claro es que al recordar el axioma pero- grullesco, no podemos argumentar con las audacias prácticas de la fantasía, ya que, por serlo, están fuera de lo corriente. Limitémonos á observar su marcha cotidiana, pues que la fantasía en acción nos ofrece á diario el animado espectáculo de la existencia, que ella inspira, dirige y desordena... No todos los días se descubre un mundo, se conquista un pueblo, ó se realiza un invento prodigioso; pero si á todas lloras el hombre para ganar su pan sin la fatiga corporal á que alude la sentencia pública, va, viene, corre, bulle y se las ingenia proculando distraer al prójimo, ó engañarle, que vien e á ser lo mismo tana, es para muchos la justicia persiguiendo un crimen. Cuando más densa es esa multitud, más odioso aparece el criminal atentado de que fué testigo mudo la ventana, que atrae todas las miradas. Y esa agitación, ese rumor sordo que se eleva en el espacio indica claramente la vehemente reprobación del buen pueblo parisiense. Es verdad. No hay crimen más espantoso que el cometido por el miserable Soleillant... El buen pueblo parisiense pide para él un castigo sin piedad... Soleillant pagará como merece su odioso crimen. Y el pueblo parisiense no tendrá para él ni una palabra de clemencia ni una plegaria de perdón. M o liace aún muchos años que un hombre político se suicidaba en su gabinete de trabajo ante una chimenea de gas. Y a los pocos días de su muerte, el buen pueblo parisiense conocía uno de los escándalos más repugnantes que registra la historia de los crímenes sádicos. El hombre que acababa de morir, en vez de sentarse en los bancos del Palacio de Borbón, debió sentarse en los bancos de la Cour d Assises... El escándalo se perpetuó, los hechos se precisaron: hechos terribles, odiosos, repugnantes... El crimen quedó probado... Y pocos meses después, los amigos de ese muerto singular decidieron elevarle una estatua ó, por lo menos, un busto; sin que las gentes de- espíritu sereno sepan si con ello se recompensaba la vida ó la oportuna muerte del suicida. Y cuando ese busto conmemorativo se inau guró, en no sé que cementerio, también acudieron ahí gentes del pueblo, apresuradas. Esas gentes que componen la multitud, la buena multitud parisiense... Tal vez fuese aquella multitud menos numerosa que la que hoy acude frente á la ventana de la rué de Charonne: Pero, en fin, aquélla y ésta es la misma multitud. ¡Pero quién sabe si entre esas gentes que vienen á reprobar un crimen espantoso ante la ventana de la rué de Charonne se encuentran muchos de los que asistieron alegremente á la inauguración del busto del político suicida... F. MORA p NAUFRAGIO DE UN BUQUE DE GUERRA EL CRUCERO FRANCÉS fJEAN BART PERDIDO EN LAS COSTAS AFRICANAS (Oe- L Wuslration) Yo no trato de quitarme la importancia á que tengo derecho por mi profesión; pero declaro humildemente que entre escribir un cuento y cometer un hecho punible, no hay más diferencia- -salvo la moral convenida- -que el medio escogido para buscarse unas pesetas. Si á mí se me ocurre el asunto del timo descubierto recientemente y lleno con él cuatro cuartillas, ó si llego á imaginar la vida y milagros de esos pájaros y acierto á componer una novela interesante, todo e l m u n d o celebraría á estas horas mi indiscutible ingenio, colmándome de elogios estrepitosos... ¡Y ellos que han realizado sus propias fantasías, que lian vivido lo que imaginaron, sufrirán el castigo correspondiente... Vean los viejos doctrinarios cómo no se delinque en la región de las ideas. Los hechos solamente disfrutan de la realidad precisa para merecer un adjetivo. Admiremos siempre el hermoso don de la fantasía, aunque lamentemos, como es justo, los extravíos de su aplicación... Por no acoplar los vuelos de la suya á las exigencias sociales traducidas en leyes y en preceptos de todo género, son. perseguidos muchos hombres que hubieran tenido u n gran porvenir, de haberse puesto á tono, ó de saber aprovecharse de ciertos discretos refugios para el desenvolvimiento de sus cualidades... Cuando se descubre un timo, cuando se cuenta una estafa, cuando se relata un robo cometido con audacia, hay que ver la indignación que produce su noticia á los honrados industriales que á diario nos dan sus mercancías caras, faltas de peso, ó en malas condiciones... No se indignan menos algunos ciudadanos que supieron amasar sus fortunas al amparo de la ley escrita, ya en jugadas odiosas, ya en arbitrios sin causa, ya en negocios escandalosos... Y es que la fantasía, al emprender su acción, debe obrar con tal fuerza, que rompa las leyes, ó con la cautela necesaria para que no se en teren... NOTAS PARISIENSES A LREDEDOR DE UN Frente á una casa C R I M F N ie vulgar aparienC jjVVEN ciadelaruedeCharonne, una multitud compacta gesticula comentando acaloradamente un suceso. El buen pueblo parisiense mira obstinadamente hacia una ventana, tras de la cual ha ocurrido algo atroz, algo terrible. ¿Es la curiosidad la que atrae allí al buen pueblo parisiense? Una ventana tras de la que ha ocurrido siniestro, no es una ventana como las otras ventanas. Mas el buen pueblo parisiense no se contenta con ser curioso. Esa multitud que discute, que se agita, que comenta, que gesticula mirando hacia una ven- DOS NOTICIAS Y UN ESTRAMBOTE 1 a primera noticia es que el ministro de la Guerra, después de haberjustipreciado en ciento ó ciento diez mil hombres el ejército que debe sostener el Estado español, ha encargado al Estado Mayor Central el proyecto de organización de tal ejército. La segunda noticia es iq uc el Gobierno no

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