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ABC MADRID 29-12-1905 página 3
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ABC MADRID 29-12-1905 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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1 EANQ TRES. NUMBRO 352. CRÓNICA U N I V E R SAL ILUSTRADA aun á los conocedores d. e sus ventajas. Sería una medida de índole moral, cuyos efectos económicos en nada podrían perjudicar al Estado. El desenvolvimiento adecuado de esa iniciativa vendría, sobre todo á la larga, muy provechoso. Todas estas razones inducen á creer que la adición prosperaría, siquiera fuese contra algunas rutinas mentales, con cuya oposición hay que contar aquí siempre. MANUEL TROYANO SiMADRJD, 29 DE DICIEMBRE DE 1905, NÚMERO SUELTO, 5 CÉNS. también rogaba á Dios... y daba con él mazo, y otro de menor cuantía. Cerró la jornada la fiesta que la coló nía alemana celebró anoche, en nuestra casa; fiesta simpática, seria y culta, en la que se rindió homenaje al Kaiser, el más soberano de los monarcas de Europa, y á la cerveza de Munich, la más soberana de las bebidas europeas. AEMECE POLÍTICA C L FOMENTO DEL La convicción AHORRO de que, dada la psicología nacional, si no se combina el azar con el ahorro, éste no será nunca popular entre nosotros, motivó el artículo inserto en estas columnas el domingo próximo pasado. El ejemplo presentado para fijar esa afirmación no era un proyecto. Ni el espacio disponible, ni las condiciones del artículo consentían la amplificación de las sumarias indicaciones. No se habló, pues, de la posibilidad de emplear para el sorteo de p remios del ahorro la serie que bastaría á contrapesar la multitud de las libretas representantes de éste y que habrían de entrar en aquél. Ese medio se usa ya en algunas extracciones de lotería. Tampoco se ventiló la cuestión de la cuantía de las libretas que por el valor de los sellos á ellas pegados habrían de entrar en suerte, ni si sería más conveniente que aquéllas fuesen de 100 pesetas ó de menor suma. Todas esa cuestiones de detalle y otras más quedaban á gusto y á la fantasía del lector. ¿Considérenlo así cuantos han hecho objeciones con tal motivo! ¡Ni el ejemplo propuesto era el único que podía aducirse! De igual suerte era dable exponer el pensamiento de otras combinaciones, que permitiesen el fomento de la afición, mediante la esperanza en la fortuna. Porque la forma lenta, natural de aquél, no se compadece hasta ahora, sino en númefo relativamente corto de españoles, con la impaciencia por alcanzar una posición mejor. Y la prueba de que sSn varios los caminos para la benéfica finalidad señalada está en una adición, que con tal objeto ha presentado al articulado del presupuesto el diputado por Alcántara señor marqués de Morella. Con excelente voluntad y patriótico deseco venía á proponer el ilustre representante del país que del importe d los billetes y premios de la Lotería Nacional se deduzca un tanto por ciento prudencial, que no será menor de cinco, el cual quedará á favor del comprador ó del agraciado, en cada caso, en bonos ó en talones de libreta de la Caja de Ahorros ó en papel del Estado, sin disminuir en nada los ingresos del Tesoro. Esta adición, que llevaba, además de la del Sr. Marqués, firmas tan autorizadas como la de D. José Canalejas, D. Matías Barrio y Mier, D. Manuel Muro, don Carlos Groizard, D. José Rosado Gil y D. Juan Muñoz Chaves, encierra la noble tendencia de acercar el ahorro al individuo inclinado al azar; de hacerle atractiva una salvadora costumbre; de cortar la desidia, que retiene lejos de aquélla MADRID AL DÍA Juestra modesta inocentada fue eficaz. Medio Madrid fijé á contemplar el hundimiento del viaducto de la calle de Segovia. Fotógrafo hubo que cargó con dos máquinas y cuatro docenas de placas. Inocente hubo también que pensó en apedrearnos la casa sólo por eso: por haberse acreditado de inocente. En general, la broma fue bien acogida y celebrada y en honor á la verdad, debemos decir que el único culpable de la catástrofe, el que destruyó el viaducto, fue nuestro querido compañero