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ABC MADRID 17-07-1903 página 8
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ABC MADRID 17-07-1903 página 8

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página8
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corresponde ella estudiando con entusiasmo impropio de su corta edad, pero por lo mismo más plausible y digno de estimulo. Habiendo obtenido la calificación de sobresaliente en solfeo (tercer año) se presentó á concurso y obtuvo primer premio por unanimidad. Nuestra enhorabuena p L GENERAL DON JOSÉ LACHAMBRE ha muerto. Era un valiente. Esta nota, por nadie discutida, es en la historia militar de un hombre un honor Inmarcesible. Nació en Málaga el año 46. Procedía del rma de Artillería, y se distinguió por su inteligencia y jor su arrojo en las campañas de Cuba y Filipinas. Nadie habrá olvidado los legítimos laureles que conquistó peleando en el Archipiélago. En todas partes compartió con el soldado, al que quería mucho, penas y satisfacciones. Allí contrajo la enfermedad que, aún joven, Je ha llevado al sepulcro. En 1897 ascendió á teniente general. Fue capitán general de Galicia, y era al morir senador del Reino y consejero del Supremo de Guerra y Marina. A VIDA EN BROMA. DUELISTA PELLEjlN El elocuente diputado Sr. Pellejin ha sido objeto de una injustificada agresión. Hallábase en Conferencias hablando con otro miembro de! a mayoría sobre la necesidad de repeler enérgicamente cualquier ataque que pudiera ser dirigido al Sr. Silvela, cuando notó que un sujeto mal encarado se reía de sus palabras con cierta sorna. A Pellejín se le subió toda la sangre á la cabeza, porque es chico de mucha dignidad, y preguntó al sujeto inal encarado: ¿Se líe usted de mí? -Hombre, de usted precisamente no; me río del frenesí con que habla usted de Silvela, -dijo el otro. -Pues yo no pelmito lisilas. ¿Es usted el ama de cría d i D Francisco? -Soy su amigo peísonal y político y tengo el debel de iefendele. Por toda réplica, el sujeto mal encarado volvió la espalda sin dejar de reir, y Pellejín quedó diciendo á su colega: ¡Le he metido el lesuello en el cuelpo! ¡Adiós, Epamínondas! -replicó entonces el de la risita- ¿Epa... qué? -preguntó Pellejín encarándose con su interlocutor. -Le advielio que no pelmito que se me pongan motes. ¡Vaya usted á mandar llover! ¡Oldinaho! ¡Glóselo -gritó Pellejín acordándose de que era representante de la nación y predilecto del Presidente del Consejo de Ministros. Pero el mal encarado, sin fijarse en ambas circunstancias ¡tras! descargó un cachete sobre la oreja derecha de Pellejín ¡La que allí se armó no es para dicho... Pellejín llevóse la mano a la parte dolorida, y después de rascarse dijo con voz entera: ¡Me dala usted una satisfacción! Mediaron los allí presentes, y uno de ellos se puso á examinar la oreja y á prodigar consuelos al agredido. ¿Le duele á usted mucho? -preguntóle. -Una cosa legulal- -dijo Pellejín. -Lo que más siento es que se entelen en casa. -Debe usted exigir una reparación en el terreno de las armas, -objetó un periodista, animado del deseo de poder redactar una noticia de sensación. El mal encarado entregó su tarjeta á Peliejín y este leyó con acento entrecortado por la ira: ¡Qué noche paso nuestro querido diputado y joven amigo! Soñó que Recocho, vestido de miliciano nacional, entraba en su cuarto armado con un sable de caballería, y sin más ni más, le metía la punta por una oreja. Después los testigos de su contrario le desnudaban, dejándole en la calle expuesto á coger un dolor. A eso de las dos de la madrugada Pellejín saltó del lecho y se puso á escribir lo siguiente: Señor Gobernador: Por si no está usted enterado, le aviso que el diputado de la