ABC MADRID 06-01-1906 página 7
- EdiciónABC, MADRID
- Página7
- Fecha de publicación06/01/1906
- ID0005100890
Ver también:
ABC. S Á B A D O 6 D E E N E R O D E 1906. P A G 7. E D I C I Ó N al morir para siempre os prestarán todavía luz y calor. Y reuniendo los troncos secos, hizo una pira y la abrigó con las cenizas tibias y cubrió todo con el divino lienzo empapado d e rocío. Entonces se verificó el prodigio que había d e reproducirse en E g i p t o Surgieron poderosas las llamas, y el pañal se elevó por los aires sin arder; un intenso calor llenó la estancia; aquellas gentes sintieron eí fuego de la Caridad, agasajaron al errante monarca, adoraron al verdadero Dios como él acababa de adorarle, y cuando el fuego se iba extinguiendo, vieron cómo descendía inmaculado sobre el rescoldo e! milagroso cendal. La repugnante y lujuriosa avaricia, que sólo fué espléndida para inspirar á M o l i e r e y Balzac dos grandes creaciones, h a sido la musa tentadora de Rusiñol, y el pintor- poeta ha hecho del avaro, protagonista de su última producción, una soberbia agua- fuerte sólida, briosa. El dinero lo vence t o d o- -c r e e Bautista, que así se llama el personaje de esta andante tacañería; -acumulemos riquezas y riquezas y el mundo capitulará con sus placeres, alegrías y vanidades, con toda su brillante corte de feria pomposa. P e r o ¡ay! que el señor Bautista, dueño ere sus principios de una casa de préstamos, donde el dolor asoma constantemente con sus tristes réditos de negruras; después, ya en oíros horizontes más amplios, p ño de lágrimas, a! sesenta por ciento, de! os hijos de familia que una intensa dulzura confortó su almst al envolver su cabeza con el lienzo que le dio la V i r g e n A lo lejos divisó una lucecilla y á ella encaminó sus pasos. Era un humilde albergue de gentes del campo, que ignoraban el fausto natalicio del Hijo de Dios y recibieron con pasiva hostilidad al viejo R e y quien sólo les pedía un poco del calor del que despedía una hoguera formada con viejos troncos y seca y sarmentosa hojarasca, todo lo cual ardía penosamente despidiendo un humazo espeso y molestísimo. D e vez en cuando la gente joven, impaciente, rompía el cerco de los que acurrucados formaban círculo en d e r r e d o r d e la lumbre y hostigando ¡os Ji -í -f 1 i if- 0 i h TEATRO D E LA C O M E D I A U N A ESCENA D E B U E N A G E N T I C O M E D I A D E D Ú N S A N T I A G O R U S I N O U E S T R E N A D A A N T E A N O C H E Fto. Muñoz íí. -íena troncos con agudos chuzos y puntiagudos hierros, arrancaban chispas de las ennegrecidas cortezas, con lo cual la llama se extinguía y el humo aumentaba, maldiciendo entonces t o d o s á coro, á los árboles caducos q u e muertos y a ni para calentar servían. Y el viejo rey les dijo: N o reneguéis de los que en su juventud os dieron sombra, recreándoos con sus flores, alimentándoos con sus frutos. Secos y sin hojas, aún su madera sirve para que os levantéis del suelo y no viváis como los animales. Escabeles, mesas, lechos, podréis construir con sus tablas, que, también piadosas, os servirán d e ataúd; y esos troncos ennegrecidos que se retuercen con Ja llama, dejadlos arder tranquilos, abrigadlos con la blanca ceniza y veréis cómo Y es fama que al despertar al día siguiente las pobres gentes, no hallaron al misterioso viajero, p e r o sí encontraron, entre las tibias cenizas oro legítimo. D e s d e entonces es ley divina que hombres y pueblos respeten á los viejos troncos que, al parecer, no sirven para nada, p e r o que cuando se les deja arder y consumirse sin hostigarlos, aún alumbran, calientan y confortan las almas y los cuerpos de los jóvenes, y algunas veces entre sus cenizas se halla oro purísimo. E L DOCTOR FAUSTO LOS ESTRENOS p N LA C O M E D I A Buena gente, come día en cuatro actos, de Rusiñol, t r a d u cida al castellano por Martínez Sierra pignoran futuras herencias porque mal se avienen á las prudentes pensiones de sus padres; y luego, ya en ¡os albores de la senectud, monstruo de riqueza con grandes tentáculos en todos los consejos administrativos y empresas financieras, no advierte nuestro héroe que la felicidad y la virtud no se compran, ni de ellas pueden adquirirse cupones tan fácilmente, cosa que todos sabemos y que al señor Bautista le produce tremendas amarguras, p o r obcecarse en lo contrario. El señor Bautista, para alegrar su vivir frío, egoísta, busca un rayo de sol, y saca de la Inclusa una linda raozuela de dieciséis años, que en poco tiempo se le mete en e! alma, ablandando la roca; el rayo de sol tórnase en h o íjuera, y el avaro cree que lo que él buscó con fin egoísta, podrá ser suyo interesando á la joven con el tintineo del o r o que tiene prisionerQ. en su caja, la que abre brutalmente pata ver si aquel espectáculo de magia