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ABC MADRID 22-09-1904 página 7
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ABC MADRID 22-09-1904 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
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Núm. 127 ABC Pág. 7 El cochero detuvo los caballos; un grito se escapó del fondo del vehículo. la gente, asustada, precipitóse en socorro del atropellado, y todos los corazones aííj presentes sufrieron un horrible estremecimiento. Pejlejín, tendido sobre los adoquines, aparentaba ser yíctima de un accidente. -Está muerto, -díjo uno. T- -Ti ene rotos los cuatro remos, -añadió otro. -H a y que llevarle á a Casa de socorro, -gritó un tercero. Pellejín no daba pie ni mano hasta que llegó la policía, y entonces, incorporándose con aparente dificultad, dijo: -M e llamo Atilano Pellejín, diputado á CoHes, pelteneciente á la mayelía y pelsona de la íntima confianza del señol Plesidente del Consejo de Mi nistlos. Ahola, que me lleven á mi casa: Sombleiete, 85, segundo delecha. Y mientras la pareja le conducía á su domicilio, Pellejín pensaba: -Esta noche la Piensa dala cuenta de mi atlopello y mi nomble cilculalá pol España toda. Así es como se conquistan en este país los honoles. Luis T A B O A D A LA RECOLECCIÓN DE ARROZ EN VALENCIA kj T i i i K- -A. r 1 J u, 4 -i J v vA ft. íiV Ta, v. A A. ILÍ i p VERDAD T t O t S Y POESÍA l i T i t ¡g SECADORES DE ARROZ EN LA RIBERA Ninguna cosa hay en el mundo tan elocuente como la luz. Esta era una verdad conocida de todos los filósofos antiguos. Lo que se ignoraba, lo que la ciencia moderna est I A LUZ HABLA Si me hubiera usted dicho antes que iba á conferenciar, hubiese mandado que fregasen el suelo. -Es lo mismo: que le pasen un paño húmedo. Vino la muchacha y pasó el paño; después trajeron el cariñena y las pastas, y Pellejín, adoptando una postura interesante, continuó esperando; pero todo fue inútil. Moróte no se presentó, y eran las siete y todavía continuaba el joven diputado en su postura, diciendo para sí: ¡Es bien extlaño! Cito á ese homble y no se me plesenta. ¿Qué es esto? Quizá alguna inlliga, ¡Oh, como llegue á aveligualo! Al ver que Moróte no había acudido á la cita, Pellejín, defraudado en sus esperanzas, apoyó la frente en las manos y meditó durante un cuarto de hora. He aquí lo que pensaba: -Han pasado ocho días sin que la Piensa cite mi nomble, y esto no puede sel. Mi condición de diputado y de fututo ministlo exige que mi nomble figule en los peliódicos. Así es como se llega al templo de la glolia. ¿Qué hacel? De pronto, sus ojos se animaron, en su boca brilló una sonrisa de triunfo, y cogiendo el sombrero salió á la calle. En la del Arenal vio que un carruaje se dirigía veloz hacia la Plaza de Oriente. -Esta es la mía- -se dijo, y se lanzó desde la acera de la izquierda á la de la derecha, con el fin de que el coche al pasar le empujara derribándole, aunque procurando no ser cogido por las ruedas. r f V RECOGIDA DE ARROZ EN EL SECADERO L. AVENTANDO BL ARROZ EN LA ERA Peta. F. Uómez comenzando á demostrar, es que una tan bella cosa como la luz puede servir, mejor dicho, sirve ya para transmitir á distancias larguísimas otra cosa tan bella como la palabra. La ciencia se espiritualiza cada vez más. La Química y la Electrología no sólo abren nuevos horizontes á la actividad material de los hombres, sino que prestan á sus mentes nuevas luces maravillosas. Confusos y mohínos deben de andar los poetastros gárrulos y chirles que creían cierto el viejo error de que la ciencia va á desterrar del mundo á la poesía. En realidad, sucede todo lo contrario. Nueva y magnífica poesía brota de cada descubrimiento científico. ¿Qué Hornero, qué Goethe ha sido capaz de imaginar nada tan hermoso como el hecho éste de que la palabra pueda volar de un sitio á otro, no groseramente transmitida por el hilo de alambre ó de cobre de un teléfono, sino sola, pura, cabalgando en un rayo de luz, como los silfos de las leyendas pretéritas? ¿Cómo se ha llegado á la posesión de esta poética verdad? Estudiando las propiedades del selenio, cuerpo simple descubierto en 1817 por el sabio químico Berzelius. Por cierto que á este inmortal renovador de la Quínjica, al descubrir el nuevo simple, separándolo del acidó sulfúrico, le confundió al principio con telurio (de i ellus, tierra) y viendo después que tenía propiedades rnuy semejantes á ¡as de éste, concibió la poética idea de ¡limarle setenio ó lunar, por la relación que hay entre la tiejrra y su satélite. Pues bien, el selenio es tari sensible á los efectos de la luz como! a más pintada de nuestras jamonas, jEl selenio cristalino expuesto á la luz, tiene respecto de la electricidad propiedades muy distintas que cuando está en un lugar obscuro: por eso le hemos encontrado ana-

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