mayoría Sr. Pellejín y un sujeto de malos antecedentes, apellidado Recocho, ventilarán hoy, á las cinco de la mañana, una cuestión de honor en la quinta de la Cabratriste. Es preciso evitar el derramamiento de sangre. Zln amigo del orden. Escrita la carta precedente, Pellejín salió de su domicilio sin que lo notara su mamá; llegó á la calle, entregó una peseta al sereno y le dijo: -Bonifacio, es pleciso que esta calta quede esta misma noche en podel del Gobelnadol. -Quedará, señoritu. -Ahul. Y se volvió al lecho; pero no pudo dormir. La odiosa figura de Recocho se le presentaba en la alcoba llevando en ¡a mano una cabeza: la cabeza del propio Pellejín. Entonces, pre: a de la mayor agitación, levantóse de un salto y comenzó á redactar la carta siguiente: Sr. D Francisco Silvela. Mi respetable jefe de todo mi aprecio: Por si muero á manos de mi enemigo político, que es á la vez presidente de un comité odioso, escribo la presente, participando á usted que pierdo la vida en defensa de nuestra causa y que mi postrer recuerdo será para usted y para mis dignos compañeros de la mayoría. Adiós, D Francisco; dele usted muchas expresiones de mi parte al señor de Maura, y queda suyo afectísimo servidor y ferviente correligionario, Atilano Pellejin. P D Dejo á usted un poco de pelo por si desea conservarlo como una expresión muda de mí cariño. Vele usted por mamá. Adiós, adiós. Vale. i A las cuatro de la mañana Pellejín se vistió con mano temblorosa y fuese á la calle, donde le esperaban los que iban á ser testigos del luctuoso encuentro. Una hora después, Pellejín y Recocho medían sus armas frente á frente. De pronto, Pellejín lanzó un grito horrible y cayó al suelo desplomado. ¡Qué horror! He aquí lo que al otro día publicaba la Prensa: Ha quedado honrosamente zanjada la cuestión de honor pendiente entre el joven diputado de la mayoría seño. Pellejín y el Sr. Recocho, presidente del Comité liberal de Cabezada del Duque. Y á reglón seguido: Jugando esta mañana con unos sables, tuvo la desgracia de herirse en una pantorrilla el elocuente diputado ministerial Sr. Pellejín. El arma dejó al descubierto parte del calzoncillo, pero por fortuna no interesó más que la tela. Luis TABOADA ENTIDERO TEATRAL. MENUDENCIAS -Y qué, ¿por fin declaramos papdbite á Cerbón? ¡Ya, ya! ¿ha visto usted? ¡Se ha puesto en moda, como la ieche gasificada! ¡Hablar ae cosas ae teatros y no íocar este registro, es prueba evidente de mal gusto! ¡Figúrese, querido amigo, que hay quien pide se vea la causa de Cerbón por juradosl- ¿Es cierto que se vuelve á Sevilla? -Nada de eso; va á Apolo, mano á mano con Orejón. ¡Cerbón! ¡Orejón! La empresa de este teatro se decide, por ío visto, por los cómicos bien acentuados. También se asegura que Gonzah to está si cadet ó non cadet, á no ser que lo reclame Reyes para la Zarzuela. ¿Cómo Reyes? ¿Pues no era Berriatúa? -Sí, señor, pero á última hora ha surgido nuevamente Reyes, en ciase de Penélope. -Pero Ontíveros y Lacasa siguen en su lugar descansen, naturalmente. ¡Ah! eso sí. -Pues yo, por mi parte, le diré á usted, y no es chiste que la Mesa de Eldorado está muy resentida. ¿Cómo? ¡Naturalmente! Hasta ahora no la han repartido más que un peón, y la muchacha dice que eso es ya mucho juego. Le Gurina tampoco está muy satisfecha, y es que en los repartos, como es lógico, cada tiple quiere llevarse la mejor parte, porque una tiple sin papéis está más desairada que un basar. La Mesa, sobre todo, quería hacer el equipaje. ¿El equipaje? ¡Qué agradable sorpresa para mis amigos Castro y Catarineu! ¡Hay qae comunicárselo inmediatamentel- ¿Usted vio equipaje del rey José? -Sí, señor; lo vi hacer... y deshacer en un momento. Ls novela llevada al teatro tiene siempre un grave