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ABC CORDOBA 13-12-2018 página 15
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ABC JUEVES, 13 DE DICIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 15 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN CASADO RESUCITA AL PP El centro- derecha vuelve dividido, aunque con fuerza, al escenario que abandonó hace una década F RENTE a un Pedro Sánchez nervioso, de manos inquietas, vacuidad argumental revestida de verborreica solemnidad y actitud arrogante a falta de razones de peso, Pablo Casado apareció ayer en el Congreso como un político sólido, de convicciones firmes y discurso bien armado. No solo un gran parlamentario, capaz de hablar sin papeles como hacen quienes creen de verdad en lo que dicen, sino un auténtico líder, dispuesto a conducir nuevamente a su partido a las posiciones ideológicas que abandonó el marianismo en aras de un relativismo suicida. El nuevo dirigente del PP propinó al presidente del Gobierno una paliza dialéctica de las que duelen. Lo derrotó en todos los frentes: el europeo, el económico, el nacional y el catalán. Mientras Sánchez, como es habitual en él, se refugiaba en la chulería, la vaguedad y un buenismo infantiloide, Casado desgranó un rosario de hechos inapelables. Le faltó una gran dosis de autocrítica, tal como le reprochó Albert Rivera, dado que la situación de ruptura a la que ha llegado España se debe en buena medida a los errores cometidos por el Ejecutivo de Rajoy, pero acertó en el fondo, acertó en el tono, acertó en el diagnóstico y acertó en el tratamiento. Si el discurso de Casado recoge el contenido de su pensamiento y expresa sus intenciones, si refleja la línea de actuación que está dispuesto a seguir a partir de ahora, prescindiendo de los peones que encarnan precisamente la posición con- traria, cabe confiar en que de su mano resucite el Partido Popular que conocimos antaño, antes de que los complejos y la debilidad vaciaran de contenido sus siglas. El centro- derecha vuelve por fin con fuerza al escenario que abandonó inexplicablemente hace una década. Regresa dividido en tres, pero regresa. Si la irrupción ruidosa de Vox en el panorama político ha producido ese efecto, bienvenida sea. Porque hacía tiempo que muchos españoles anhelábamos oír hablar de España con naturalidad, sin que nuestro patriotismo, homologable al de cualquier vecino europeo, fuese asimilado a posiciones fascistas. Hacía tiempo que ansiábamos escuchar en la sede de la soberanía nacional una refutación convencida y contundente de las tesis separatistas, más allá de las basadas en la mera conveniencia económica. Hacía tiempo que soñábamos con asistir a un debate en el que varias fuerzas pugnaran por representar mejor a quienes amamos a España, creemos en los principios que consagra la Constitución y exigimos que el Gobierno los defienda con todos los medios a su alcance, sin recular ante los dogmas impuestos por la dictadura de lo políticamente correcto; sin regresar una y otra vez a un diálogo absurdo y estéril, abocado a chocar contra un muro de supremacismo cada vez más envalentonado; sin claudicar ante las exigencias liberticidas del independentismo, como hizo Zapatero ante ETA; sin abandonar a su suerte a quienes, pese a todo lo ocurrido, siguen confiando en el Estado de Derecho. Ayer, después de mucho esperar, vimos al PP y Ciudadanos protagonizar brillantemente esa pugna, frente a un sanchismo impotente, enterrador del PSOE en Andalucía, echado en brazos del golpismo y rehén del populismo podemita, que balbucea frases copiadas de algún manual de citas y apelaciones al lobo de la extrema derecha, en lugar de cumplir con su obligación de gobernar. ¡Nunca es tarde si la dicha llega! España ha reaccionado. Harta de agresiones, harta de provocaciones, harta de desafíos y de ofensas, la Nación ha recuperado la voz a través de los líderes orgullosos de representarla. Ahora falta que quien ocupa el poder merced a un pacto con sus enemigos permita hablar a la ciudadanía. IGNACIO CAMACHO HOMEOPATÍA POLÍTICA Los antiinflamatorios (Borrell dixit) no funcionan; la fiebre separatista ya es inmune a terapias indoloras E JM NIETO Fe de ratas L ibuprofeno es un antiinflamatorio no esteroideo muy común en los botiquines caseros, incluido el del Palacio de la Moncloa. Según manifestó ayer Borrell en el Foro ABC, el popular fármaco constituye la base de la receta política con que Pedro Sánchez trata el trastorno balcánico de Quim Torra, atacado de convulsiones y espasmos en su fiebre antiespañola. Hasta ahora no parece haber surtido mucho efecto una terapia tan conservadora, que equivale a tratar con aspirinas una enfermedad tumorosa; la mitología nacionalista se ha vuelto ya inmune a cualquier medicación apaciguadora. La única prescripción eficaz, y no del todo, en el conflicto de Cataluña es la que vienen administrando las togas: la Justicia como última fórmula de contención de la epidemia sediciosa. Los paliativos, calmantes o ansiolíticos no funcionan porque la afección está demasiado avanzada para combatirla con pautas indoloras. La metáfora del ibuprofeno revela la falta del sentido de la realidad con que este Gobierno ha abordado el problema catalán creyendo que podía frenar el delirio separatista con carantoñas y unos millones en el presupuesto. Por desgracia ese pensamiento ilusorio no es nuevo; todo lo sucedido desde que Mas puso en marcha la fase crítica del proceso es la consecuencia lógica de la minusvaloración del riesgo por parte de un Estado que nunca pensó que el proyecto de la secesión llegaría tan lejos. Tampoco Rajoy creyó que la amenaza unilateral pudiese tomar cuerpo y le organizaron no uno sino dos referendos, y de propina una declaración de independencia que tuvo que revocar por las bravas y a destiempo. Sánchez ni siquiera se ha planteado otra cosa que ganar tiempo, aplacar ánimos sin otro plan estratégico que el de mantener sofocado el incendio hasta que pueda consolidarse en el puesto. Pero ni ellos ni sus antecesores se han tomado el desafío verdaderamente en serio, pese a que todo su itinerario estaba escrito y, lo que es más grave, aprobado en el Parlamento. El presidente va a tener que pagar en breve la factura de haberse dejado investir por un chalado que obedece las órdenes a distancia de otro lunático. Quizá lo haga sin demasiado disgusto porque es el precio de poder ocupar su ansiado cargo. Fue advertido por los suyos, que vieron venir la situación y al menos lograron aplazarla dos años, pero más pronto que tarde le espera la contradicción insalvable que ha ido demorando. Si al final se ve obligado a tomar medidas desagradables no podrá eludir la certeza del fracaso; ha pretendido aplicar métodos de curandero a una dolencia que requiere de cirujanos avezados. El jefe de un Gobierno que ha emprendido una razonable cruzada contra la medicina alternativa y los remedios homeopáticos practica en política técnicas de matasanos. Tal vez sea lo lógico en alguien capaz de perpetrar una considerable chapuza científica en su propio doctorado.

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