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ABC MADRID 01-07-1905 página 1
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  • EdiciónABC, MADRID
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SUSCRIPCIÓN PAGO A N T I C I P A D O POR CADA M E S España, pú. 1,5o. Portugal, pts. 2. Unión Postal, 2 francos. Administración: 55, Serrano, 55, Madrid NÚMERO SUELTO, CINCO CÉNTIMOS EN TODA ESPAÑA k ABC N. 172. M A D R I D 1. D E J U L I O D E igoS COMPRAR JOYAS Y PLATA CON GRAN ECONOMÍA P U BLICl DAD SOLICÍTENSE TARIFAS Anuncios económicos. Reclamos. Anuncios por palabras. Noticias. Informaciones. Administración: 55, Serrano, 55, Madrid PETRÓLEO GAL JOYERÍA ELO OCASIÓN Se vende un automóvil 2 cilindros. 6 caballos fuerza, perfecto funcionamiento, 1.500 ptas. Luís Diaz. A I f b u s o X I 1,64 I O D O SV VAL. OR p o r alliaj a s y p a p e l e t a s del Monte I A c; A s A QUE MENOS COBRA PRINCIPE, 6 SUGRAliES AREML, 16 filedallas, Pendentifs, Fnlseras ysortijas de petición, etc. Unióos talleres prendados en Exposición de Bellas Artes. T i e n t i s t a s oficial 20 años práctica, se ofrece; dentaduras, 4 pts. diente. Enseña aspirantes sistema sin paladar; composturas en el acto. Hortaleza, 63 y 66, frente Gravina JOYERÍA FiüBNÁNDBZ P E L I G K O i S 18 CASi EN SAN SEBASTIAN: AVENIDA, 3 8 COCHES Y GUARNICIONES A l f o n s o Xf n ü m s 1 y 5 RASí F A B R I C A E P R O V E E D O R A DE LA R E A L CASA 8, SANDOVAIi, 8. -MADRID. -TEI. EFOSÍO 2.203 Deseando esta casa corresponder á la confianza con que la honra su distinguida clientela, y para que consten siempre la absoluta pureza y condiciones de salubridad del hielo que en ella se fabrica, ha mandado analizar éste, obteniendo el siguiente resultado, según certificación de 29 de Abril de 1906, que tenemos á disposición del público: Caracteres: Diáfano, inodoro y sin denunciar sabor extraño. Datos analíticos: No contiene bacterias patógenas. No contiene substancias nocivas. Calificación: Bueno. Se invita a l publico visite e s t a filbrica. S e s i r v e á d o m i c i l i o d e s d e 10 k i l o s e u a d e l a u t e ú 2 0 c e n t s k i l o LA H E L A D O R A EN DEPÍSITO se admiten muebles, pianos y objetos de arte, facilitando su valor. MONTE BKNÉFIGO 12, M O M T K R A 12 liquidan 4.0 U 0 camisas cab. blancas y de céfiro á 3 y 4 ptas. LA GLQRIA, M o n t e r a 2 8 BICICLETA CLEMENTS, se vende barata, C o l u u i e l a 6, p o r t e r í a Seguridad r. ntnn niumhr rio nnr nir olml. P e c i a d s 9 M a r i d P R EL C M O L U Z DE ALCOlinL. Ho absoluta. Gran intensidad. rAlcohol, o90, céntimosdlitro, AA AP. i6 BIBLÍÓTÉC Í DÉ Á B C CORAZONES HERIDOS ii3 A u n en las conciencias más rectas existen, á veces, ciertos r e pliegues en los que se ocultan ¡deas que, aunque no sea más que p o r un instante, pueden ofuscar la razón. Ricardo se inclinó, recogió el testamento y lo rasgó en dos pedazos. Apenas hubo hecho esto, cuando experimentó la sensación de que una voz muy querida para él, le decía al o í d o Hijo mío, sé siempre honrado, aunque te suceda lo que te suceda. A y madre mía- -murmuró, -perdóname! Y de nuevo se puso á examinar el pavoroso problema bajo t o dos. sus aspectos, y trató de hacerse cargo de la situación en toda su implacable desnudez. Cumpliría la voluntad de su tía; era necesario. Respecto á esto, no cabía ya duda de ningún g e n e r o ¿Pero de qué manera? ¿Renunciando