inconveniente: la brevedad con que ha de desarrollarse la acción, lo reducidos que han de quedar los caracteres. El personaje que se dibuja sólidamente en e! libro, queda abocetado en escena. lili estas condiciones es difícil ilegar al público, llamar su interés, y á esto obedeció en primer término el fracaso del episodio nacional tratado por Chapí magistralmente, y vaya usted poniendo adjetivos donde aquel del cuento las comas. ¡Eso es servir á unos amigos! Por supuesto que antes de ver El equipaje, se habrá usted dado una vueltecita por el Lírico. -Si, señor, he visto El famoso Colirón, mejor dicho E ¡famoso Pepe J iquelme, pues él es la obra. ¡Bien pueden agradecerle los autores á este comiquilo la humorada de venir á Madrid y el haberse arrancado lan á tiempo por seguidillas, por cierto uno de los números de música más lindos que tiene la obra, y cuenta que son varios! Riquelme aparte, la zarzuela tiene ambiente, vistosidad y gracia. El mismísimo Capitán Tracassa, conocido nuestro, se descubriría cortesmente ante El famoso Colirón. -Pues ya que de operetas hablamos, esta noche se estrena en los Jardines una titulada Laplanchadora, con música de Vasseur, el celebrado autor de El íimbal de plata. Es obra esencialmente cómica, y si tiene usted alguna seria contrariedad, le aconsejo que no deje de ir á los Jardines, y el remedie es probado ante la vista del caricato Gravina, é delle donne, ¡qm son tante caimas! ¿Qué otra cosa se miente? -Bien poco. Apolo cerrara sus puertas á la mayor brevedad; la compañía de la Comedia sigue ganando mucha gloria y mucho dinero en América, Benavente triunfa y es aclamado por la prensa de Buenos Aires; Las flores, la delicada comedia de los Quinteros, ha sido uno de los grandes éxitos obtenidos por la compañía de Tirso, hasta el punto de haberse tenido que dar alternativamente con otras obras del repertorio; y que en el Real veremos el año que viene á la Darcleé, Carelli, Parsi, á nuestras compatriotas Barrientos y De Lerma, á los tenores Biel y Bonci y á dos nuevos de gran nombre, Marcolin y Micucci, con otras novedades que diremos más adelante. ¿Y por quien sabe usted todo eso? ¡Pero, hombre de Dios! ¿Ignoráis que Tloridor ia tenido sucesión con la cigüeña, según el Evangelio de Saint- Aubiní JORGE FLOR 1 DOR COSAS DEL WALDJNO RECOCHO DEL COMITl DE LlP. FnAL CABEZADA DEL DUQUE- ¡Un enemigo político! -exclamó Peücjín. ¡Me JO había ¡guiado: pelo, pol Dios, que no se entele mi mamá 1- -Esté usted tranquilo, -dijo uno. Media hora después, los padrinos de Recocho conferenciaban con los de Pellejín sobre las condiciones del Juelo. Pellejín llegó aquella noche á su casa muy sofocido- ¿Qué tienes, hijo mío? -preguntóle la mamá- -Nada. Vengo del Congleso. ¡Jesús! ¡Cómo traes esa oreja! -Me ha salido un sabañón. ¿Un sabañón en Julio? -No tiene nada de patticulal. Como el Congleso s- jtí tan ¡esquilo... A las once llegaron los padrinos de Pellejín para dart cuenta de los trámites del desafío. El joven diputado se los llevó á la calle á fin de aleja toda sospecha. Ya allí, dijo uno de los padrinos con vo? cavernosa: ¡liemos elegido el sable! Pellejín palideció. -Sin punta ni filo, -agregó el otro. ¡A todo juego ¡Hasta que uno ae ios dos quede fue 3 de combate. ¿Y cuándo? -se atrevió á preguntar Pclieiín palide cier. do. ¡Mañana! ¡Al despuntar el día! áOLlLOQU OS DE UN GOBERNADOR -Podrá haber quien me gane á pronunciar discursos y á procesar generales y a moralizar el baile agarrado. Podrá haber hasta quien sea ministro antes que yo; pero ¡lo que es á buen ojo y ú condiciones para evitar ciertos sucesos de pué -de inundar que he de evitarlos, no me gana nadie! jrnm- -mT 7 rr r n r- u i MUÍ i n i

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