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ABC CORDOBA 25-12-2018 página 13
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ABC CORDOBA 25-12-2018 página 13

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ABC MARTES, 25 DE DICIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA MONTECASSINO HERMANN NAVIDAD Y LIBERTAD Nuestra ignorancia sobre nosotros es un éxito del enemigo AS Navidades son fechas que generan inmensos flujos de nostalgia, también, quizás sobre todo, en quienes ignoran o han olvidado el significado de estas fiestas como el supremo momento de la esperanza que es para el mundo cristiano. Cada vez son más los que lo ignoran porque la retirada de la religión y con ella la desaparición del conocimiento de su vasto legado material e inmaterial es un terrible e irreversible fenómeno general en Occidente. En España se ve agravado por un odio a la Iglesia, desprecio a la religión y agresividad contra el hecho sagrado en sí, que son parte sustancial de una subcultura política e ideológica que ha sido hegemónica en la comunicación, en la difusión cultural y también en la voluntad política más influyente. Es inútil citar a los jóvenes los nombres de cuadros de pintura religiosa o clásica. Ignoran todo sobre los hechos referidos. A la mayoría le han inoculado desprecio a la religión. Y a la Iglesia, un odio incondicional. Es inútil explicar los ingentes caudales de sacrificio y buena fe presentes en los grandes episodios de la historia del cristianismo. Por mucho juego de poder y debilidad humana que se diera en sus protagonistas eclesiales. Como es ilusorio exponer a las generaciones educadas en este neomarxismo que tiene secuestradas escuela pública y Universidad, lo que fue la colosal hazaña de gloria, grandeza, eficacia, emoción, sobria racionalidad y heroica pasión que fue L el descubrimiento, conquista y urbanización de América que en nombre de ese Dios cristiano hizo España. Fue España y solo España quien hizo de la Iglesia de Pedro una Iglesia universal. Una proeza del vigor y de la generosa entrega del Reino de España que la Iglesia de Roma no ha agradecido nunca como merecía. También carece de sentido decirles que, sin Jesucristo y la fe en él y en los santos y sin la inmensa, inimaginable obra de pensamiento, cultura y expansión del mensaje de bondad y perdón por medio de la palabra y el trabajo para mayor gloria de Dios y de sus hijos, no habría democracia ni libertad. Ellos entienden que es una fiesta. Pero como no se les enseña no pueden entender la profunda importancia de la Navidad junto a la Semana Santa, para el surgimiento del concepto del hombre el homo de humus, de barro Que es la criatura divina que tiene la cultura judeocristiana, la base de todo lo que es y supone esta civilización occidental, la civilización más próspera, libre, eficaz, generosa y compasiva jamás habida. Por ser todo ello tiene muchos enemigos dentro. Como envidiosos y emuladores fuera. Unos intentan minarla, otros ocuparla y saquearla. Podrán destruirla, pero no emularla, porque carecen de la base civilizadora de esa religión que considera a todo humano parte de Dios. Y por tanto hace a la persona un ser sagrado, único y libre. Ahora esta civilización sufre el acoso real de otras, extrañas, distintas, pero todas con vitalidad y voluntad de ser. Esa voluntad de ser que ha perdido Occidente a base de ignorar quiénes somos y despreciar nuestras defensas y nuestras banderas. Los enemigos internos han logrado muchos éxitos en sus esfuerzos para dejar inerme a Occidente. Pero aún no han ganado. Como ante Viena o en Lepanto, también hoy hay fuerza para rescatar a esta civilización si recupera una idea de sí misma. Y aunque puede que solo sea el canto del cisne hoy asistimos en todo Occidente a gestos y movimientos de las viejas naciones que sugieren que despierta la lealtad a sí mismas y que pueden estar recuperando esa voluntad de ser que impida que las borren de la historia de nuestro futuro. IGNACIO CAMACHO LA VELA El sentido de la Navidad está en esa luz de cera donde brillan las certezas morales en que modelaste tu conciencia SA llama que iluminó tu mesa de Nochebuena es, aunque no lo sepas, el símbolo de la mayor revolución espiritual de la tierra. Quizá la encendieses sólo por tradición, por costumbre, por belleza, pero su luz es el emblema, la alegoría del tiempo de renovación de la conciencia. Si la Semana Santa es la fiesta del perdón, la Navidad es la de los afectos, la de la ternura, la de la concordia, la de la familia, la de la intimidad, la del humanismo, la de la inocencia. También la de la paz que representa el recién nacido cuya misión redentora evocas al prender la vela; una vez, hace poco más de un siglo, un villancico cantado en las trincheras fue capaz de detener por unas horas la ferocidad de la guerra. Tal vez para ti esta fecha ya sólo signifique la ocasión más o menos grata de una cena, pero en torno a ella gira la llave secreta de un misterio de esperanza encerrado en una promesa. Con toda la fuerza de una cultura, de una fe, de una historia, de una identidad moral, de una solera envuelta en el refinamiento de la leyenda. Por eso, incluso la desacralización de la liturgia navideña es el testimonio del triunfo en todo el planeta de un mensaje capaz de trascender la religión, las iglesias, los dogmas o las ideas. Esa abstracción que a menudo te contraría por lo que tiene de renuncia o de vergüenza supone también la conversión del Adviento en una celebración abierta, en una efeméride universal más allá de las creencias. Supone el anclaje social de muchas mentalidades diversas en el sustrato intangible de una comunidad ética. Supone, aunque muchos no lo deseen o no lo entiendan, la existencia de una memoria de valores y de ideales compartidos, de una cierta deontología ecuménica. El sentido de la Navidad está en esa vela. No en la decoración, por acogedora que sea, ni en los regalos, ni en el derroche de la moderna sociedad de la opulencia, ni en el magnetismo consumista de las tiendas. El alumbrado de las ciudades reproduce la depurada herencia de esa breve candelita de cera en la que anoche brillaba hasta el recuerdo de tus más sensibles ausencias. En esos destellos titila el eco de tu ser, de tu infancia, de tus sentimientos, de tu vida entera. Resplandece el aprendizaje de esas insondables certezas en las que modelaste tu carácter y tu esencia. Reverbera el tiempo liminar en que tu mundo se abrigaba en brazos de tus padres y tus dudas se disipaban en su expresión de amor y de delicadeza. Chispea la música que escuchas, el arte que contemplas, los ritos que expresan tus convicciones auténticas, el paisaje emocional del alma colectiva en la que reconoces tu pertenencia. No pases de largo ante la historia que te cuenta esa pequeña luz doméstica. Es la de un relato de bondad, de sensibilidad, de perfeccionamiento, de nobleza. Un relato que dice que a fin de cuentas no importa cómo celebres la Navidad sino cómo la sientas. E JM NIETO Fe de ratas

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