á su fortuna ó casándose con la hija del conde? Hasta este momento, Ricardo había recorrido la vida siguiend o el camino del deber, que siempre se le había aparecido claro, distinto y completamente recto. A h o r a estos dos caminos, tanto el uno cómo el o t r o se le presentaban amenazadores y crueles para su conciencia. ¿Cuál de ellos seguir? P o r un lado sus juramentos y el porvenir de su hermana; por o t r o la desgracia de Juana, la suya propia, y tal vez la de Susana. Enfrente de este dilema se sentía indeciso, y desde los implacables escrúpulos de su conciencia, iba á parar al horrible espanto que le producían todas las penalidades que adivinaba. Las horas transcurrían sin que se diese cuenta de ello, y sumido en indecible angustia, pesaba por centésima vez el p r o y el contra. Ya las sombras de la noche invadían la habitación. Unas veces iba y venía, otras se paraba, fijando los ojos en el vacío y no viendo más que sus pensamientos que le torturaban el corazón, ni oyendo más que el fuerte viento que soplaba en el exterior y no sintiendo siquiera el frío de aquella noche de F e b r e r o que helaba sus miembros en aquella habitación sin fuego. Sin e m b a r g o era necesario que adoptase alguna determinación antes de la llegada de M r Aminthe; aquella misma T o d o s sus dolores, todos sus sufrimientos exasperados p o r aquella exigencia sin nombre, le ofuscaban la inteligencia, y llegó hasta ese grado de exaltación en que se piensa mal de t o d o el mundo, maldiciendo de su tía y de su fatal destino. Renunciar á Susana, renunciar á su amor, á su dicha suprema; perderla, después de haberla recuperado, hubiera sido muy c r u e l jpero casarse con Juana! T o d o s los sentimientos nobles y elevados de Ricardo se r e belaban ante semejante ¡dea. ¿De qué manera él, que consideraba el matrimonio como el ideal de una vida llena de deberes y de ternuras, iba á profanarlo asociando á él á una mujer á quien no amaba n ¡amaría jamás? Aquellas condiciones eran impías é inmorales. Su tía se habí vuelto loca el día en que se había atrevido á imponérselas. Eje cutarlas constituiría un absurdo. N o hacía falta, pues, preocu parse de aquel escrito. Con estos razonamientos Ricardo se sintió algo más tranquilo. Con el fin de alejar todas aquellas ¡deas importunas, se dirigió á la ventana, la abrió y observó que el día comenzaba á declinar y que la nieve caía. El paisaje no tenía ya el mismo aspecto que á su llegada. Sacó el reloj y vio que eran las c u a t r o El tiempo que le faltaba para hablar con el notario le parecía l a r g o Este retraso le disgustaba, le aburría estar sólo y sentía impaciencia p o r marcharse cuanto cuanto antes de Boisrenaud. ¿Le quedaría tiempo para tomar el tren de la noche? Ricardo se consideraba sin fuerzas para pasarla en aquel lugar. El frío se hacía más intenso; cerró la ventana y entró en la habitación. Al entrar vio al lado del mueble los pedazos del cofrecillo y los papeles que había arrojado en un momento de cólera, y se detuvo indeciso. Si no se casaba con la Srta. de la Rochemordau era preciso dar cuenta del nuevo testamento y devolver aquella fortuna. D e pronto se acordó de los acreedores de su padre y de la dote de su hermana, y un estremecimiento le acometió p o r t o d o el cuerpo. Se dejó caer sobre un sillón. evclamando: gfe frt,

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