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ABC CORDOBA 26-11-2018 página 14
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14 OPINIÓN VIDAS EJEMPLARES PUEBLA LUNES, 26 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion ABC LUIS VENTOSO LAS MALAS IDEAS... Tras tanta alharaca, lo probable es que el Parlamento británico tumbe el acuerdo L 26 de junio de 2016, los británicos aprobaron por sorpresa y por estrecho margen abandonar la UE de un portazo tras más de 40 años en ella. Una patada nacionalista, con la que ingleses y galeses se desahogaron de su malestar por la larga crisis de 2008 y de su desconcierto ante la novedad de la globalización. La ilusión de parapetarse tras los muros del terruño, como en Cataluña, culpando de todo a un enemigo exterior y a los inmigrantes. El Brexit supuso una pésima noticia para la UE, que perdía a un gran contribuyente, un potente país de 66 millones de habitantes, que era además el más liberal y pro negocios de una organización menos democrática de lo debido y atrofiada por su estatismo a la francesa. Pero si la UE recibió una tarascada, el Reino Unido directamente se pegó un tiro en el pie. Si el Leave no fuese ante todo un voto sentimental, los británicos sabrían si han acertado o no respondiendo una simple pregunta: dos años después, ¿qué hemos ganado y perdido con el Brexit? Empecemos con las ganancias. Recalcan que ahora mandarán en sus fronteras, poniendo fin a la llegada masiva de inmigrantes. Pero esa afluencia continuará, pues reciben más del resto del mundo que de la UE. Controlarán sus bancos de pesca, asunto de interés relativo, porque su industria pesquera pesa poco. Se liberarán de la legislación europea, aunque lo cierto es que la mayoría continuará en vigor traspuesta como leyes nacionales. ¿Qué han ganado? La ilusión de ser dueños de su destino. ¿Y qué han perdido? El crecimiento se ha ralentizado. La libra se ha devaluado y las importaciones son más caras. Las inversiones y la llegada de capital flaquean. Muchas empresas emigran al Continente y la City de Londres queda en el alero. Resumen: pésimo negocio. El Reino Unido está obsesionado con el Brexit y partido en dos, rehén de lo que en el fondo no es más que una pelea interna del Partido Conservador. El acuerdo de ayer, saludado con tanta alharaca, es un globo de gas que puede pinchar en la segunda semana de diciembre, cuando se votará en el Parlamento de Westminster. May gobierna con una mayoría operativa de 13 diputados, merced a su pacto con el DUP unionista norirlandés. Pero es casi imposible que el acuerdo que alcanzó ayer sea visado por el Parlamento, porque DUP, laboristas, liberales y al menos 58 tories que son brexiteros irredentos votarán en contra. ¿Qué pasará entonces? Las fechas apremian. El Reino Unido debe dejar la UE a las once de la mañana del 29 de marzo. Si pierde la votación, lo normal es que caiga su Gobierno y haya elecciones. ¿Otro referéndum? Improbable. Solo si los ingleses, que como apuntó Napoleón son una nación de tenderos empiezan a sentir dolor severo en sus bolsillos por las consecuencias de una salida sin acuerdo, un salto a la brava y al vacío. El Brexit sigue en su laberinto. (P. D. Sorprendente, o incongruente, ver a Sánchez sacando tanto pecho patriótico en Gibraltar cuando está mercadeando con España en el mostrador de los separatistas catalanes que lo mantienen en el poder) E EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA CÓMO RECONQUISTAR GIBRALTAR Cuenta la leyenda que los ingleses sólo perderán Gibraltar cuando mueran los monos del Peñón A SEGURABA Wenceslao Fernández Flórez que el español, en cuanto avista Gibraltar, busca el medio de arrancar el peñón de manos de los ingleses. Pero el doctor Sánchez sólo ve en Gibraltar un lugar al que viajar en avión oficial, que es lo que de veras le pirra, pues así puede escarrancharse en sus asientos tapizados en piel y, de paso, llevarse consigo a Begoñísima, para curarle la claustrofobia que arrastra desde la infancia, por culpa de las saunas que regentaba su padre. Viajando como un descosido en avión oficial, al doctor Sánchez se le olvidó reclamar la cosoberanía de Gibraltar en el tratado del Brexit; y ahora pretende engañar a las masas cretinizadas afirmando que ha rectificado su olvido mediante un pacto de la señorita Pepis, carente por completo de fuerza imperativa. La triste realidad es que los perros ingleses nos la han vuelto a meter doblada; y los burócratas de Bruselas se han llamado a andana, alegando que el doctor Sánchez tendría que haber intervenido durante las negociaciones del tratado. Para disimular su lenidad, el doctor Sánchez asegura que tiene todas las garantías del Consejo Europeo y la Comisión Europea de que jamás la Unión Europea adoptara con los hijos de la Gran Bretaña acuerdos que afecten a la soberanía de Gibraltar; lo cual es tan irrisorio como si una madre que ha dejado a su hija doncella en un burdel asegurare que tie- ne todas las garantías de la madama de que jamás nadie le rozará el himen. Al doctor Sánchez no se le puede pedir otra cosa que no sea viajar con Begoñísima en avión oficial; pero, ¿qué ha estado haciendo, entretanto, Borrell, ese gran patriota que vende raudo las acciones de las empresas que administra cuando están a punto de quebrar? A Borrell, con el rollito de que defiende la unidad de España (cuando lo cierto es que sólo defiende la conversión de España en una aborrecible máquina estatal al servicio de Bruselas) el patrioterismo pauloviano le perdona todas sus ineptitudes y chapuzas. Pero un señor que vende las acciones de la empresa que administra (después, por cierto, de haberse dejado pulir un pastón en un timo por interné) prueba que es un avariciosillo capaz de vender a su madre en cualquier subasta con tal de poderse abrazar a su único amante y amado, que de puro enamorado anda de continuo amarillo. Wenceslao Fernández Flórez llegaba a la conclusión de que, para reconquistar Gibraltar, había que destruir sus instalaciones deportivas, pues la vida sin juego es insoportable para el inglés. Tal vez en previsión de que algo así ocurra, los ingleses convirtieron Gibraltar en paraíso fiscal y casino virtual, para que los ingleses ricos puedan multiplicar sus patrimonios jugando (o sea, haciendo enjuagues financieros) y los ingleses pobres se queden sin sueldo también jugando (o sea, apostando por su equipo en los casinos virtuales) A los ingleses, en fin, los mueve en su defensa de Gibraltar el mismo poderoso caballero que mueve a Borrell cuando vende las acciones de las empresas que administra o se deja pulir un pastón en un timo por interné. Sólo que los ingleses son mucho más listos que Borrell, que se cree poseedor de un gran cerebro cuando lo que en realidad tiene es una gran cerviz donde llueven las collejas. ¿Y cómo podremos reconquistar Gibraltar, estando en manos de semejante patulea? Cuenta la leyenda que los ingleses sólo perderán Gibraltar cuando mueran todos los monos del Peñón. Así que no se me ocurre otra solución que estrangular a esos macacos. Todo esto, naturalmente, sin que se enteren el patriota Borrell y el doctor Sánchez, que sin duda serán animalistas empedernidos y podrían apresurarse a brindar a los monos del Peñón el asilo que no le ofrecen a Asia Bibi.

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