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ABC MADRID 24-11-1903 página 3
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ABC MADRID 24-11-1903 página 3

  • EdiciónABC, MADRID
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S AÑOUNQ. NUMERO 71. CRÓNICA BISEMANAL ¡LUSTRADA, -s Mwa i 1 JMADR 1 D, 24 DE NOVBRE. DEi 9o3 N Ú M E R O SUELTO, 10 CÉNTS. s 44 HS W t w 4- f- $1 L VISTA DE LA PEÑA. EL TRIÁNGULO FORMADO POR ESTACAS. ES EL SITIO DONDE COMENZARON LAS OBRAS DEL PANTANO. DEL ACTO INAUGURAL DAMOS CUENTA EN LA 2 PLANA Fot. Asenjo LA GUASA P U B L I C A A D. Simplicio de Bobadilla MajaJerano y Cabeza de Buey. querido Cuando decir p NavaM i rra, y noSimplicio: alguno queoigasdiga, queo r ios esfaltará lo pañoles nos quedamos á la mitad de todas nuestras empresas, contéstale que mienta. Los más esperanzados en el éxito dichoso de la Asamblea de los liberales, exponíamos que de esta magna reunión saldrían á lo más dos partidos. ¡Pues han salido tres! Ahí tienes tú: tres partidos como tres soles, descuajados de aquél un día vigoroso y fuerte que capitaneó el ilustre hombre público cuyos restos descansarían en A t o cha si sus correligionarios en vida no le estuvieran fastidiando hasta después de muerto. T r e s partidos ó tres partidas que, como los actos de un melodrama, llevan cada uno su correspondiente título, á saber: Monterista, M o retista y Vega Armijista, y que como las partidas facciosas que tanto gusto os dieron en Navarra, tiene también su cabecilla respectivo: el cura de Lourizán, el cojo M o r e t y e! pastor de M e s ¡Tres cabecillas distintos, y ni una sola cabeza verdadera! ¡Tres partidos diferentes, y ni un solo partido liberal efectivo! ¿Qué no harán oh Simpliciol los políticos españoles, cuando han conseguido volver de revés hasta el sacrosanto misterio de la Santísima Trinidad? De ellos puede esperarse y temerse t o d o Cae en sus manos pecadoras cosa tan sublime y tan alta, y la convierten en la canción vulgar de Las tres ánades, madre y quien dice las tres ánades, puede decir los tres gansos. Ello es que ios que aquí seguimos con la natural emoción y ¡a legítima impaciencia eso que en los clichés parlamentarios se llama el desarrollo de los acontzcimientos políticos estamos todos estos días nervios en punta y cortos de resuello esperando á saber fijamente lo que hará M o n t e r o ¡o que pensará M o r e t y quién se ¡levará Vega Armijo a! agua. D e M o n t e r o sabemos ya, á la fecha de esta mi epístola, que ha cerrado compromiso con Canalejas y López Domínguez para plantarse de un salto en Ja misma frontera de la República, pero del lado de aquí del Bidasoa; es decir, en la línea de los carabineros. De M o r e t sólo se sabe que, cual nuevo Segismundo, se halla sumido en un mar de dudas, representando muy á lo vivj La jefatura es sueño. El insigne orador vacila, habla en verso y se come las pastas dt Romanones: galletas inglesas que á poco se convierten en el Senado en galletas genuínamente españolas. Vega Armijo está en cama. N o hay nada más malsano que una asamblea liberal. Presidirla y caer en el lecho del dolor, todo es uno. Ya ves tú, aquí tenemos epidemia variolosa, epidemia tífica y Vülaverde, ó sea el terrible huésped del Ganges, y ninguna de las tres epidemias había podido con el castellano de- Mos. Presidió una asamblea de amigos, v guarda cama desde hace sna porción de días. Bien es verdad que los amigos le guardan á él como si fuese de o r o macizo, y en vez de interjecciones expresivas, acostumbrará á soltar por la boca billetes de Banco. N o ha habido en el mundo enfermo más visitado. Entra en su alcoba M o r e t y sale Canalejas; sobre la silla casi caliente por la canariera de López Domínguez se sienta al lado del lecho el conde de Romanones, y á los pies del mismo (del lecho, no del conde) llrzáiz, Vincenti y coro general de diputados gallegos entonan, para distraer al ilustre doliente, dulces muiñeiras y melancólicas alboradas. La escalera del palacio de la calle de San J o r g e hállase constantemente atestada de liberales que suben y bajan; las habitaciones, no se diga; y hasta por la misma calle rebosa la gente liberal comentando, no los lances de la enfermedad, sino á quién se inclinará el enfermo cuando deje de estarlo, si á la derecha de M o r e t ó la izquierda de M o n t e r o Ríos. Yo creo que el marqués aspira á quedarse en medie, poniendo sus brazos á escuadra, según la feliz expresión de Sánchez Toca; y no me negarás, óptimo Simplicio, que e! cuadro liberal de ese modo compuesto puede resultar altamente decorativo. Hasta! a fecha, el provecto marqués ha sonreído á todo y se ha subido en seguida el embozo de la sábana. P o r anteriores declaraciones se sabe que él es un demócrata muy ra dícal; y que se halla en la misma frontera de la República, pero en la Frontera de la República se halla aquí todo el mundo, y la capa no parece. Yo no sé qué diantres tiene de agradable esa frontera para que todos los liberales aspiren á pisarla. T ú que vives casi en la misma raya de ¡a República francesa, hazme el favor, mi excelente Simplicio, de llegarte al puente internacional de Behovia ó á la isla de los Faisanes y preguntar si allí dan algo. C o m o nuestros políticos son gente de escasa minerva, p o r p u n to general, me voy temiendo que cuantos iíablan de llegar á la susodicha frontera, alimenten el pensamiento no menos alimenticio de arribar á la isla divisoria y comerse los faisanes en sustitución del clásico pavo durante la Navidad próxima. P o r si esto fuera así, conviene mucho que tú y yo á una voz declaremos, amado Bobadilla, que en la isla de los Faisanes no hay faisanes. Hierba, sí. Y mientras M o n t e r o Ríos, Canalejas, López D o m í n guez, M o r e t Vega Armijo, todos los liberales y demócratas, en suma, están en la frontera de la República, sirviendo probablemente de estorbo, el Gobierno que actualmente padecemos se halla en la frontera de ¡a muerte y á punto de pasar la fúnebre raya. ¿De qué se muere ViUaverde? me preguntarás, Simplicio. Se muere de ¡o que ha vivido casi iodo el m u n d o te contesto. A fuerza de echar arena p o r las calles, se le han formado arenillas en la vejiga, y aunque D Raimundo, como financiero que es, asegura que son cálculos, ya nadie cree en los cálculos de D Ra mundo, que es el mayor mal que le podía suceder. Quieras ó no, M a u r a le sonda á cada instante, y como la operación es larga y dolorosa, Villaverde vive ó muere en un jay! ¡Lo peor del caso es que la sonda no llega d o n d i debía y el infeliz D Raimundo acaba como un poeta melenudo, del mal de lo insondable! Y tiro ya la pluma en la frontera de esta carilla, dejándolo todo tan fronterizo como lo encontré: E s p a ña, en la frontera de M a r r u e c o s los liberales, en la frontera de la Repúblic; y el G o b i e r n o en la frontera arenosa de la nada, que es donde vino al mundo García Alix. T e abraza á través de la frontera tu amigo, pariente y correligionario fronterizo, GwÉs DE P A S A M O N l E

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