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ABC CORDOBA 06-12-2018 página 13
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ABC JUEVES, 6 DE DICIEMBRE DE 2018 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN LA NACIÓN VIVE Y SE DEFIENDE El pueblo español acude al rescate de su patria indivisible, frente a dirigentes impotentes, cobardes o traidores D ICE el artículo 2 de la Constitución española: La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles Hoy, cuando se cumple el cuadragésimo aniversario de su aprobación, esa Nación secular no solo resiste a los embates del separatismo aliado al populismo de extrema izquierda y también a la cobardía y el relativismo de muchos, sino que demuestra tener un vigor muy superior al calculado por sus enemigos. España vive y se defiende de quienes ansían aniquilarla. El pueblo español acude una vez más al rescate de su patria, como en tantas otras ocasiones a lo largo de la historia, tomando la iniciativa frente a dirigentes impotentes, pusilánimes, traidores o incapaces de honrar la alta representación que ostentan. La primera manifestación de esta contraofensiva ha tenido lugar en Andalucía, pero seguirá extendiéndose. Una Nación como la nuestra no se destruye así como así. La Carta Magna a la que debemos cuatro décadas de prosperidad democrática fue aprobada gracias a un ingente esfuerzo común por acercar posiciones. A muchos españoles entonces les repugnaba la idea de parcelar el Estado en diecisiete autonomías y a otros, los menos, les habría gustado una descentralización aún mayor. Al final prevaleció el consenso y el texto fruto de ese acuerdo obtuvo un abrumador respaldo. Con el correr de los años, los separatistas disfrazados de nacionalistas han ido exigiendo más y más soberanía, en una exhibición obscena de deslealtad constitucional, mientras que los partidos nacionales cedían a manos llenas lo que no era de su propiedad. Ahora pagan cara esa falta de diligencia en la custodia de un bien mucho más valioso que cualquier poltrona. Sánchez ha llevado al paroxismo el movimiento centrífugo que inició Zapatero. Si aquel fomentó la conversión de su partido en un conjunto de taifas, este ha puesto su destino y el del PSOE en manos de golpistas confesos, herederos de ETA y extremistas de izquierda que alientan a la violencia como respuesta al veredicto que arrojan las urnas andaluzas. Su ambición personal es tan infinitamente superior a sus convicciones o su visión de estadista que ha entregado un legado centenario a cambio de unos años en Moncloa. En Andalucía ha empezado a sufrir las consecuencias de esa traición, que amenaza con borrar al socialismo del mapa municipal y autonómico. En las filas populares el paisaje tampoco resulta muy proclive al optimismo. Más allá de la euforia desatada por el previsible desembarco de Moreno Bonilla en el palacio de San Telmo, pese a su tremendo batacazo electoral, la actual dirección nacional debe ser consciente de su debilidad. El espacio político que Aznar logró unificar bajo unas mismas siglas está ahora dividido en tres, y las fuerzas que cotizan al alza se sitúan a izquierda y derecha de un PP menguante. La negativa de Rajoy a plantar cara política al independentismo, su rechazo del combate ideológico y su apuesta por el apaciguamiento no solo han dejado esta herencia de fragmentación, sino que han impulsado a un partido que cuestiona abiertamente la continuidad de las autonomías reconocidas en el mismo artículo 2 de la Constitución que consagra la indisoluble unidad de la Nación. La tarea que tiene Casado por delante es ingente, si aspira a recuperar lo que fue y significó su formación. Porque tanto Ciudadanos como Vox han venido para quedarse. El reto que les aguarda ahora a todos ellos es emular a los constitucionalistas de 1978 y poner el interés de España por encima de sus diferencias. IGNACIO CAMACHO LA CICATRIZ ABIERTA La moderación fundacional del pacto democrático ha quedado arrinconada por la intemperancia de los exaltados UANDO oigas decir que hay que cambiar la Constitución, que se ha quedado vieja, recuerda que sirvió para cerrar del todo la cicatriz de una guerra. Lo que llegó en abril del 39 no fue la paz sino la victoria de media España contra la otra media, y esa larga querella siguió viva hasta que el pacto del 78 la cerró con un modelo de convivencia que durante décadas ha permitido gobernar sin traumas a la izquierda y a la derecha. Una reconciliación que si no fue sincera fue pragmática, con un esfuerzo mutuo para evitar los ajustes de cuentas. No existen constituciones perfectas. Casi todas han sufrido reformas y enmiendas pero las que han tenido más éxito han sido siempre las más duraderas. Cuando escuches los cantos de sirena amárrate, como Ulises, al mástil de tus propias ideas, y pregúntate si lo que de verdad quieren algunos es liquidar el sistema para sustituirlo por otro en el que puedan jugar con sus solas reglas. Porque eso fue, justamente, lo que quiso y logró evitar aquel gran acuerdo: que en lo esencial nadie impusiera a nadie su criterio. Que la libertad fuese un bien compartido, un proyecto transado bajo un compromiso recíproco de respeto. No creas que fue fácil; supuso un gran mérito que todas las partes cediesen para poder encontrarse en un punto intermedio. Lo llamaron consenso, y consistió en una renuncia a los principios extremos, a los dogmatismos arrojadizos que habían llevado al país a un largo enfrentamiento. Hoy la concordia es un concepto en desuso tratado con desprecio por los profetas de la refundación, los mesías que prometen un orden nuevo, los iluminados que creen regresado el tiempo del cisma civil, de la malquerencia social, de la ruptura territorial, del desencuentro interno. Están de moda los debates exaltados. El viejo arbitrismo español se ha reencarnado en una pléyade de tribunos populistas que venden con lenguaje inflamado sus modelos sectarios. La moderación que consolidó la democracia ha quedado arrinconada por el alboroto de los energúmenos y de los fanáticos, por la demonización del adversario, por el retorno a la agresiva intransigencia del pasado lejano. Mira a tu alrededor y reflexiona si en ese clima de antagonismo hostil es posible encontrar algo, una aspiración común, un horizonte, un espacio en que vuelvan a entenderse estos bandos arriscados. No se trata de una cuestión de inmovilismo, ni de inercia, ni de desgana. Sólo piensa un momento, con mentalidad práctica, en los problemas de España, y también en los tuyos, en las prioridades de tu vida cotidiana, y calcula con sinceridad cuántos de ellos crees que resolvería el revisionismo de la Carta Magna. Luego contempla esta política convulsa, crispada, llena de furia y de intemperancia, y plantéate a ti mismo qué probabilidades ves de que esa reforma tan manoseada acabe dejando las cosas mejor o peor de lo que estaban. C JM NIETO Fe de ratas

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