Sr. Medina Vera, que compuso la fotografía en la forma que la publicamos. El fue, pues, quien, en fotografía, cortó y echó abajo parte del viaducto, tan visitado ayer y más admirado ayer más que nunca. Lo que tiene es que Medina Vera, en vez de oír protestas y maldiciones por su- obra destructora, escuchó muchas felicitaciones. Por lo demás, la inocentada estuvo á la orden del día en todas partes, hasta en el Congreso, donde el más grave, serio y respetable de todos los diputados, el presidente, hizo un chiste á costa del famoso Cardenal Cisneros jugando con el vocablo como cualquier autor del género chico. En los teatros hubo también funciones de inocentes. En ninguna de ellas brilló la originalidad. En eso consistió la inocentada. Se supo- -y esto ya no pareció inocente- -que el segundo premio de la lotería de Navidad ha sido para un banquero inglés del Brasil. Es un rasgo característico de nuestra raza. Tenemos tanto dinero, que nos complace dárselo á los extranjeros. En cambio los empleados de la Deuda supieron, también ayer, que un compañero les había birlado el reintegro correspondiente á un billete que jugaban. El infiel perdió, por de pronto, su puesto en la Deuda, sin perjuicio de seguir en deuda con sus compañeros. La croniquilla judicial registró varios sucesos: la inevitable reyerta con la indestructible navaja, el hurto de un bolsillo á una devota por otra devota que IMPRESIONES PARLAMENTARIAS ALGUNAS ZARAN- No podemos de DAJAS cir gran cosa de la sesión celebrada ayer tarde por la Cámara popular. No ocurrió nada. Se nota ya un vago cansancio en todos los rostros, y aparte de esto- -y aquí está lograve- -parece que todos los espíritus están orientados hacia otra parte, están polarizados en una dirección que no sabemos cuál es, que (desconocemos en absoluto, pero que nos inspira á odos una viva, una profunda inquietud. Y no decimos más sobre esto. Y ahora, ¿qué oradores fueron los que tomaron parte en las tareas legislativas de ayer tarde? ¿Cómo se llaman? ¿Que es lo que pedían? Comenzaremos diciendo que la sesión fue abieVta con escasos representantes del país en los escaños; Jas tribunas se hallaban casi desiertas; y po- encima de todo esto, una tarde gris, opaca, lluviosa, jdejaba caer en el salón unos débiles resplandores que apenas nos permitían divisarnos unos á otros y conjeturar con visos de fundamento de dónde salían las voces que dirigían ruegos ó que formulaban preguntas. Y estos ruegos y estas preguntas, si no nos engañaba nuestra vista, era el Sr. G sset quien los recibía y los contestaba. El Sr. Gasset era el único ministro que durante esta primera hora se sentaba ayer en el banco azul. ¿Cuántas veces habló ayetf el Sr. Gasset, es decir, cuántas veces se abrochó ayer la levita el señor Gasset? El lector sabrá que el querido y amable ministro de Fomento no puede dirigir la palabra á la Cámara sin cumplir antes con este requisito indispensable; dimos á conocer nos otros esta ligera maniobra por primera vez en estas columnas; entonces el Sr. Gasset cayó en la cuenta de que él debía prescindir de este abroche previo, y como el Sr. Gasset si no tuviera la levita abrochada n u peería hablar, y como por otra parte, él estaba decidido á no dar este pequeño espectáculo al Parlamento, resultó de aquí un terrible, un formidable conflicto para el benévolo ministro. No sabemos si el Sr. Gasset pasaría alguna noche de claro en claro pensando en este complicado problema; ello es que, al fin, la fórmula solucionadora del conflicto fu ¿encontrada y que el señor Gasset decidió tener la levita constantemente abrochada mientras permaneciese sentado en el banco azul, á fin de no abrochársela al levantarse á hablar. Durante algunos días, en efecto, el Sr. Gasset no dio á la Cámara el espectáculo que hasta entonces había estado dando; pero, ¿qué ha sucedido para que el popular ministro de- Fermento vuelva á su antigua práctica? ¿Es que sus dotes oratorias son más escasas, más menguadas, sin ese aparatoso, complicado y largo abroche previo de la levita? No lo sabemos, y

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