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ABC CORDOBA 30-12-2018 página 68
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68 CULTURA DOMINGO, 30 DE DICIEMBRE DE 2018 abc. es cultura ABC El cordobés Diego de Arana y el misterio del fuerte Navidad Cristóbal Colón dejó a este joven cordobés, primo de Beatriz Enríquez, al frente de la primera fortificación construida en América FÉLIX RUIZ CARDADOR CÓRDOBA D IEGO de Arana fue con 25 años años el primer gobernador europeo en el continente americano. Cordobés y aventurero, se embarcó en el Primer Viaje colombino y jamás pudo regresar a su tierra. Allí se quedó para la eternidad, en la Isla de La Española, en la actual Haití, sin que ni siquiera se encontrase su cadáver y se le pudiese dar sepultura. Testimonios hay de que fue valiente y de que trató de mantener el orden hasta su último suspiro, aunque poco se sabe con certeza de sus últimos meses de vida. Su muerte la envuelve el mismo misterio que envuelve a la breve historia de aquel primer fuerte español al que Cristóbal Colón bautizó como Navidad en diciembre de 1492 y que se supone que fue arrasado por los indios caribes. Diego de Arana había nacido en Córdoba en 1468, hace ahora 550 años. Era primo de la por entonces pareja sentimental de Colón, Beatriz Enríquez de Arana- -madre de su hijo Hernando- -y su familia natural de Trassierra. Conoció al almirante con poco más de 20 años y no es de extrañar que con los bríos característicos de esa edad se fascinase con la posibilidad de embarcar en la que es para muchos la mayor aventura de la historia humana. A bordo de la Santa María, con rango de contramaestre, se embarcó en agosto del 1492 en Palos de la Frontera, en Huelva, y a América llegó como todos los tripulantes aquel inolvidable 12 de octubre en el que Rodrigo de Triana, se supone que aliviado, gritó a viva voz: Tierra a la vista Arana toma principal protagonismo en el relato del descubrimiento meses después. En la Navidad, a partir del hundimiento de la Santa María. Ocurrió tan aciago capítulo en diciembre de 1492, cuando la lenta pero elegante nao capitana, en plena Nochebuena, encalló con un bancal de arena mientras todos dormían y en una jornada en la que el mar estaba calmo como una taza de agua según se relata en los diarios colombinos. Se hizo lo posible por salvar la nave en plena noche, pero ni el esfuerzo conjunto de los españoles y los indios de la isla con los que ya habían trabado vínculos logró otra cosa que salvar a la tripulación mientras la Santa María se inundaba quedando inútil para navegar. Cristóbal Colón, atribulado por la circunstancia, decidió rápido y optó por construir un fuerte con los maderos del navío, al que llamó Navidad por las fechas en las que se encontraban. Según relata Hernando Colón en su Historia del Almirante en ese momento sólo le quedaba la Niña, pues a la Pinta gobernada por Martín Alonso Pinzón le habían perdido el rastro días atrás. Temeroso de que pudiese ocurrir algo y su descubrimiento no llegase a oídos de los Reyes Católicos, Colón decidió aparcar las exploraciones y emprender viaje de vuelta. Dejó allí sin embargo una partida de 36 miembros de su tripulación con víveres y armamento, al frente de los cuales puso a su amigo y familiar Diego de Arana con rango de capitán y justicia mayor, convirtiéndose así en el primer gobernador europeo en la historia de América. Lo acompañaron en las funciones de mando Rodrigo Escobedo, escribano de la Armada y natural de Segovia, y el repostero Pedro Gutiérrez. El almirante puso rumbo a la Península y acabaría llegando a Portugal, a Lisboa, en marzo de 1493. Tras viajar luego a Castilla y dar cuenta de la fabulosa noticia del descubrimiento, preparó con la mayor rapidez posible su segundo viaje con el fin de auxiliar al destacamento que había dejado en La Española. Lo emprendió con 17 naves, en las que volvía a repe-

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