Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC CORDOBA 19-11-2018 página 3
ABC CORDOBA 19-11-2018 página 3
Ir a detalle de periódico

ABC CORDOBA 19-11-2018 página 3

  • EdiciónABC, CORDOBA
  • Página3
Más información

Descripción

ABC LUNES, 19 DE NOVIEMBRE DE 2018 abc. es opinion LA TERCERA 3 F U N DA D O E N 1 9 0 3 P O R D O N T O R C UAT O LU C A D E T E NA ANTES ESTUVIMOS LOS ESPAÑOLES POR JESÚS MAESO DE LA TORRE Zanjemos la España Indefinida que decía Quevedo, y definámosla de una vez por todas a través del ejemplo de unos hechos ejemplares y significativos en la gesta de América, y restauremos al fin nuestra historia tan dañada y olvidada en los Estados Unidos la Corona, y sobre todo por su probada eficacia en la persecución de las partidas de indios que infectaban la frontera del Virreinato de Nueva España, la Comanchería, las Rocosas y el corazón de Norteamérica, se convirtieron en una formidable y temida potencia ecuestre durante tres siglos. Cabalgaron con sus uniformes azules, sombreros de ala ancha, chalecos de cuero y capas de envoltura roja por un territorio despoblado y recorrido solo por los indios salvajes, los espinos batidos por el viento seco y los búfalos y coyotes, y donde el fortín de ayuda más próximo estaba a más de cuarenta millas. Vivir en aquellos solitarios reductos significaba para cualquier soldado español una prueba de valor. Los esforzados dragones del rey, hombres rudos de la frontera, como los que vemos en las películas del oeste americano de Jonh Ford o de Raoul Walsh, habían formado una eficaz fuerza militar, que, desde los presidios fronterizos, protegían los poblados y ranchos y los hallazgos argentíferos de Nuevo México, Tejas y California y de un espacio geopolítico crucial para España. Lucharon primero contra los apaches y chichimecas, en un destructivo enfrentamiento y luego contra los que llamaban: Los Desnudos los comanches aludiendo a su ferocidad y a la falta de vestimentas que abrigaran sus cuerpos. N O hace falta acudir a las películas de Clint Eastwood o de Jonh Wayne para conocer lo que ocurrió en los siglos XVIII y XIX en el sur, centro y oeste de los EE. UU. En su inicio como nación planea una visión injusta y autocomplaciente de los acontecimientos que realmente acontecieron, donde la España del destino civilizador, fue relegada al olvido histórico, habiendo sido el actor principal, la estrella indiscutible de aquel Hollywood de antaño. Debemos despertar de la amnesia de nuestra irreconocible memoria colectiva, que no es sino una mezcla de nuestra propia insignificancia, para subvertir las mentiras descaradas y distorsionadas de nuestros adversarios históricos. Solo nos podemos devolver a nosotros mismos la dignidad liberándonos de nuestra particular ignorancia; y solo haremos justicia, si nos recordamos tal como fuimos, separando la realidad del mito. Debemos modificar el relato propalado por otros sin complejo alguno y deshacernos del miedo a nuestra historia, ese veneno que nos han inoculado las grandes potencias europeas en siglos pasados. Jean Norton Cru aseguraba que toda historia militar es una mentira deliberada cuando es contada por los vencedores, pero nunca lo es si ésta la relatan los antagonistas Y la nuestra ha sido valorada últimamente por historiadores norteamericanos del actual siglo, como T. Sinder, C. Lummis, o Ross Frank que se asombran de las hazañas de nuestros compatriotas en los siglos XVII y XVIII en territorios tan vastos como Luisiana, Texas, Nuevo México, California, Colorado, Nevada o Arkansas. Desde Tomás de Vitoria a Ramón y Cajal, se nos ha exhortado a que volvamos a escribir los anales de España para limpiarla de agravios y también de nuestros excesos. La historia no es un compendio cerrado y España debe mostrar al mundo su capacidad para la autocorrección y la riqueza de nuestra memoria retrospectiva. El desencanto de la ciudadanía por su pasado es cada día mayor y en las últimas décadas hemos sufrido una desacralización de nuestra historia y una depreciación irrecuperable, si bien la historiografía moderna y la novela histórica han cubierto lagunas de esta ignorancia. Lo insignificante y el despropósito histórico de ciertos gobiernos regionales en su política educativa de la historia de España, ha edificado en muchos jóvenes un universo descorporeizado y falso. Reparémoslo. Pues sí, cuando los pioneros americanos se adentraron en las tierras del sur y el oeste de América del Norte, hacía tiempo que ya habían sido recorridas por los caballos y pisadas por las botas de los dragones españoles Antes de que rebasaran las planicies los colonos anglosajones en sus carromatos, los españoles ya habían edificado un siglo antes ciudades y fortines, y habían civilizado un territorio cincuenta veces más grande que España, y creando la llamada Paz del Mercado por la que los indios de la frontera podían comerciar en paz con los hispanos. Previamente a que el Séptimo de Caballería ejerciera su vigilancia en el Valle del Diablo al ronco eco del Yankee doodle, los dragones de cuera, o del rey, del Virreinato de Nueva España, ya habían dominado aquellas grandiosas praderas, incorporado al universo español más de la mitad de los actuales EE. UU. Hubieron de enfrentarse a los violentos jefes indios, Nimirikante, Tabivo Naritgan, o al cruel Cuerno Verde, cuyos atributos militares fueron regalados al rey Carlos III, y este a su vez a los Museos Vaticanos, donde hoy pueden contemplarse. Los comanches, y nuestra memoria lo ha olvidado se enfrentaron a las audaces tropas hispanas, los temibles dragones de cuera, terror de los indios fronterizos, y sucumbieron ante ellos y sus fusiles Brown Bess. Con anterioridad a que George A. Custer sucumbiera en Little Big Horn ante Caballo Loco y Toro Sentado, que los sheriffs de catadura hosca y los cowboys y pistoleros asaltabancos se desafiaran en el Monument Valley, los indómitos dragones españoles se habían convertido en los señores de aquellas mismas llanuras meridionales. Aliados con su intrepidez y compromiso con D emasiados territorios de la Corona española para defenderlos con tan exiguos destacamentos y medios militares tan escasos. Desde Texas al Pacífico, y mediante una tupida red de defensas, contuvieron a las hordas errantes de comanches y mantuvieron incólumes las conquistas y el honor de España en aquella parte de Nuevo Mundo, tras fundar ciudades tan emblemáticas en el western americano como El Álamo, Sonora, San Antonio, Tucson, Santa Fe, Albuquerque, Los Ángeles o San Francisco. Y con la excepcional personalidad de un estratega pacificador, el coronel Juan Bautista de Anza, oriundo de una familia de boticarios de Hernani, y gobernador de Nuevo México, tuvo lugar la gran expedición a California y la fundación en la bahía de la Yerbabuena de la ciudad de San Francisco, para luego firmar con los indios de la frontera, comandados por el prestigioso gran jefe Ecueracapa, la única concordia que los hombres blancos mantuvieron con los pieles rojas en toda la historia de los EE. UU: La Paz de Anza que perduró más de un siglo. Zanjemos la España Indefinida que decía Quevedo, y definámosla de una vez por todas a través del ejemplo de unos hechos ejemplares y significativos en la gesta de América, y restauremos al fin nuestra historia tan dañada y olvidada en los EE. UU. JESÚS MAESO DE LA TORRE ES ESCRITOR

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.